Vivió en carne propia la persecución religiosa en México. Se enfrentó a los masones para recuperar una iglesia y fue exorcista “muy poderoso”. Además, las largas horas que dedicaba a confesar fieles hace que muchos lo llamen “el nuevo Padre Pío”.
Se trata del P. Juan Manuel Martín del Campo, quien sigue camino a los altares tras ser declarado Venerable por el Papa Francisco el pasado 30 de septiembre.
Su Vida
El P. Juan Manuel Martín del Campo nació en Lagos de Moreno, estado de Jalisco, el 14 de diciembre de 1917 dentro de una familia cristiana, en la que se rezaba el rosario todos los días y donde la madre bendecía a los hijos al llegar la noche, afirmó el Padre Rafael González, postulador de la causa de beatificación.
Este ambiente contribuyó a que desde joven Juan Manuel quisiera “consagrarse a Dios y servir a sus hermanos”. Una vocación sacerdotal que también compartió su hermano Fernando.
En la década de los 30 se encontró en México DF con San Rafael Guízar y Valencia, entonces obispo de Veracruz. “Él vio algo en el santo que le cautivó y decidió quedarse en el seminario. Entonces se convirtió en veracruzano por adopción”, comentó el P. González, quien también lleva la causa de varios mártires de Xalapa y en el pasado de San Rafael Guízar.
Durante la guía pastoral de Mons. Guizar, la Iglesia en Veracruz sufrió una cruda y fuerte persecución a manos del gobernador del estado, Adalberto Tejada. A partir de 1930, y con la promulgación de la ley anticlerical 197, se clausuraron los templos y fueron asesinados sacerdotes y fieles.
Pese a las tribulaciones, el Obispo no se dejó intimidar y continuó con la formación de los futuros sacerdotes de manera clandestina. Entre los alumnos estaba Juan Manuel Martín del Campo, que se convirtió en amigo de San Rafael Guizar.
“El santo obispo infundía a sus seminaristas y sacerdotes la fortaleza e inclusive les enseñaba a desafiar los peligros para que, en medio de la adversidad, mantuvieran su vocación al sacerdocio”, indicó el P. Rafael González.
El Prelado también enviaba a los seminaristas y sacerdotes disfrazados de plomeros, albañiles o carboneros para que pudieran celebrar las Misas en la clandestinidad.
Durante estos años, San Rafael nombró a Juan Manuel coordinador del grupo de alumnos que compraba los víveres para los estudiantes del seminario. También colaboraba con el obispo en la celebración de la Misa.
Hijo De La Madre Paz
En ese período de formación, el joven mostró un carácter fuerte que “casi rayaba lo irascible. Pero tú lo veías y era un alma de Dios por un ejercicio interno de virtud que él hacía. Él decía que lo primero por lo que luchaba era por domar su carácter y la bestia interior que llevaba. Se doblegaba ante todo para mostrar el rostro misericordioso de Dios”, dijo el P. González.
“Con el tiempo el joven Juan Manuel Martín del Campo se convirtió en un hombre de paz,
con la serenidad y confianza propia de quien tiene a Dios consigo. Eso lo transmitía y lo dejaba ver en su forma de actuar y de relacionarse con los demás. Era un pacificador nato, en que Dios había puesto ese don para calmar y confundir a los beligerantes”, destacó.
El 16 de julio de 1939, recibió el ministerio del acolitado de manos Mons. Manuel Pío López Estrada, quien sucedió en el cargo de Obispo a San Rafael Guizar. Juan Manuel fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1940.
Su carácter fuerte y aguerrido lo ayudó a enfrentar las injusticias de su tiempo. Cuando tenía 28 años se enfrentó a los masones para recuperar un templo que estos habían convertido en un salón de baile.
“El luchó con un grupo de fieles. Intentó el diálogo y como la otra parte no cedió, fueron poco a poco, sin violencia, entrado y tomando posesión del sitio para devolverlo al culto”. Este templo es ahora la Basílica Menor de Santa María de Guadalupe, un santuario de esta advocación muy famoso en Xalapa.
Como San Pío De Pietrelcina
“Su vida era una oración. Su trabajo lo hacía oración, dedicaba muchísimas horas al confesionario, a atender a los enfermos y a los pobres. Eso él lo hacía oración. Pasaba cerca de tres horas frente al Sagrario, que muchas veces estaban distribuidas en distintos momentos del día porque dependía de las jornadas de trabajo”, dijo el P. González.
Por otro lado, el Venerable P. Juan Martín del Campo ha recibido el título de “el nuevo Padre Pío” debido al don que tenía para la confesión.
“Dedicaba 6 a 8 horas al confesionario. Había una cola interminable. La gente esperaba hasta la medianoche. También, “según los testimonios de los fieles, el sacerdote sabía cuáles eran los pecados que les faltaba confesar a los penitentes”.
Nombrado Exorcista
En 1987 fue nombrado exorcista por el Obispo de la diócesis. El P. González señaló que las condiciones para ser nombrado exorcista es tener “santidad de vida, ciencia, prudencia, vivencia de virtudes cristianas y humanas y no tener ‘facha’ ante los demás”. El P. del Campo cumplía al cien por ciento con todos esos requisitos.
“Fue un exorcista muy poderoso. Incluso algunos de sus exorcismos trascendieron hasta con cierta espectacularidad en nuestra zona centro de Veracruz”
– afirmó.
Uno de los casos más famosos es un exorcismo de 1994. En el Centro de Especialidades Médicas de Xalapa había una mujer que, según los médicos, sufría de un trastorno
psicológico que empeoraba a pesar de todos los tratamientos. Entonces llamaron al P. del Campo quien la libró de los demonios que la atormentaban.
Camino a los altares
El P. Juan Manuel Martín del Campo nació en Lagos de Moreno, estado de Jalisco, el 14 de diciembre de 1917. Murió en Xalapa el 13 de agosto de 1996.
“La gente quiso declararlo santo inmediatamente, pero se tenía que esperar por ley canóniga cinco años. Pero nosotros no quisimos iniciar el proceso inmediatamente. Incluso el Arzobispo sugirió esperar un poco más de tiempo. Consideramos que si seguían las peticiones se iniciaba el proceso”.
Sin embargo, la fama de santidad del sacerdote siguió creciendo e incluso se incrementó el número de los fieles que visitaban su tumba y pedían su intercesión.
“Entonces en el año 2009 iniciamos el proceso de manera formal. Luego de seis años conseguimos el decreto de las virtudes heroicas y el título de venerable. Queda un milagro que se presente para solicitar su beatificación”, manifestó el postulador.
El 30 de septiembre el Papa Francisco aprobó una serie de decretos que reconocen el martirio y las virtudes heroicas de diversos Siervos de Dios, entre los que se encuentra el sacerdote exorcista mexicano, P. Juan Manuel Martín del Campo, fallecido en 1996, amigo del Santo obispo Rafael Guízar y Valencia.
El P. González afirmó que este sería el primer exorcista latinoamericano que va camino a los altares. “No conozco de otro caso similar en el continente así que presumo que será el primero”, comentó.
Algunos rasgos de su vida sacerdotal
Capellán En Xalapa
Era un sacerdote que amaba a Dios con todo su corazón y a la Santísima Virgen María. A él se le debe el rescate del templo llamado en Xalapa “Iglesia del Dique”, por encontrarse en las cercanías de los lagos que llevan ese nombre en la Ciudad Capital de Veracruz.
Paciente, humilde, obediente y con gran espíritu de tolerancia, era también intrépido en sus
acciones. El rescate del templo que había sido ocupado por los masones de Xalapa para salón de baile, lugar de reuniones de las organizaciones sindicales de una fábrica textil que operaba en el lugar y otros usos profanos, en no poca ocasiones puso en peligro hasta su vida. Sin embargo, nunca se echó para atrás en sus acciones, siempre luchó porque ese lugar de culto volviera a ser un templo católico en el que se honrara la presencia de Santa María de Guadalupe y lo logró.
Actualmente se encuentra en el sitio un edificio moderno llamado Santuario de Santa María de Guadalupe (El Dique), que es visitado por miles de peregrinos de Xalapa y la región, que acuden allí para venerar a la Madre del Verdadero Dios por quien se vive.
La Celebración De La Santa Misa
La Eucaristía era para el P. Juan Manuel Martín del Campo, el momento privilegiado de su día. Su unción sacerdotal, su devoción, su arrobamiento ante la presencia de Jesús Sacramentado al momento de la elevación de las especies, era una vivencia de fe, de amor, de gratitud infinita a Dios por darnos a su Hijo Jesucristo hecho Eucaristía. Asistir a las misas del P. Martín como muchos le llamaban, era un privilegio para los fieles que siempre salían reconfortados.
Paciencia En Las Confesiones
Si algún rasgo fue característico de su vida sacerdotal, fue precisamente el de ser un excelente confesor de los fieles que se acercaban a él, para implorar la misericordia divina, recibir el perdón y el consejo adecuado para progresar en la vida cristiana. No es una exageración el compararlo en el confesionario con San Pío de Pietralcina, pues la semejanza con este gran santo, hacía que los fieles lo buscaran donde quiera que se encontraba.
En este renglón se convirtió en un ejemplo para los sacerdotes, a quienes siempre
interpelaba, no con palabras, sino con su actitud paciente y misericordiosa para escuchar los
pecados de los fieles y distribuir el perdón y la gracia dada por Jesucristo. Siempre antes de salir al confesionario, hacía por lo menos veinte minutos de oración ante la imagen de un Crucifijo que se encuentra en la Sala Capitular de la Catedral Jalapeña.
Las Misiones Populares
Por ser un sacerdote pacificador (“El muchacho de la Madre Paz”), el Arzobispo siempre lo mandaba a las parroquias o lugares donde había conflictos, del orden que fueran. Siempre llegaba el P. Martín y los ánimos se calmaban, hacía una misión en el pueblo o lugar de conflicto, confesaba a los fieles, celebrara otros sacramentos y reconciliaba con su presencia aún a los enemigos acérrimos. Por algo, San Rafael Guízar lo llamaba “El muchacho de la Madre Paz”.
El Exorcista
Fue nombrado también exorcista de la Arquidiócesis de Xalapa. Su prudencia, su santidad de vida, su ciencia y don de piedad, le dieron gran poder en contra del enemigo. Fueron muchos los casos que atendió para liberar a obsesos y posesos. Se tienen aún testigos de primera mano de muchos acontecimientos de ésta índole en los cuales el P. Martín del Campo triunfó en contra de las fuerzas del maligno. Son de interés las notas que escribió en diversas ocasiones a este respecto y famosos algunos casos que enfrentó, de los cuales hasta la prensa local dio cabal seguimiento.
Fundador
Siendo párroco de la Ciudad de Coatepec, población cercana a Xalapa, donde pastoreaba la
parroquia de San Jerónimo, fundó por iniciativa propia un colegio católico que actualmente es propiedad de la Arquidiócesis de Xalapa.
Ya enfermo de cáncer prostático, al ver las necesidades de los enfermos cancerosos que acudían a sus terapias, tuvo la gran iniciativa junto con otras personas de fundar un albergue, cosa que hizo mediante una fundación llamada AHTECA (Ayúdame Hermano Tengo Cáncer). Esta fundación sostiene actualmente al albergue y ayuda a familiares y enfermos de cáncer, desarrolla también programas de prevención y de asistencia espiritual a los enfermos de este terrible mal. Actualmente el Albergue lleva su nombre.