Así nació la obra que Periódico Presencia se honra en nombrar Discípulos de Jesús 2022, por el valioso trabajo que realizan en apoyo a miles de migrantes que han pasado por Ciudad Juárez en busca de una mejor vida…
Diana Adriano
Con la misión de promover la justicia, la paz y el cuidado de la Creación desde un punto de vista de la solidaridad con los más necesitados, en el año 2018 en Ciudad Juárez inició un proyecto de asistencia y acompañamiento debido al flujo de migrantes que fueron retornados a México a causa del programa MPP (Protocolo de Protección a Migrantes) del Gobierno de los Estados Unidos.
Fue desde entonces cuando la Sociedad Misionera de San Columbano, conformada por laicos y sacerdotes, y que está presente en la Diócesis de Ciudad Juárez desde 2001 -en Anapra-, vio la oportunidad de dar testimonio de que todos los pueblos son hijos del único Dios, y hermanos y hermanas en Cristo.
Por ello iniciaron el proyecto de la “Pastoral de Movilidad Humana de la Misión Columbana”, mediante la cual comenzaron a ofrecer alimento, vestido, hogar, trabajo, atención legal y médica, entre muchos otros servicios, a los hermanos migrantes que llegaron a esta frontera para intentar buscar una nueva vida en Estados Unidos.
Su llegada a la diócesis
El padre Guillermo Morton, sacerdote Misionero de San Columbano y párroco de Corpus Christi en Anapra, compartió que antes de llegar a esta diócesis, él se encontraba en Dallas, Texas, donde una religiosa lo invitó a conocer la frontera en Matamoros, Tamaulipas, y esa experiencia lo impactó demasiado.
Dijo que pensó en la necesidad de que los columbanos tuvieran una misión en la frontera y tras plantearlo a su superior, recibió el permiso para hacerlo.
Eso ocurrió el 19 de octubre de 1996, en el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), tras lo cual, los misioneros llegaron a El Paso.
El padre Memo, como es conocido en la diócesis local, recordó que luego, un 24 de diciembre, un grupo de laicos que él atendió en Dallas, llegó a visitarlo, y juntos cruzaron a Ciudad Juárez, pues les interesaba ver cómo era la vida de este lado de la frontera.
“Poco a poco la gente de Dallas se fue interesando por conocer más la frontera”, recordó.
Dijo que el padre Antonio Urrutia, entonces párroco de Santa María de los Ángeles, le pidió celebrar una de las misas en una de las capillas.
“Fuimos cruzando más y más, luego compramos una choza muy sencilla en Anapra y el 7 de septiembre del 2001, el obispo don Renato Ascencio León (qepd) estableció una nueva parroquia en Anapra, Corpus Christi, desprendida de la comunidad de San Marcos Evangelista”, recordó el sacerdote.
Desde su erección parroquial, esa comunidad de Anapra fue encomendada a los sacerdotes Misioneros de San Columbano.
“La parroquia en Corpus es distinta. Su ubicación está a pocos metros de la frontera con Estados Unidos y esto la hace un lugar de cruce para muchos migrantes, por lo que estamos más abiertos a la realidad que viven los migrantes, y por lo que no podíamos ser demasiado indiferentes”, añadió.
Nueva realidad, nuevas acciones
A pesar de que siempre se observó un flujo de migrantes en pequeñas escalas, todo cambió en 2018, cuando este flujo se volvió cada vez más grande, por lo que comenzaron a trabajar al ‘hacer un puente’ para que estos hermanos migrantes pudieran asentarse en la comunidad.
En esta tarea, Cristina Coronado, una laica columbana colaboradora de la obra desde 2007, ha sido un gran cimiento.
“Llegué a los columbanos hace 15 años, me integré con los migrantes en Casa Anunciación con Rubén García, en El Paso, donde trabajé hasta el 2017. En el 2018, con el flujo migratorio que comenzó y con la política de Trump, nuestra mirada se enfocó en Ciudad Juárez”, relató Cristina en entrevista.
Dijo que fue así como ella, otra misionera columbana y el padre Guillermo, junto a otros miembros de la comunidad de El Paso, comenzaron “a tejer redes con otras personas” para ir respondiendo a la nueva realidad migratoria.
Comprendiendo la realidad
La misionera dijo que inicialmente no sabían cómo empezar a trabajar, por lo que apoyados por el Instituto Nacional de Migración (INAMI) y el padre Javier Calvillo, director de la Casa del Migrante, comenzaron a atender a migrantes retornados por el MPP.
En mayo de 2019 contaban ya con un espacio humanitario de bienvenida.
“Esta fue nuestra guía, en este espacio comenzamos a recibir migrantes MPP y vimos que estaban todos prácticamente en la calle. Nos tocó recibir 300 diarios”, recordó la entrevistada.
Dijo que el INAMI les ayudó a tener el contacto con migrantes que se estaban quedando fuera de los albergues, y con la creciente necesidad, abrieron más espacios de acogida junto a Rubén García. La primera Casa Acogida en la parroquia Corpus Christi de Anapra, fue destinada a recibir a mujeres y sus hijos migrantes. Fue abierta el 5 de septiembre de 2019.
“Ese espacio nos fue empujando para luego abrir un centro de atención en Catedral en enero del 2020. Ahí estuvimos tres meses, pero cerramos debido a la pandemia, aunque continuamos trabajando con toda la gente. Catedral fue nuestra bodega por mucho tiempo para juntar despensas que después empezamos a llevar a la gente que está fuera de los albergues”, añadió la entrevistada.
Un proyecto integral y llamado de Dios
Igual que los servicios que iniciaron desde 2018, el proyecto que la Pastoral de Movilidad Humana de la Misión Columbana realiza en Catedral ofrece alimento, vestido, atención legal y médica a migrantes que llegan a esta frontera en busca de cruzar a EU.
Es, pues, ‘un puente’ para que los hermanos migrantes provenientes de Centro y ahora Sudamérica – venezolanos, por ejemplo- puedan asentarse en la comunidad mientras buscan cruzar a EU.
“Abrimos martes y viernes para entrega de despensa: pañales, ropa, comida, cobijas; que es la parte humanitaria. Tenemos dos abogados miércoles y viernes para orientación legal y ayudarles con sus dudas o para el refugio en México”, explicó Cristina.
El proyecto realiza otros servicios como enseñanza de español para las personas de Haití, acompañamiento para búsqueda de vivienda y hoteles, para que los migrantes no duerman en la calle.
Hoy que los migrantes siguen llegando, y ante las nuevas circunstancias que se presentan, Cristina se conmueve, pero no deja de recordar que los propios migrantes le han dicho que en esta frontera “han encontrado mayor apertura que en otras”.
“Creí que estaríamos muy lejos de ver imágenes como estas”, dijo desde el Río Bravo, a donde fue el pasado 20 de diciembre luego de que la Guardia Nacional de EU cerró el paso a los migrantes.
Ahí mismo, Cristina y sus colaboradores siguen haciéndose presentes para atender las necesidades y tratar de rescatar de algún modo la dignidad de estas personas que, estoicas o necias, permanecen en la zona mientras les permiten ingresar a EU.
Invitación de Dios
Para el padre Guillermo Morton “la pandemia y la migración son invitaciones para la Iglesia de Ciudad Juárez para despertar y transformar su manera de ser, aquí en el mundo.
Dijo que en este tiempo, el mensaje de Jesús está muy claro: Despertar porque aquí está el Reino.
“El Reino no es algo que comienza después de la muerte, es algo que ya está aquí, entre nosotros y dentro de nosotros”, destacó.
“El sueño de Dios es construir un mundo nuevo, a veces es difícil captar esta idea, pero tenemos que hacer un alto en nuestras vidas y comenzar obras buenas de amor, solidaridad para transformar el mundo, por la gloria de Dios y el bienestar de toda la humanidad”, concluyó.
Frase…
“Cada encuentro con una persona vulnerable, desprovista de amor e invisible, es un encuentro con Cristo y es una oportunidad de hacer un cambio. No solo es un hecho de caridad, sino un hecho de Evangelización. En el cuerpo de Cristo no hay extranjeros”.
Pbro. Guillermo Morton, SSC/ Párroco de Corpus Christi en Anapra
Para saber…
Este proyecto ha tenido tal impacto en la sociedad, que incluso la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez ya lo tiene como parte de sus programas de voluntariado, y los estudiantes que así lo decidan, pueden prestar ahí su servicio social, con reconocimiento oficial.