Ana María Ibarra
Con gran alegría, familiares, amigos y la comunidad del Seminario Conciliar, fueron participes de un paso más en la formación de 24 jóvenes del curso de preparatoria quiene recibieron sus sotanas y roquetes, de manos de sus formadores y párrocos.
La ceremonia se llevó a cabo el pasado jueves 9 de noviembre en la capilla central del Seminario con una misa presidida por el padre Carlos Velázquez, quien junto con el padre Jaime Melchor coordina dicha área de formación.
Construir la vida Cristiana
Resaltando la festividad de la Basílica de Letrán, la primera en la historia del cristianismo, celebrada ese día, el padre Carlos Velázquez compartió en su homilía el significado que ha adquirido el templo, y es la luz del Bautismo que el cristiano se convierte en templo del Espíritu Santo.
Compartió también la capacidad del ser humano para construir desde edificios hasta relaciones humanas, sin embargo, dijo que lo más importante es construir la propia vida desde Cristo.
“En la edificación de la vida cristiana tenemos diferentes vocaciones y todas tienen que tener su base en Cristo. En la vida sacerdotal nuestro edificio tiene que estar vacío para que Dios habite. Si lo lleno de Dios, mi vida se vuelve plena. Debemos reconocer que nuestro edificio no es el mejor, que tiene muchas trabas, pero queremos edificarlo con Cristo”, reflexionó.
Agregó que existen dos características para la vida en el segumiento de Cristo.
“Una de ellos es tener celos: ser celosos por las cosas de Dios, ser celosos por el Reino, apasionados por lo que Dios nos pide. La segunda característica es la resurrección. En nuestra vocación el Señor quiere resucitarnos. Pedir al Señor que reconstruya mi respuesta ante la debilidad. Entre más avanzamos con Dios, más nos enamoramos de Él”, expuso.
Imposición de sotanas y roquetes
Nombrados uno a uno, 14 jóvenes de preparatoria subieron al presbiterio con sus sotanas negras en mano, mismas que fueron bendecidas por el padre Carlos, y fueron él y el padre Jaime Melchor quienes se las impusieron como signo de renuncia al mundo para seguir a Dios.
También les fue colocado un fajín color verde, símbolo de castidad y de su consagración al señor San José.
Junto con estos jóvenes, fueron nombrados diez estudiantes más para recibir su roquete. Después de la bendición, el padre Carlos invitó a los sacerdotes formadores y a los párrocos de algunos de los jóvenes, a participar en la imposición de roquete.
Emocionadas las familias recibieron en sus lugares a los jóvenes ya revestidos, mientras que la comunidad ahí presente los felicitó con un aplauso.