Ana María Ibarra
Con grandes logros, pero también grandes retos, religiosos y religiosas de la diócesis concluyeron el año 2019.
Y para dar gracias a Dios participaron en una misa, además de realizar su posada y una convivencia en lo que fue su última reunión del año.
Signo vivo de Jesús
La reunión inició con una misa de acción de gracias donde el padre Gregorio López, capellán de la Vida Consagrada en la diócesis, expresó que el nacimiento del Niño Jesús debe ser, espiritualmente, un momento de gozo y alegría.
Añadió que el consagrado o consagrada no está exento de caer en la rutina y corre el peligro de olvidar quien le ha llamado.
“Hoy estamos llamados a ser signo vivo ya que todos nosotros le dijimos ‘Sí’ libremente. Hay que renovar esa entrega, esa alegría. Puede haber días malos, pero la mayor parte de los días deben ser de gozo”.
El religioso Siervo de María invitó a las religiosas asistentes a recordar el día de su consagración y renovar su compromiso.
“Que el nacimiento de Jesús no pase desapercibido. Que cada uno de nosotros reflejemos alegría y que nos esforcemos para ser testimonio vivo”, finalizó.
Después de la misa, la hermana Carmen Zubía, presentó el informe del año 2019, en representación la hermana Rosa Elvia, coordinadora del equipo.
Destacó varios logros, entre ellos las reuniones para programar y organizar las actividades requeridas. Además, dijo, se ha logrado trabajar en equipo de manera fraterna y solidaria, en medio de la confianza y la amistad.
Luego del informe, las religiosas se dividieron en dos grupos para hacer la petición de posada entre los cánticos propios de esta tradición, y las oraciones pertinentes.
Enseguida, disfrutaron de una rica cena y una fraternal convivencia.