Diana Adriano
Aunque se preparaba para ser religiosa y buscó siempre el amor de Dios, Karla García dio un vuelco a su vida tras conocer a un hombre que la llevó por caminos de perdición.
“Me enamoré del diablo… porque no era la persona que Dios me hubiera mandado”, reflexionó sobre el tortuoso camino que vivió y del que Dios la salvó a través de su hijo Crucificado y resucitado.
Karla recordó que desde su infancia sintió el llamado de Dios a la vida consagrada.
“Cuando estaba en la preparatoria asistí a un retiro vocacional y ahí sentí que quería ser religiosa”, confesó.
Sin embargo, se enfrentó a la resistencia de su padre, quien le dijo que la prefería como cualquier mujer, menos como religiosa “porque una religiosa sufre mucho”, le dijo.
Pese a la resistencia de su padre, Karla siguió buscando y encontró el apoyo de una religiosa -Vicky Palacios- de las Misioneras de María Dolorosa. Y a través de ella buscó oportunidades para servir en misiones.
En cierto momento, Karla se unió a las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado en el Centro Tonantzin, una congregación dedicada a ayudar a mujeres en situaciones de vulnerabilidad extrema: indigentes, lidiando con adicciones, VIH, encarcelamiento o violencia doméstica.
A pesar de la oposición de su familia, Karla continuó su servicio atendiendo a jóvenes que habían sufrido abuso físico, psicológico y sexual, acompañándolas en su proceso de sanación.
También acudía a un Asilo de ancianos para acompañar a los adultos mayores, hasta que finalmente encontró un espacio donde se estaba preparando para ser misionera en Chihuahua.
Un plan que no era el de Dios
En medio del proceso de discernimiento para consagrarse como misionera de tiempo completo, Karla enfrentó una dolorosa prueba cuando su abuela falleció, evento que sacudió y debilitó su fe, como ahora reconoce.
Y fue en ese momento cuando conoció un hombre del que se enamoró perdidamente.
“Fue a primera vista …yo no había tenido novio y me enamoré perdidamente. Pero hoy digo que me enamoré del diablo, porque no era la persona que Dios me hubiera mandado”, reconoció.
“Mi relación con él me llevó por caminos oscuros, participando en actividades que me alejaron del amor a Cristo, de mi fe y de mi amor propio”, reveló Karla.
Recordó que en ese tiempo estaba envuelta en un ciclo destructivo pues era víctima de abuso físico y emocional al grado de prácticamente perder su identidad.
Sin embargo, aunque en ese tiempo se había alejado de su comunidad religiosa, Karla encontró consuelo en la oración del Santo Rosario, una práctica que mantuvo firme, incluso en medio del caos.
“Nunca me solté del Rosario”, afirmó reconociendo que fue su ancla espiritual.
Cristo presente
Karla recordó que era criticada constantemente por su pareja, quien la alejaba de sus personas queridas que podían ayudarla.
Sin embargo en cierto momento descubrió a Cristo en busca de su salvación.
Una noche, mientras caminaba rumbo a su casa, escuchó una voz reconfortante que le dijo: “Karla, no voltees para atrás. Esta vida no es para ti, camina hacia adelante”.
Karla nunca olvidará ese momento.
“Descubrí que siempre hay un Cristo que te quiere salvar, sin importar dónde te encuentres. Ese día entendí que tenía que entregarle mi sufrimiento y abandonarme a Él», recordó.
Con el corazón lleno de esperanza, Karla viajó a la Basílica de Guadalupe en busca de guía.
“Le pedí a la Virgencita que me ayudara porque ya no podía más”, confesó.
Y poco tiempo después, su pareja se marchó de su vida para siempre.
Una nueva misión
Ya estando en Juárez, Karla acudió un día a la parroquia El Señor de la Misericordia, donde el padre José Solís (qepd) la invitó a un retiro de Evangelización.
«Desde ese retiro he perseverado a pesar de las luchas y caídas», compartió Karla, destacando que resurgió su deseo de consagrarse por completo a Dios.
Hoy Karla camina en la fe sirviendo a Dios a través de diferentes apostolados, y con un proyecto en mente: formar un grupo de laicas consagradas.
“Quisiera crear un espacio para mujeres que, al igual que yo, sintieron el llamado a la vida religiosa, pero por diversas razones ya no pueden ingresar a congregaciones tradicionales”, expuso.
De esta forma quiere contribuir al enriquecimiento espiritual de la comunidad y al servicio de Dios en Ciudad Juárez. Y transmitir la vida y el amor que Cristo le mostró al rescatarla de su vida oscura, prácticamente resucitándola.