Diana Adriano
El pasado miércoles 10 de diciembre, jóvenes del Seminario Conciliar de Ciudad Juárez recibieron los ministerios de Lectorado y Acolitado durante una solemne Celebración Eucarística realizada al caer la tarde en la Capilla Central de su casa de formación.
La misa fue presidida por el obispo don José Guadalupe Torres Campos, y concelebrada por sacerdotes formadores, en un ambiente de recogimiento y alegría para la comunidad formativa.

Uno y cinco
Después de la proclamación del Evangelio, se realizó el rito de presentación de los candidatos. Para el ministerio de Lectorado fue llamado el seminarista Alan Capallera Arias, quien respondió con un firme “Presente”.
Posteriormente, fueron presentados los seminaristas candidatos a recibir el ministerio de Acolitado: Óscar Cisneros Cisneros, David Cordero Reyes, Juan José Delgado Flores, Juan Josué Narváez Reyes y Edgar Eduardo Ramírez Cabral, quienes también respondieron de manera personal a su llamado.

Durante su homilía, el obispo dirigió un mensaje a los nuevos ministros, recordando el llamado a la conversión anunciado por san Juan Bautista y la invitación permanente del Señor a acercarse a Él, ya que “el Reino de los cielos está cerca”.
Señaló que estos ministerios no son solo un paso formativo, sino una misión confiada por Dios a quienes han dicho “sí” a su llamado.
Recordó que el lector es llamado a proclamar con fe la Palabra de Dios, mientras que el acólito es servidor del altar y de la Eucaristía, dones que no son para beneficio propio, sino para edificación de la Iglesia y servicio de los hermanos.
Y exhortó a los seminaristas a vivir con fidelidad, oración y disponibilidad, manteniendo siempre “la lámpara encendida”, atentos a la venida constante del Señor en la vida diaria y en el ministerio que reciben.

Institución de los ministerios
Después de la homilía, se llevó a cabo el rito de institución de los ministerios. El obispo elevó una oración pidiendo al Señor bendición para los seminaristas elegidos, para que, purificados de corazón, recibieran la gracia necesaria para mantenerse fieles en el servicio de la Iglesia.
En su plegaria, el obispo encomendó a los nuevos ministros a Dios, recordando que la Iglesia, como pueblo de vida, camina sostenida por la gracia divina. Pidió que el Señor fortalezca a estos hermanos para que, mediante su servicio, crezcan en la fe y en la caridad, contribuyendo a la edificación de la Iglesia.
Durante el rito, el obispo entregó a cada uno de los seminaristas los signos propios de su ministerio.

































































