Diana Adriano
En conmemoración del Día del Médico, Casa Sacerdotal San Juan XXIII organizó una misa especial el pasado 30 de octubre en honor a quienes se dedican a esa profesión.
La celebración tuvo lugar en las instalaciones del recinto, donde se reunieron sacerdotes, familiares, amigos y el personal de salud que acompaña a los religiosos en sus procesos de recuperación y atención.
La misa fue presidida por el padre Roberto Luna, acompañado de los sacerdotes residentes de Casa Sacerdotal, quienes manifestaron su gratitud por la dedicación y el cuidado que el personal médico les ofrece día a día.
En un gesto de reconocimiento, la entrada principal fue decorada con un mural que exhibía fotografías de los médicos y trabajadores de la salud que asisten a los sacerdotes enfermos.
Durante la celebración, el padre Beto destacó el papel fundamental que los médicos y profesionales de la salud desempeñan en la vida de los sacerdotes, y reafirmó la importancia de acompañar y apoyar a estos servidores de la salud, quienes, con su labor, también contribuyen al bienestar espiritual de la comunidad.
Bendición especial
Tras concluir la celebración Eucarística, el padre Guillermo Sias, director de la Casa Sacerdotal San Juan XXIII, dedicó un emotivo mensaje a los médicos presentes, reconociendo su entrega y vocación de servicio.
“Esto es extensivo para todos los médicos: gracias por su entrega, porque no hay mayor bendición de Dios que el amor entregado, incluso consumado, desgastado, dedicado”, expresó.
“Sabemos que Dios recompensará abundantemente. Nosotros podemos expresarles con nuestro corazón esa palabra muy sentida, gracias de corazón por todo lo que hacen, no solamente por nosotros, sino por todos aquellos que se acercan a ustedes en su profesión».
Como parte del homenaje, se invitó a los médicos a recibir un pequeño detalle, mientras los asistentes les brindaban un cálido aplauso.
Posteriormente, se pidió a los médicos y personal de salud presentes, ponerse de pie para recibir una bendición especial, en agradecimiento por su incansable servicio y cuidado, tanto para los sacerdotes como para la comunidad en general.