En la festividad de la Cátedra de San Pedro y en su XV aniversario episcopal, monseñor J. Guadalupe Torres Campos ordenará cinco nuevos presbíteros y cinco nuevos diáconos para el servicio de esta Iglesia particular. Dado que a los futuros sacerdotes ya los conocimos en este espacio, ahora presentamos las historias vocacionales de los cinco jóvenes llamados al diaconado transitorio.
Ana María Ibarra
Un regalo y un signo de esperanza en medio de la pandemia recibirá la Diócesis de Ciudad Juárez el próximo 22 de febrero, cuando el obispo impondrá sus manos sobre diez jóvenes que han sabido responder al llamado de Dios.
Cinco nuevos presbíteros y cinco nuevos diáconos serán ordenados en el XV aniversario episcopal de monseñor J. Guadalupe Torres Campos, día en que se celebra la Cátedra de San Pedro.
Presbíteros y diáconos
Después de haberles sido pospuesta su ordenación presbiteral a causa de la pandemia, Eduardo Canales, René Acosta, Arturo Martínez, Luis Soriano y Edgar Arellano, finalmente recibirán el orden sacerdotal el próximo 22 de febrero.
Los cinco diáconos transitorios, cuyas historias vocacionales ya hemos conocido en previas ediciones de este semanario, compartieron la alegría que les causa contar con una nueva fecha.
Por otra parte, en la misma Eucaristía el obispo también conferirá el primer grado del Orden a cinco seminaristas: Francisco Javier Bueno, Iván Flores, Víctor Pineda, Andrés Villalobos y Diego García son los cinco jóvenes que terminaron su formación de manera virtual en mayo del 2020, a causa de la pandemia.
Aquí sus historias:
Nombre: Francisco Javier Bueno Guillén, 26 años.
Padres: Francisco Javier Bueno Mendoza y Martha Guadalupe Guillén de la Torre
Lugar en la familia: Es el menor de cuatro hijos
Fecha de ingreso al Seminario: 9 de agosto 2009 para estudiar la preparatoria
Tiempo de formación: Once años
Servicio actual: Parroquia Inmaculado Corazón de María
A los once años de edad, Francisco vivió su primera jornada vocacional en el Seminario Conciliar, en Semana Santa del 2007.
“Fue una experiencia muy grata. Era monaguillo en mi parroquia Santa Margarita de Cortona, el testimonio del padre René Murillo me impulsó a servir en el altar y a la gente”.
Si bien, a su corta edad su discernimiento pudo carecer de madurez, comenzó un proceso vocacional con el padre Salvador Magallanes, entonces coordinador de la Pastoral vocacional.
“Conforme fui participando en las jornadas vocacionales, el llamado se hizo más fuerte y a los catorce años de edad acudí al Preseminario. Al llegar al Seminario me sentí muy bien y decidí ingresar para cursar la preparatoria.
Francisco recordó que fue difícil para sus padres aceptar la decisión puesto que aún era muy pequeño para dejar el hogar, sin embargo, nunca se opusieron.
“Fue complicada la separación, pero lo tomaron muy bien. Gracias a Dios, son cercanos a la Iglesia, servían en el grupo de matrimonios, mi papá es diácono permanente y esta decisión se tomó como una bendición”.
Nervioso, pero confiado
A menos de diez días de ser ordenado diácono, Francisco reconoció experimentar sentimientos encontrados.
“Hay nervio, hay temor, pero también mucha confianza y tranquilidad de saber que lo anhelado por mucho tiempo, y que se fue fortaleciendo en once años de formación, se está dando”.
Confiado en que es Dios Quien lo ha llamado, Francisco dijo estar respondiendo con todo su ser y pidió a la comunidad su oración.
“Espero no estarme guardando nada. Es mucha emoción saber que se va a confirma el llamado de Dios en mi vida por manos del obispo. Sigan orando por nosotros, por los sacerdotes, seminaristas, religiosas, la comunidad laical, todos necesitamos oración para poder continuar en el camino de Jesús y llegar a la santidad todos juntos”.
Nombre: Jesús Iván Flores Romero, 28 años
Padres: Raúl Flores y María Romero
Lugar en la familia: Es el tercero de cuatro hijos
Ingreso al Seminario: 2012
Tiempo de formación: 8 años
Servicio actual: Seminario Conciliar
La experiencia de servicio en la parroquia Nuestra Señora de la Paz como coordinador de Confirmaciones, llevó a Iván a cuestionarse sobre su vocación.
“Tuve la oportunidad de vivir la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid en el año 2011, tener esa visión de la Iglesia Universal me motivó a buscar qué ofrecerle al mundo y buscar la voluntad de Dios en mi vida”.
Después de algunas jornadas vocacionales, en el 2012 Iván decidió ingresar al Seminario.
“Mi familia no lo esperaba, y aunque no lo entendían, me apoyaron mucho, estaban contentos. También recibí mucho apoyo de mi abuelita y una tía porque ellas conocían mucho más de la vocación”.
En ocho años de formación, Iván tuvo momentos alegres y difíciles, pero siempre la gracia de Dios lo acompañó.
Al momento en que el obispo anunció que serán ordenados diáconos transitorios, Iván se encontraba en Guadalajara, en retiro.
“Cuando encendí el teléfono, tenía mensajes del señor obispo, de la hermana Raquel, del padre Orona, y vi los mensajes de mis compañeros eligiendo dalmáticas, así me enteré. Le llamé al señor obispo y me comentó, me sentí muy alegre y se confirmó mi llamado. Les pido que sigan orando por nosotros”.
Nombre: Víctor Alberto Pineda Álvarez, 26 años
Padres: Víctor Alberto Pineda Álvarez y Ma. Dolores Álvarez Pinto
Lugar en la familia: Es el mayor de tres hermanos.
Ingreso al Seminario: 2012
Formación: 8 años
Servicio: Parroquia La Asunción de María.
Como un proceso gradual, definió Víctor su vocación, que inició al encontrarse con Dios y con Cristo al recibir el sacramento de Confirmación en la parroquia Nuestra Señora de la Paz, animado por el testimonio del padre Carlos Márquez (q.e.p.d).
“Durante la preparación conocí más sobre Dios y la Iglesia. Me atrapó este encuentro y a partir de ahí comenzó el proceso de conocer su voluntad, hasta el punto de preguntarle sobre mi vocación específica”, señaló.
Víctor vivió PreSeminarios y jornadas vocacionales, aunque aseguró ya tenía claro su deseo de ser sacerdote.
Los ocho años de formación fueron para el joven una experiencia de un seguimiento muy cercano e íntimo de Jesús, acompañado por hermanos que buscaban el mismo ideal.
“Fue una experiencia de autoconocimiento, de retos, y configuración con Cristo que implica romper muchas cosas humanas, pero para un bien que es el entregarse a la Iglesia”.
El servicio de sus padres en lal Iglesia, y su vida de fe, les permitió tomar la decisión de Víctor de una manera tranquila.
“Tenían amistad con varios sacerdotes, pero no se imaginaba que uno de sus hijos pudiera tomar esa opción, sabían de las bondades del sacerdocio, pero también la soledad que podían sufrir. Fue un proceso de alegría, mezclado con sorpresa, principalmente en mi mamá. El primer año fue de mucha alegría y oración”.
La oración, expresó Víctor, es importante para la vocación.
“Son necesario muchos sacerdotes para la diócesis, pero también los laicos comprometidos. Es un trabajo en conjunto: laico y sacerdote, y se debe tomar con mucha seriedad en este tiempo que nos está tocando”.
Nombre: Andrés Villalobos Cisneros, 32 años
Padres: Ignacio Villalobos y Leticia Cisneros
Lugar en la familia: Es el menor de tres hijos
Ingreso al Seminario: 2012
Formación: 8 años
Servicio actual: Parroquia San Pedro de Jesús Maldonado
Nacido en una familia asidua a la Eucaristía, Andrés compartió que el proceso de su vocación nació en su infancia.
“Tuve un contacto constante con Dios y la oportunidad estudiar en un colegio católico. El contacto personal con Dios lo tuve al ingresar al curso de Confirmaciones”, dijo.
En esta etapa, Andrés vivió un encuentro personal con Dios, por lo que decidió iniciar un proceso de discipulado.
“Inicié a servir en mi comunidad, Sagrado Corazón de Jesús, y después de varios años, comencé a sentir una necesidad más grande de Dios. Sentía que el servicio no era suficiente e inicié un proceso de búsqueda”.
Fue al acercarse la fecha del PreSeminario 2011 cuando decidió vivir esa experiencia de discernimiento para descubrir la voluntad de Dios para su vida.
“En ese PreSeminario me di cuenta que eso era lo que andaba buscando, un discernimiento mucho más íntimo, ahí sentí ese llamado a una vida distinta”.
No obstante, Andrés reconoció que no se sentía listo para responder en ese momento, por lo que durante un año vivió un proceso de acompañamiento con el equipo de pastoral vocacional del Seminario, sin ingresar a la casa de formación.
“Estaba estudiando la carrera de ingeniería en mecatrónica, tenía un trabajo de ingeniero, aun así, no fue suficiente para quedarme en el mundo y en el 2012 ingresé al Seminario”.
Para su familia, esto no fue una sorpresa, pues con tantos años viendo a su hijo en el servicio a Dios, ya esperaban esta decisión.
Ahora, con el anuncio de su próxima ordenación, Andrés se llenó de sorpresa, pero también de alegría.
“Sentí que había sido un tiempo muy corto desde que salí del Seminario hasta ahorita. Me cae de sorpresa, pero con la esperanza de anhelar la ordenación. El anuncio es una gran alegría, pero un gran compromiso con la Iglesia por este paso tan firme que se está dando”.
Y agregó: “Estas ordenaciones, tanto sacerdotales como diaconales, es un momento de esperanza para toda la diócesis, de alegría para renovar nuestras fuerzas y seguir trabajando en la construcción del Reino. Los invito a generar más momentos de oración”, dijo.
Nombre: Diego Guadalupe García Camacho, 29 años
Padres: Pedro García López (q.e.p.d) y María Dolores Camacho González
Lugar en la familia: Es el segundo de tres hijos
Ingreso al Seminario: 2011
Formación: 8 años
Servicio actual: Parroquia Nuestra Señora del Rosario
La semilla que germinó en el corazón de Diego, para responder al llamado específico al sacerdocio, surgió siendo monaguillo en la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, donde sirvió desde tiempos de monseñor Isidro Payán.
“Serví como monaguillo casi quince años en Catedral. Sin embargo, el llamado y mi respuesta surge a la edad de 19 años, cuando recibo el sacramento de la Confirmación, esto en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús. Tengo bonitos recuerdos del PreSeminario cuando coincidí con Andrés”, recordó.
Diego empatizó con el testimonio que escuchó del padre Julián Badillo, quien compartió una experiencia similar a la del joven.
“Tenía 19 años, él estudiaba administración de empresas, la misma carrera que yo estudiaba, y él decidió responder al Señor. Yo también tenía una inquietud que había callado mucho tiempo, incluso no había podido ir a un PreSeminario por distintas circunstancias”.
En el 2011 Diego ingresó al Seminario y al concluir su formación, estuvo un año de servicio pastoral con el padre Roberto Luna en la parroquia de Corpus Christi, lo que fortaleció su vocación.
“Fue un año muy privilegiado porque estuve de cerca viendo la situación de la pandemia, estar de lleno con la comunidad fue tocar la realidad sensible de la gente, incluso mi papá falleció de Covid. Es una situación que me sensibiliza mucho como futuro pastor”,dijo.
No obstante su historia de servicio, la vocación de Diego fue una sorpresa para su familia.
“Tenían la intuición de que alguno de mis hermanos podía ser sacerdote, pero yo no. El día que me vieron entrar en procesión en la capilla del Seminario, mi mamá soltó las lágrimas y me conmovió mucho, fue un momento de alegría. Siempre me apoyaron en mis decisiones”.
Y así recibió Diego el anuncio de su próxima ordenación:
“Fue un momento de sentimientos encontrados, no lo esperaba, pero si lo deseaba. Es un momento de mucha alegría. El diácono es un servidor. Pido a la gente que siga rezando por nosotros, somos humanos, queremos servir, pero para permanecer fieles necesitamos de la oración de la comunidad. También les pido que nos exijan ser como Jesús Buen Pastor”.
Para saber…
Qué: Ordenaciones sacerdotales y diaconales.
Cuándo: 22 de febrero
Hora: 5:00 de la tarde
Dónde: Parroquia El Señor de la Misericordia
Transmisión en vivo por: Radio Guadalupana/ Periódico Presencia