Presentamos el mensaje del obispo don J. Guadalupe Torres Campos luego de la visita del Papa Francisco a Ciudad Juárez
Damos gracias a Dios por la visita del papa la hemos vivido con mucha fe, con mucha alegría. Ha sido un día extraordinario en todo sentido, en cuanto al clima, precioso, ideal que nos cobijó agradablemente la jornada, un día precioso por la gente que acudió tanto de la ciudad, de la diócesis como de otros lugares, tanto de México como del extranjero, de Estados Unidos y de otras partes del mundo, Europa, Centroamérica, Sudamérica y sobre todo un día precioso por la presencia del papa.
Yo percibí al papa muy contento, muy feliz, viviendo con intensidad cada momento. Todos los momentos fueron preciosos. A su llegada que lo recibimos de una manera extraordinaria todos los niños escolares, de la catequesis, monaguillos, autoridades civiles, autoridades eclesiásticas.
Luego empezaba a recorrer el trayecto, mucha gente, ordenada, alegre, porras, cantando, aclamando al papa. Así fue todo el trayecto de ida y de vuelta. Vino a tener un encuentro en la cárcel muy intenso. El papa estaba muy preparado para ese momento, saludó a los familiares de los internos, a los custodios y al grupo de la Pastoral Penitenciaria, hizo una oración, se encomendó a la Virgen, a san Maximiliano María Kolbe, hizo entrega de un regalo, un cristo de cristal que va a quedar ahí en la capilla del penal.
Saludó a los internos, dio su mensaje, escuchó un mensaje de la reclusa Evila, ¡hermosísimo!, fue un momento muy intenso cuando le regalaron un báculo y él dijo: quiero en la misa usar ese báculo que me han regalado, precioso, tallado a mano. Se despidió de todos los presentes, saludó a la hija de la reclusa Evila que habló muy emotivo, le dio su bendición y luego ya salimos otra vez a tomar el trayecto.
La gente alegre saludándonos, mostrando a sus hijos enfermos y todo hasta llegar a Bachilleres, prepararon una ola, saludo de la familia obrera a nivel nacional representando a los empresarios. El saludo del papa muy ordenado, muy bonito, muy en su lugar, todo de una manera maravillosa
Y luego vino un momento de descanso, de reposo, de alimento en el Seminario. Los seminaristas contentísimos, las religiosas del Seminario lo atendieron y yo aprecio cómo el papa es accesible. Lo que uno le pida él lo hace con alegría, es accesible, atento. Le dije, Santo Padre ¿puede saludar a un enfermo?, sí, dime quien es, señálamelo …en el Seminario saludó al padre Vega, él es el padre mayor de nuestra diócesis, aquí está atendido por los seminaristas y está en casa y él ahí muy atento, el padre Vega. El papa tomó sus alimentos descanso un rato, sí venía cansado el Santo Padre, han sido jornadas muy duras y descansó un poquito más, pero valió la pena que descansara para luego tomar otra vez el camino.
Mucha gente, mucha gente hasta llegar al Punto y ahí ya hizo el recorrido por el camino preparado, se metió al estadio, saludó a la gente regresó el camino hasta llegar a la sacristía por atrás y fue a un sitial donde hizo una ofrenda floral y una oración en la cruz monumental de los migrantes. Hizo un momento de oración íntimo, en silencio. Ahí también saludó y bendijo a la gente que estaba del otro lado del río y ya regresamos a la sacristía, nos revestimos y empezó la misa ¡Maravillosa, preciosa!, la gente cantando, la orquesta, el presbiterio, ahí los obispos, los sacerdotes en torno al papa, a los concelebrantes.
Desde ahí arriba veíamos una vista preciosa, para todos lados gente cantando y en los momentos de silencio, de escucha, la gente participando de la liturgia de una manera maravillosa.
Al final de la misa les dijo unas palabras que preparamos con tiempo, con mucho sentido y mucho corazón, que deveras fuera algo que naciera desde el corazón. Le hice una ofrenda de un porta-solideo y luego él me regalo un cáliz para la diócesis ¡hermoso! que vamos a tener ahí para celebraciones especiales y dio un último saludo en la Eucaristía. Prácticamente ahí se despide de su visita apostólica y él agradece a todos los que han hecho posible….y ya regresamos igual muy atento el papa saludando de vista a todo el mundo hasta llegar nuevamente al aeropuerto ahí fue recibido por el presidente Peña Nieto tuvo un encuentro de unos minutos privado con él y luego ya vino el momento solemne oficial los himnos del Vaticano, de México… y el papa aborda y emprende su vuelo de regreso a Roma.
Yo quiero invitarlos a ustedes a que esta visita hermosa que nos ha llenado de luz y esperanza, nos plante a un compromiso. Yo invito a toda mi diócesis, a toda la ciudad, a todos los hombres y mujeres a que esa luz esa gracia que Dios da a través de la visita del papa nos motive a ser mejores personas, mejores cristianos católicos, mejores cada uno en su misión, en su vocación. A mí como obispo, sacerdotes, consagrados, laicos y ministros y cada quien en su trabajo, sea en la educación, sea en la ciencia, sea en la empresa, sea en la política, sea en cualquier área, que todos pongamos lo mejor de nosotros.
Lo que vivimos ese día es un signo de que es posible unirnos en la fe, en la alegría, en la iniciativa en la capacidad para hacer cosas buenas. El papa nos ha motivado a salir a evangelizar, nos ha motivado el papa a ir en busca de los más pobres y necesitados, de los marginados, nos ha invitado a ir en busca de los migrantes de los que sufren. Hagámoslo todos, de veras es la misión del hombre y de la Iglesia salir al encuentro de los otros, que no quede en un día, en un momento de euforia, sino que trascienda, toque nuestros corazones, empezando por mí y en cada uno.
Esta visita del papa invita a cambiar, a ser mejor y desde esa luz, como el papa mismo nos ha dicho, con la gracia de Dios, y nosotros vigilantes en la oración, en la entrega podremos sumarnos para seguir trabajando en la construcción del Reino.
Yo felicito a todos los que de una u otra manera han colaborado para el éxito de esta visita./ He recibido comentarios de mucha gente, favorables, positivos, tal vez haya alguna cosa qué corregir o pudo haber sido mejor, no lo dudo, pero en líneas generales considero yo y así me lo ha hecho ver mucha gente cercana y de otros ámbitos, que felicidades, los felicito a todos ustedes les agradezco su ayuda, su cooperación, su servicio. Y esto es la prueba de que podemos sumarnos para seguir trabajando por Juárez, por la Diócesis de Ciudad Juárez, y desde Juárez para México y para el mundo entero.
Que el Señor nos siga bendiciendo, nos siga fortaleciendo. El Señor Dios espera una respuesta generosa de nosotros, de fidelidad, de entrega, de servicio, de amor de misericordia, de paz y de justicia. Y que Santa María de Guadalupe, nuestra patrona nuestra Reina también nos bendiga, nos acoja, nos impulse a hacer la voluntad de su Hijo como dice mi escudo: hagan lo que él les diga. María nos da ejemplo de fidelidad nos acompaña y nos sostiene para cumplir la voluntad de su hijo.
Mi bendición a ustedes, mi abrazo y cariño de padre y pastor y a seguir trabajando. Que el Señor Dios los bendiga.