Card. Felipe Arizmendi Esquivel/ Obispo emérito de San Cristóbal
Mirar
Continúo compartiendo con ustedes lo que nuestros paisanos mexicanos nos dijeron en las consultas hechas en el país sobre cómo perciben el camino de nuestra Iglesia y qué nos sugieren.
En el rubro Tomar la palabra: caminar juntos hablando claro, nos hicieron ver cosas positivas y negativas, y nos propusieron lo que convendría hacer para ser una mejor Iglesia. Nos dijeron:
“Afortunadamente en muchos casos existe la presencia de obispos, sacerdotes y laicos que toman la palabra con ‘sabiduría y entusiasmo’, pues se ha generado mayor conciencia de que se debe hablar con claridad, parresía, verdad y libertad. Estas experiencias han motivado a nuestras comunidades a sentirse escuchadas, valoradas y a ser parte importante en la Iglesia. Algunas pocas comunidades, incluso, cuentan con estructuras propicias para el diálogo, sincero y respetuoso, en todas direcciones.
Por otra parte, también percibimos que debemos estar atentos al cómo se procesa, en las personas, la Palabra de Dios, el kerygma y el mensaje cristiano, sobre todo cuando se envía a través de las redes sociales, pues se constata que es un espacio difícil de asir y asociar a la evangelización, dado que tienen características de gran cobertura numérica, pero con muy escasa profundidad humana y espiritual. Desde las redes sociales, el mensaje cristiano suele perder claridad y fuerza, suele quedarse debajo de una montaña de mensajes intrascendentes y pasan a ser parte de la masa ofrecida al consumismo mediático.
Sin existir contradicción, a lo anterior se suma la constatación de una carencia de profetismo y valentía para hablar, tanto dentro como fuera de la Iglesia, y de hacerlo con verdad y sin discursos absolutistas. Por otro lado, ocurre que quienes hablan se convierten en víctimas por la incomprensión y el señalamiento, de manera que al final los hermanos audaces terminan siendo aislados. También se percibe demasiada complacencia y silencio debido a factores humanos como timidez, apatía o falta de empatía, miedo a las consecuencias, deshonestidad, indiferencia, confusión y reconocimiento de que muchas veces, desde el seno de las comunidades, se difunden noticias falsas y rumores sensacionalistas que confunden.
Reconocemos que las diferencias generacionales, económicas, pero sobre todo ideológicas y culturales, así como los conflictos del pasado debido a fanatismos religiosos, autoritarismos y despotismo clerical, juegan en contra para tomar la palabra y hablar con autoridad, dado que inhiben el poder hablar y hacerlo con suma claridad. Se percibe que nuestra palabra de obispos tiene peso y es escuchada en general, pero ha perdido fuerza”.
Discenir
Lo que dijo el Papa a los sacerdotes del Pontificio Colegio Pío Latinoamericano, originarios de nuestro Continente y que estudian en diversas universidades romanas, vale también sobre todo para nosotros, obispos y sacerdotes, para que estemos más cerca de nuestro pueblo:
“La pantalla del celular nos atiborra de cosas. Por favor, no sean adictos a ese mundo de escape. No sean adictos. Son diversos pasos que te van quitando la fuerza. Sean adictos al encuentro con Jesús, y Él sabe lo que nos hace falta y tiene una palabra que decirnos en cada ocasión.
Una cosa que dije de paso, es que ustedes vuelven para ser pastores del Pueblo de Dios. Por favor, no negocien nunca la pastoralidad. Pastores del Pueblo de Dios, no clérigos de estado. No caigan en el clericalismo, que es una de las peores perversiones. Estén muy atentos; el clericalismo es una forma de mundanidad espiritual. El clericalismo es deformante, es corrupto, y te lleva a una corrupción, una corrupción almidonada, con la nariz parada, que te aparta del pueblo, te hace olvidar el pueblo de donde saliste. Pablo le decía a Timoteo: «Acuérdate de tu madre y de tu abuela» (cf. 2 Tm,5-7); o sea, vuelve a las raíces, no te olvides de tu madre y de tu abuela. Yo se lo digo a cada uno de ustedes. Volver al rebaño de donde fuimos sacados… «Te saqué de detrás del rebaño» (cf. 2 Sam,8).
Por favor, cada vez que se hacen más «exquisitos» en el sentido verdadero de la palabra, o sea, más alejados del pueblo, cada vez que hacen eso, se apartan de la gracia de Dios y caen en la peste del clericalismo. Pastores del pueblo, no clérigos de estado. Pidan la gracia de saber estar siempre delante, en medio y detrás del pueblo, metidos con el pueblo del cual Jesús los sacó.
Y pidámosle a Nuestra Señora de Guadalupe que nos ayude en el camino de «discipulado-apostolado» que nos va configurando con su Hijo, que nos acompañe en ese itinerario vital de «ida y vuelta» que parte de Jesús hacia los hermanos, para volver con los hermanos al encuentro de Jesús” (28-XII-2022).
Actuar
Repito la propuesta de mi artículo anterior: Obispos, sacerdotes, religiosas, catequistas y demás agentes de pastoral, estemos abiertos a lo que el Espíritu Santo nos dice a través del Pueblo de Dios, y con humildad aceptemos sus reclamos y exigencias. Convirtámonos, para ser la Iglesia que Jesús quiere.