Ana María Ibarra
Con el objetivo de ofrecer a sus servidores un espacio de encuentro como decanato, el pasado 25 de febrero se llevó a cabo un retiro en la parroquia San Isidro Labrador, donde participaron más de 200 personas de las distintas comunidades del Valle de Juárez.
Vivencia comunitaria
Los párrocos en el decanato del Valle, que comprende las parroquias San Isidro, Nuestra Señora de Guadalupe, San Ignacio de Loyola y Nuestra Señora del Sagrado Corazón, reflexionaron previamente en conjunto, el tema del pecado social y decidieron compartir con sus servidores parroquiales este mismo tema, agregando también reflexiones sobre “la reparación”.
“Vimos el el pecado como una estructura en la sociedad y quisimos proponerles a nuestros servidores reflexionar en el sentido de la violencia, la maldad de nuestros pueblos, y el miedo que se vive en El Valle, pero también clamar por la necesidad de orar para reparar el pecado, al que de alguna manera todos hemos contribuido”, explicó el padre Eduardo Mendoza, decano de El Valle.
El sacerdote dijo que decidieron que el retiro fuera únicamente para quienes son cercanos a las parroquias, con el deseo de que tuvieran memoria de la historia de la comunidad y la necesidad de pedir perdón por los pecados -comunitarios- que se dan por acción u omisión.
“Esperamos que el fruto sea una actitud de querer la conversión a nivel comunidad, querer cambiar el ambiente, la actitud, ya que a veces pensamos que las cosas son así y así se tienen que quedar, pero Jesucristo nos llama a la renovación, a una vida nueva”.
Pecado personal y pecado social
El retiro fue guiado por dos matrimonios procedentes de la parroquia Dios Padre. Rafael Sosa y su esposa Angélica María Muñiz, y Víctor López y su esposa Laura Valdivieso.
La temática sobre el pecado presentó aspectos del pecado personal y del pecado social, así como las estructuras del pecado y cómo la sociedad envuelve a las personas en un ambiente difícil de combatir y que lleva a una ruptura del tejido social con la violencia.
«El papa san Juan Pablo II lo llamó cultura de la muerte y todo eso nos hace, como miembros de la sociedad, sentir el dolor y el peso de la culpa y del pecado de otras personas que dañan a la sociedad”, explicó Rafael.
El siguiente momento del retiro fue reflexionar sobre la respuesta del Señor que transforma, redime y ofrece herramientas para reconstruir y reparar el daño del pecado.
“La reparación de todo esto que hemos hecho con nuestros propios pecados se dará con la ayuda del Señor y de su gracia. Como en todo Ciudad Juárez, nuestras comunidades están golpeadas por la violencia, el temor y la inseguridad, pero hay esperanza, Dios ha vencido a la muerte y Dios tiene la última palabra”, expresó Rafael.
Cabe señalar que mientras se llevaba a cabo el retiro, los sacerdotes del decanato impartieron el sacramento de la Reconciliación.
Como conclusión del evento, los asistentes pasaron un momento de adoración ante el Santísimo Sacramento para dejar ante él todas sus penas y reparar sus pecados.