- Un sacerdote, un psicólogo y una maestra reflexionaron con la comunidad católica local sobre los efectos nocivos de la pandemia y cuarentena por el Covid 19, así como las posibles soluciones. Aquí sus pensamientos:
Ana María Ibarra
Ante los tiempos difíciles que vive la comunidad juarense a causa de la pandemia por Covid-19, el Seminario Conciliar de la Diócesis tuvo a bien organizar la conferencia “Retos para Cuidar la Salud Mental desde la Fe, en la Nueva Normalidad”, la cual se llevó a cabo el pasado 19 de septiembre.
Dada la importancia de reconocer los efectos provocados por la pandemia en la salud mental, se realizó una reflexión desde tres rubros: psicológico, espiritual y educativo.
Participaron como ponentes el doctor en psicología Oscar Esparza, el sacerdote Jesús Manríquez y la docente Enny Estrada.
Los problemas que trajo la pandemia
En un primer momento, los ponentes explicaron desde la experiencia en su área, la problemática que la pandemia y el confinamiento han ocasionado a las personas.
Afectaciones psicológicas
El doctor Oscar Esparza confirmó que el confinamiento trajo problemáticas graves en las familias e incrementó la violencia doméstica, además de duelo a causa del coronavirus.
“La gente que ha perdido un ser querido debido al coronavirus queda con secuelas mentales. Por otra parte, la gente que vuelve al trabajo comienza a sentir estrés y ansiedad, así como aquellos que han quedado sin trabajo, que han visto reducidos sus ingresos y no tienen para lo básico. Esto afecta a las personas”, expuso.
Señaló que quienes han adquirido el virus, aun después de recuperarse siguen cargando con los síntomas y se encuentran afectados psicológicamente.
“El virus termina afectando el cerebro, ya que pasa por esta barrera que filtra todo lo que pasa por la sangre”, explicó.
También se refirió a la gente que al principio del confinamiento tenía miedo y se cuidaba, “pero vio que no pasaba nada, o se cansó, y comenzó a salir, ya no le causa miedo y no se está protegiendo, y esto puede incrementar los índices”, dijo.
El especialista ennumeró los problemas mentales que puede ocasionar la pandemia:
– Estrés. Se da cuando una persona percibe una adversidad muy grande, un problema muy grande o alguna situación que se le presenta y los recursos que tiene no son suficientes para lidiar con la situación. Si se queda sin trabajo y no tiene ahorros empieza a estresarse, a no poder dormir en la noche porque piensa en ello.
– Enojo y la ira. Al estar las familias encerradas, pasando tiempo juntos, las parejas comienzan a pelear, surgen situaciones que frustran a las personas. Las personas se enojan para defenderse y para pelear.
– Ansiedad. Es la preocupación crónica. La gente se siente nerviosa porque las personas a su alrededor se están enfermando o porque tienen que salir a trabajar y saben que es riesgoso. La persona cuando se pone ansiosa no puede dormir, no puede concentrarse en otras cosas.
– Depresión. La gente se deprime cuando tiene una pérdida. El cuerpo se deprime para ganar energía y pensar en lo que tendrá que hacer.
Afectaciones espirituales
El padre Jesús Manríquez explicó que con la pandemia existe una afectación espiritual en las personas, quienes ante la enfermedad, la pérdida, y la crisis económica, se hacen dos preguntas.
La primera, detrás del sufrimiento, es ¿Por qué?
“Esta pregunta encierra el sufrimiento humano. Ante la muerte, ante la enfermedad, no existe una respuesta sencilla, pero el miedo que se suscita y expresa en esta pregunta es evidencia del pecado en nosotros, no moralista, sino entendido como algo que nos aleja de Dios y nos hace tener miedo”, expuso.
Agregó que contrario al pecado será la fe que otorga esperanza. Sin embargó, reconoció que el miedo está presente en muchas personas, incluido él mismo.
“¿Acaso el cristiano no es una persona que cree en Dios, en Cristo? ¿Por qué si creemos en Dios somos capaces de pensar en un Dios que nos manda esta calamidad?. Todo esto encierra la pregunta dónde está Dios”, dijo.
Para responder a la segunda pregunta, el padre Manríquez dijo que así como el ser humano es el mismo antes y durante la pandemia, así Dios se encuentra en esta pandemia.
“Dios no entiende a veces el sufrimiento humano causado por nosotros mismos, pero Dios está donde ha estado siempre, con nosotros, sufriendo también, ayudándonos a ser fuertes; en medio de las personas que asisten a los enfermos, que se arriesgan, y Dios estaba antes y estará después de la pandemia”, afirmó.
Señaló que muchas veces el ser humano desea que Dios responda de manera milagrosa, pero esa es una fe infantil, aunque lo que se requiere es tomar la situación con una fe madura y buscar a Dios en medio de la dificultad.
“Dios está en la persona que se inclina al borde de su cama para rezar. Dios sigue estándo ahí. Las condiciones no han cambiado en su presencia”, puntualizó.
Afectaciones educativas
La docente Enny Estrada explicó que la pandemia trajo una relación tóxica entre el docente y el padre de familia, por lo que se decidió acortar el calendario escolar.
“La educación ha sido dolor de cabeza para maestros, alumnos y padres de familia. Por eso se adelantó el fin del ciclo, pero al ver que esto se está prolongando se dieron otras indicaciones. Me viene a la mente la frase: ‘La educación a distancia no es la ideal pero es la posible’”, compartió la maestra Enny.
Explicó que la pandemia trajo una nueva modalidad en la educación, sin embargo, existe una resistencia al cambio, tanto en el docente, como en el padre de familia y el alumno.
“Nos resistimos a aprender así, o a apoyar, en el caso de los padres de familia. Esa resistencia no nos permite ni aprender, ni enseñar. El aula, el espacio y el docente no pueden ser sustituidos. La falta de habilidades sociales y emocionales es una limitación para la educación a distancia, pero sí se puede”, afirmó.
Añadió que esta situación también está dejando daños físicos por estar sentados mucho tiempo frente a la computadora o el celular, además existe una falta de comunicación y concentración.
“Estamos viviendo una educación descentralizada, es decir, que no se concentra en el centro. En México siempre ha sido centralizada, la pandemia orilló a la descentralización. Es un avance”, dijo como algo positivo en la pandemia.
Por otra parte expuso que la soledad, el estrés y la incertidumbre han hecho a las personas menos productivas.
“Cuesta el doble hacer todo, hay desmotivación en las tareas a realizar. La dinámica y la rutina en el hogar han cambiado, quizá ya se ha ajustado a seis meses, pero al inicio fue difícil”.