Estamos a unos días de que se realice el Congreso Eucarístico Diocesano 2023… Aquí una breve guía para preparaos espritualmente…
Pbro. Lic. Marcelino Delfín Poso
Toda fiesta la preparamos. Arreglamos la casa, buscamos un salón, hacemos las invitaciones y lista de invitados, pensamos en el banquete, etcétera.
La fiesta de Dios también se prepara. Pero lo más importante de esta preparación es el espíritu para disponer nuestro corazón para recibir todo el caudal de bendiciones que el Señor quiera concedernos por su misericordia.
Estas son algunas orientaciones que te pueden ayudar a prepararte para la fiesta de Dios en la que tú eres el invitado especial.
1.Leer constantemente la Palabra de Dios.
Especialmente los textos que se refieren a la Eucaristía. Palabra y Eucaristía se pertenecen tan íntimamente que no se puede comprender la una sin la otra: la Palabra de Dios se hace sacramentalmente carne en el acontecimiento eucarístico. La Eucaristía nos ayuda a entender la Sagrada Escritura, así como la Sagrada Escritura, a su vez, ilumina y explica el misterio eucarístico.
Te proponemos algunas citas bíblicas sobre la Eucaristía. Mateo 26, 17-30 y 14, 22-24. Lucas 13, 26 y,22, 9-20. Juan 6, 35; 6, 51; 6, 53-57 y 13, 1-4. Hechos 2, 42; 2, 46-47; 20, 7. 1 Corintios 10, 16-17; 10, 21-22 y 11, 20-34.
- Reconciliarse con Dios.
El Estudio de la Biblia puede ayudarte a encontrar la reconciliación con Dios al permitirte conocer sus enseñanzas, su voluntad y su amor. Al explorar las Escrituras, podemos descubrir nuestras fallas y debilidades, y entender que necesitamos un Salvador. La Biblia nos muestra cómo Jesús murió en la cruz para pagar el precio de nuestros pecados y nos ofrece la oportunidad de arrepentirnos y entregarle nuestras vidas.
Estos 5 pasos para una buena confesión que nos enseña la Iglesia, expresan simplemente un camino hacia la conversión, que va desde el análisis de nuestros actos, hasta la acción que demuestra el cambio que se ha realizado en nosotros.
- Examen de Conciencia. Ponernos ante Dios que nos ama y quiere ayudarnos. Analizar nuestra vida y abrir nuestro corazón sin engaños. (Puedes buscar una guía en Internet).
- Arrepentimiento. Sentir un dolor verdadero de haber pecado porque hemos lastimado al que más nos quiere: Dios.
- Propósito de no volver a pecar. Si verdaderamente amo, no puedo seguir lastimando al amado. De nada sirve confesarnos si no queremos mejorar. Podemos caer de nuevo por debilidad, pero lo importante es la lucha, no la caída.
- Decir los pecados al confesor. El Sacerdote es un instrumento de Dios. Hagamos a un lado la “vergüenza” o el “orgullo” y abramos nuestra alma, seguros de que es Dios quien nos escucha.
- Recibir la absolución y cumplir la penitencia. Es el momento más hermoso, pues recibimos el perdón de Dios. La penitencia es un acto sencillo que representa nuestra reparación por la falta que cometimos.
*Pregunta en tu parroquia cuáles son los días y horarios de confesiones.
- Comulgar en la Eucaristía
La Comunión no es un premio. No se precisa ser santo para comulgar. Es una necesidad espiritual, pero tiene unos requerimientos básicos.
Las dos primeras condiciones son de origen divino, surgen de la realidad de la Eucaristía y están consignadas en la Sagrada Escritura:
1) Estado de gracia (I Corintios 11, 27-29:).
2) Saber a quién se recibe.
Es necesario distinguir a quién se recibe y estar en estado de amistad con Dios. La Teología lo llama “estar en estado de gracia”. Se pierde por el pecado mortal, que rompe la comunión con Dios. Se recupera en el sacramento de la Penitencia.
Respecto a la confesión y la Eucaristía, la Iglesia concretó explícitamente dos preceptos:
- Antes de la Primera Comunión es necesario confesarse.
- Si se ha cometido un pecado grave, es necesario confesarse antes de comulgar.
- Conocer y amar más profundamente a la Eucaristía
Así describe la Eucaristía el Código de Derecho Canónico: “El sacramento más augusto, en el que contiene, se ofrece y se recibe al mismo Cristo nuestro Señor, es la Santísima Eucaristía, por la que la Iglesia vive y crece continuamente.
El sacrificio Eucarístico, memorial de la muerte y resurrección del Señor, en el cual se perpetúa a lo largo de los siglos el Sacrificio de la cruz, es el culmen y la fuente de todo el culto y de toda la vida cristiana, por el que significa y realiza la unidad del pueblo de Dios y se lleva a término la edificación del Cuerpo de Cristo.
Así pues, los demás sacramentos y todas las obras eclesiásticas de apostolado se unen estrechamente a la Santísima Eucaristía y a ella se ordenan” (c. 897)
En el Sacramento del pan y del vino, el Cuerpo y la Sangre del Señor pasan a ser medio e instrumento que se nos da, para acercarnos al Padre. La Comunión no es una realidad aparte, sino la participación más plena en el Sacrificio Eucarístico.
Cristo se hace presente en la Celebración Eucarística no sólo bajo los signos de su Cuerpo y de su Sangre, sino que también está presente en el sacerdote que representa a Cristo y hace las veces de Cristo en la celebración sagrada. Por manos del sacerdote es Cristo y el Espíritu que ofrecen el Sacrifico al Padre.
Tres aspectos del culto Eucarístico
- La Santa Misa. La celebración eucarística es la raíz misma del Sacramento. Es la acción del mismo Cristo, por el ministerio del obispo o presbítero, en el cual el pueblo cristiano participa unido a su Señor. En el Sacramento del pan y del vino, el Cuerpo y la Sangre del Señor pasan a ser medio e instrumento que se nos da, para acercar-nos al Padre. La Comunión no es una realidad aparte, sino la participación más plena en el Sacrificio Eucarístico.
Cristo se hace presente en la Celebración Eucarística no sólo bajo los signos de su Cuerpo y de su Sangre sino que también está presente en el sacerdote que representa a Cristo y hace las veces de Cristo en la celebración sagrada. Por manos del sacerdote es Cristo y el Espíritu que ofrecen el Sacrifico al Padre.
- Adoración eucarística. La Eucaristía no se agota en la celebración, sino que, consagrados el pan y el vino, permanecen como sacramento de la presencia real y viva del Señor en medio de su pueblo.
La Adoración Eucarística, ha de tener forma de comunión espiritual, de ofrenda permanente también de nuestra vida. Entramos en una relación íntima con el Señor que está presente en el Santísimo Sacramento. Es nuestra respuesta de fe y de amor hacia él.
Adorándole, estamos reconociendo su misericordia, eligiendo esta forma para quedarse con nosotros, y a su vez, también reconocemos su majestad, que él es Dios, confesando de este modo su presencia real y verdadera y substancialmente.
- Vida cristiana. La Eucaristía y la vida están estrechamente ligadas. La Eucaristía lleva a la vida, y la vida lleva a la Eucaristía. La celebración y adoración eucarística deben conducir al cristiano a una vida eucaristizada, a través de la cual se despliega y realiza en la existencia concreta todo lo que se ha celebrado y contemplado, haciendo de él un adorador en espíritu y en verdad. El cristiano eucaristizado se abre a la solidaridad cristiana, que tiende a crear una nueva civilización del amor, en la que todo prójimo en nuestro hermano, y la humanidad es una mesa común en la que todos cabemos.
Recomendaciones
*Consigue los temas estudiados como preparación al Congreso. En tu parroquia pregunta por el coordinador de la Dimensión de Congresos Eucarísticos para que te proporcione los temas.
*Visita la página de Facebook
*Visita en la semana al Santísimo Sacramento y haz una oración sin prisas.
*Asiste con tu familia a la Eucaristía dominical
¡Todos invitado a la gran fiesta diocesana!
Estamos por llegar al tercero de los tres momentos de preparación indicados por el obispo don José Guadalupe Torres Campos para el Congreso Eucarístico Diocesano 2023.
Qué: Gran procesión diocesana con el Santísimo Sacramento
Cuándo: Jueves 21 de septiembre
Hora: Procesión Inicia 6:30 de la tarde
Dónde: Parroquia de san Felipe de Jesús.
Al final de la procesión se celebrará la Eucaristía en El Punto.
Recomendaciones para la procesión: Llevar carteles alusivos a los temas estudiados, banderitas de color amarillo y blanco; ir vestidos de camisa o blusa blanca o amarilla. Llevar veladoras -al final se dejarán como ofrenda en la Cruz del migrante-.