Iliana Sorto es el testimonio de que los Discípulos de Jesús van más allá de sólo practicar la caridad con los migrantes…Los llevan a su desarrollo personal y ahora también hay migrantes al servicio de migrantes…
Ana María Ibarra
Los Discípulos de Jesús 2022 no solo dan asistencia a los migrantes que llegan a la diócesis, sino que también evangelizan con su ejemplo sembrando en los propios beneficiarios el anhelo de servir a sus hermanos.
Tal es el caso de Iliana Margarita Sorto quien, con la ilusión de cruzar a Estados Unidos para salvaguardar su vida y la de su hijo, llegó de El Salvador a esta frontera en el 2019. Después de intentos fallidos por obtener asilo político en la Unión Americana y al sentirse arropada por Cristina Coronado y el ministerio columbano de acogida, decidió quedarse en Ciudad Juárez donde se integró a la misión columbana para apoyar a otros migrantes que, como ella, buscan el llamado “sueño americano”.
Rechazada para asilo político
El primero de junio del 2019 Iliana decidió salir de El Salvador por amenazas que recibió de parte de una pandilla, a causa de que el padre de su hijo, siendo policía en aquel lugar, fue señalado como responsable de haber asesinado a un pandillero en un operativo.
“Tomé la decisión de irme a Estados Unidos. Vine con un grupo de 20 personas y traje a mi hijo conmigo. Fueron 25 días de camino, soportamos hambre y maltrato psicológico. Pero fui privilegiada porque no sufrí como sufren otras personas”, expresó.
Al llegar a la frontera, Iliana cruzó y fue ingresada al programa MPP el 25 de junio de ese mismo año.
“Me retornaron el 27 de junio a Ciudad Juárez para esperar mi Corte”, dijo.
Iliana fue llevada a un albergue de Ciudad Juárez donde estuvo tres meses. Acudió a la Corte en tres ocasiones, pero a los nueve meses del proceso le notificaron, el 19 de marzo del 2020, que su petición de asilo fue negada.
“El señor juez me dijo que tenía dos opciones: la expulsión a mi país o la apelación esperando en Juárez. No quiero regresar a mi país y decidí la apelación. Una abogada me iba ayudar, pero como el proceso fue en medio de la pandemia no me presenté y me negaron la apelación”.
Con la esperanza de volver a cruzar, Iliana se quedó en Ciudad Juárez, pero al no obtener respuesta y al ver que su hijo entraba en edad de estudiar, desechó su meta y decidió quedarse definitivamente en esta ciudad.
“Estaba en limbo, indecisa si me quedaba o me iba a El Salvador. Me detenía porque salí de mi país amenazada, por otro lado, extraño a mi familia, pero hoy tengo un motivo para estar aquí: mi hijo”, señaló.
De beneficiaria, a servidora
Hoy la mujer se encuentra apoyando la misión que atiende a migrantes en Catedral y en dos casas de acogida.
“Conocí a Cristina en otro albergue. Ella tenía Casa de Acogida en Anapra y ahí vivimos mi hijo y yo desde el 17 de noviembre del 2019. Ahora soy voluntaria en la misión”.
Esta misión ha ayudado a Iliana en su crecimiento personal y espiritual. Por otro lado, en Cristina ha sido ha encontrado un ángel que la rescató.
“En Casa de Acogida me empecé a sentir en un hogar y cuando inició el proyecto de bordado aprendí a bordar. He crecido mucho, aprendí que puedo hacer muchas cosas”, dijo agradecida.
Servicio que no termina
La salvadoreña compartió que se encuentra tanto en Casa de Acogida como en Casa San Columbano, enseñando a las migrantes a bordar, además, apoya con la contabilidad de los albergues y en el servicio que se ofrece en Catedral.
“Estoy aprendiendo mucho de Cris. Mi hijo ya va a la escuela. Este año inició en primer grado, pero gracias a Dios y a su inteligencia lo pasaron a segundo. Estoy muy orgullosa de mi hijo. El bordado lo puse en práctica con un proyecto en la parroquia Corpus Christi y eso me llena de mucha alegría, el enseñar lo que aprendí”.
Iliana compartió que el padre Guillermo Morton es ahora su guía espiritual y ella se ha integrado en el servicio parroquial.
“Cuando mi papá se fue a Estados Unidos en 1995, le prometí leer en las misas y aquí vine a cumplir esa promesa. Tengo una vida activa. Estoy contenta de servir a mis hermanos migrantes”.
Iliana y su hijo Emmanuel, hoy de siete años, llevan un proceso para obtener pasaportes mexicanos, tras perder relación con el padre de Emmanuel.
Para Iliana este servicio no termina, ella desea continuar sirviendo a sus hermanos y ofrecerle un poco de lo mucho que ha recibido.
“Muchos somos discriminados y la gente nos dice que nos vayamos a nuestro país, pero si uno tuviera dinero, trabajo, si no hubiera violencia, no vendríamos aquí. Quiero invitarlos a que si ven a algún migrante lo apoyen con un plato de comida o una chamarra o a que vengan a conocer este ministerio aquí en Catedral”, concluyó.
Frase..
“Estados Unidos me cerró las puertas, pero Ciudad Juárez me las abrió, especialmente en Casa de Acogida, ahí inició una nueva vida para mí y mi hijo… él dice que ya es mexicano. Estamos en espera de nuestra visa humanitaria”.