Ana María Ibarra
Sacerdotes de la Diócesis de Ciudad Juárez recibieron un curso de sensibilización sobre el tema de protección a menores y personas en situación de vulnerabilidad, a cargo del Centro de Investigación y Formación Interdisciplinar para la Protección del Menor y en sintonía con los lineamientos marcados por el Santo Padre a través de la Comisión Pontificia para la Protección de los menores.
El curso se realizó del 28 al 30 de agosto pasados, en instalaciones del Centro Pastoral Presbiteral.
Tema evangélico
La doctora Patricia Espinoza Hernández, miembro del CEPROME presentó los temas, en los cuales explicó qué implica el abuso de menores y personas en situación de vulnerabilidad, así como la importancia de la prevención.
“Se está compartiendo la importancia de responder y reaccionar adecuada y oportunamente a los casos que ya están allí, a las víctimas que ya existen, así como la necesidad de prevenir y crear ambientes seguros en la iglesia, porque, como dice el papa Francisco, la Iglesia tendría que ser el lugar más seguro del planeta”, dijo.
La ponente explicó que cuando la Iglesia permite que existan estos casos, incumple con su función evangélica.
“El planteamiento es ver la prevención y la protección contra el abuso sexual como un tema evangélico, como la esencia del mensaje de Cristo de amar al prójimo como a uno mismo, que es cuidar al otro, ser el guardián del otro, sobre todo de los más vulnerables que son los niños, niñas y adolescentes”.
Obligación y derecho
Sacerdotes plantearon inquietudes como qué hacer y cómo escuchar a las víctimas, cómo escuchar a las familias, cómo se procesan los casos con alguna denuncia y qué hay que hacer para actuar justamente.
“No es un tema simplemente de moda. El flagelo del abuso sexual dentro y fuera del Iglesia es terrible y la Iglesia tiene que ser punta de lanza, como en muchas cosas lo ha sido a lo largo de la historia, abordando temas en las que la sociedad, los Estados y las leyes muchas veces se quedan cortos”.
Añadió que es una obligación y un derecho de la Iglesia cuidar a las personas.
“La Iglesia tiene una triple función: gobernar, educar y santificar. Como miembros de la Iglesia tenemos que colaborar en esa triple función; psicoeducar en los grupos de pastoral sobre el tema, a las familias, a los chavales para que conozcan y puedan elaborar protocolos en la familia, en las escuelas y en todo lugar”, abundó.
Concluyó que el bien de los niños, niñas y adolescentes debe estar por encima de cualquier tipo de interés.
“Los miembros de la Iglesia tenemos el derecho y el deber de prevenir en las zonas donde nos encontramos”.
Agradecidos con el curso
Para monseñor Isidro Payán Meléndez, el sacerdote más longevo y de los fundadores de la diócesis, este taller es un gran acierto, pues da a los sacerdotes la oportunidad de conocer a profundidad las situaciones que vive el mundo entero, no solamente en el ámbito eclesial, sino también en el ámbito civil acerca de las penosas situaciones que se presentan en el tema de abuso a menores.
“Es un fenómeno humano, desafortunadamente extendido en todas partes. Considero que -este curso- es un bien para nosotros muy grande porque nos ayuda a estar prevenidos, ser cuidadosos, atentos para saber encontrar de nuestra parte los medios necesarios para cuidar siempre el derecho a la inocencia y el derecho al bien personal de cada niño y cada niña, y también todas las personas”, dijo.
Manifestó que este curso les dio oportunidad de renovar su fuerza y alegría ministerial, por la promesa que hicieron ante Dios sobre su integridad dentro del sacerdocio.
“También es un instrumento para que reflexionemos y preveamos las circunstancias que debemos vivir, tanto para seguir en el camino bien, como para evitar los normales riesgos que se pueden tener de faltar al derecho, a la integridad y el respeto de los menores”, expuso.
Hablan sacerdotes
Debemos tener más conciencia de que somos consultores del amor de Dios, de la paz, de este Reino. Que nos preparemos mejor, que tengamos más espiritualidad, que podamos dar mejor servicio a nuestras comunidades, a las personas que requieran de nosotros. Que hagamos una evaluación de nuestra vida. Nos invita también a evaluarnos en entrega, en nuestra forma de ser, en el carácter, en la manera de cómo estamos viviendo nuestro sacerdocio. Que Dios nos ilumine y que el pueblo ore por nosotros.
- Juan Herrera, párroco de Santo Toribio Mogrovejo.
Es muy iluminador para poder suscitar en nuestra diócesis y en nuestras comunidades una cultura de prevención. Sobre todo, que la doctora nos ha dado muchas referencias, muchas bases para poder identificar en nuestros fieles, situaciones que pudieran estar comprometiendo su integridad y nosotros poderles ofrecer las herramientas para ayudarles y ofrecerles un camino de crecimiento y desarrollo personal.
- Eliezel Martínez, vicario de Nuestra Señora de la Paz.
La cultura de la prevención es algo muy necesario ahorita nuestra Iglesia, es algo con la cual hemos bajado mucho la guardia y lo que nos expuso la doctora es de mucha esperanza para la Iglesia, porque ya se están tomando medidas que pueden ayudar mucho a situaciones que habíamos dejado de antemano.
- César Solís, vicario de la parroquia Santa Teresa de Jesús.
Este curso nos da luces para de veras ir madurando y descubriendo caminos que pueden iluminar a cada uno de nosotros los presbíteros, a la diócesis para estar, no a la expectativa, sino al contrario, para crecer humana, cristiana espiritualmente. Nos ayudará a madurar en las relaciones interpersonales, comunitarias, y entre los hermanos sacerdotes. Todo eso es valioso, nos da luces e iluminados por el Espíritu Santo.
Pbro. Fernando Valle Espinosa, párroco de la parroquia Nuestra Señora del Pilar.