Santa Juana de Arco es un ejemplo total, no solo para las mujeres, sino para todo aquel que quiera estar en la tropa de Cristo y así llevar su Amor a todas partes. Su festividad es el 30 de mayo
Aleteia
Santa Juana de Arco, conocida como la «Santa doncella» es probablemente uno de los nombres propios más representativos de la Edad Media.
Su figura ha inspirado novelas, películas y ha sido todo un símbolo incluso para las feministas.
Su valor al frente del ejército durante la última fase de la Guerra de los Cien Años la convirtieron en un referente de coraje y valentía.
No en vano, la medievalista francesa Régine Pernoud dijo de ella que era «la mujer más conocida del mundo».
Su vida
Juana era una joven piadosa que había nacido en un pequeño pueblo de la región francesa de Lorena, llamado Domremy, probablemente el 6 de enero de 1412.
La suya era una vida como la de cualquier niña de la Francia rural, ayudando en un hogar en el que vivía con sus padres y sus cuatro hermanos.
Juana explicó tiempo después que la piedad que la llevó a su gran destino la había aprendido de su madre.
Visiones y una misión
Cuando alcanzó los catorce años, empezó a tener visiones de santas como Catalina de Alejandría o Margarita de Antioquía así como también del Arcángel San Gabriel.
Por aquel entonces, Francia se encontraba inmersa en una de las guerras más terribles de la Edad Media, la Guerra de los Cien Años.
Y Juana creyó recibir de ellos una clara misión: guiar a la victoria con la ayuda de Dios al ejército de Francia.
Los soldados franceses resistían con grandes dificultades en uno de los últimos enclaves que no había sucumbido a las tropas inglesas, Orleans.
Juana supo entonces que era en aquella localidad situada en el corazón de Francia donde respondería a la llamada divina.
Antes de llegar a Orleans, Juana consiguió presentarse ante el Delfín Carlos en el castillo de Chinon.
La entrevista, que tuvo lugar en 1429, fue su primera prueba ante el mundo. Receloso de aquella joven, el futuro Carlos VII se escondió entre los miembros de la corte y en su lugar puso a un joven del castillo.
Juana no se dejó engatusar por aquella artimaña y consiguió reconocer al delfín entre la multitud, que quedó sorprendida. Superada aquella primera prueba, Juana consiguió convencer a Carlos de su misión divina y puso rumbo a Orleans.
De todos es conocida la gesta de Juana en el sitio de Orleans a favor del ejército de Francia que llevó a la derrota inglesa y a la coronación de un nuevo rey.
Francia cantó las alabanzas de aquella joven campesina que había elevado el ánimo a un pueblo que se creía ya derrotado.
Traicionada por su rey
Ese mismo año de 1429 el delfín era ungido soberano en la catedral de Reims. Desde entonces, Carlos VII, se distanció de la Doncella.
Ella pretendía continuar luchando contra el enemigo según los designios que recibía de los enviados de Dios. Pero al rey, que ya había conseguido lo que quería, no le importó iniciar una serie de pactos aun a expensas de perder territorios.
Juana siguió batallando hasta que fue capturada por los ingleses. Carlos no hizo nada por salvarla.
Acusada de hereje
A partir de entonces, el destino de Juana estaba marcado. Acusada de hereje, fue quemada en la hoguera el 30 de mayo de 1431. Tenía solamente 19 años.
Su familia no se quedó de brazos cruzados y 23 años después de su muerte se revisó el caso consiguiendo que el papa Calixto III la rehabilitara.
Casi cinco siglos después, el 16 de mayo de 1920, el papa Benedicto XV la proclamaba santa de la Iglesia católica en una misa solemne en San Pedro del Vaticano.
El 30 de mayo, aniversario de su muerte, quedó marcado como la fecha para su festividad.
Santa, mística y política.
En 2011, el papa Benedicto XVI dijo de ella que “la compasión y el compromiso de la joven campesina francesa frente al sufrimiento de su pueblo se hacen más intensos por su relación mística con Dios».
«Uno de los aspectos más originales de la santidad de esta joven es precisamente este vínculo entre experiencia mística y misión política».
Tres actos heroicos de Juana de Arco para ser mejores
Para Alexandre Dianine-Havard, fundador del sistema Liderazgo Virtuoso en Francia y gran admirador de Juana de Arco, la heroína de Orleans «nos comunica la belleza y la grandeza del ser humano, nos despierta sed de vida, de emprender y de sacrificarse».
Él mismo lo experimentó hace unos veinte años. Mientras trabajaba como abogado en Finlandia, el rostro de Juana, «resplandeciente de luz y pureza», se le apareció una noche y le susurró, en inglés: “¡Vamos! » (¡Vamos!). «Una gracia que me invitó a abandonar mi profesión de abogado para dedicarme a la enseñanza del liderazgo virtuoso en todo el mundo», contó en las primeras páginas de su libro “Coaché par Jeanne d’Arc”, (ed. Laurier), publicado en noviembre de 2021.
Convencido de la grandiosidad y modernidad que ofrecía la figura de Juana, se esforzó por observar diferentes episodios de su vida y establecerlos como modelos aplicables a la vida cotidiana contemporánea.
A lo largo de los quince capítulos que componen el libro, el lector se deja llevar por Juana de Arco que «susurra buenos consejos al oído». Aquí tres perlas de sabiduría entre las quince que aparecen.
1 No temas al fracaso
A pesar de una vida heroica, Juana experimentó algunos fracasos. El más llamativo es sin duda el de haber sido quemada viva en Rouen, cuando los ingleses aún no habían sido expulsados de Francia. Sensación de una misión inconclusa.
Y, sin embargo, hace decir Alexandre Dianine-Havard a su heroína: «Gracias a mi martirio se completó mi misión. A la misma hora de mi ejecución, los ingleses empezaron a dudar de su victoria. Además, galvanizados por su fortaleza y su coraje, fueron sus soldados quienes cumplieron su misión, ya no con ella, sino para ella. Asimismo, su juicio, tan escrupulosamente registrado, cronometrado y sellado, acabó convirtiéndose en una obra para su gloria, gracias a la cual el mundo entero supo de su vida.»
2 Desarrolla grandeza de tu alma
«La persona magnánima quiere hacer grandes cosas, pero sobre todo quiere ser grande», escribió Alexandre Dianine-Havard ¿Cómo ser grande? Aquí nuevamente, Juana de Arco lidera el camino.
Esto implica descubrir la grandeza en las cosas pequeñas y ordinarias, como lo hizo Juana durante su vida sencilla como pastora.
Requiere también dejarse tocar por la belleza, la bondad, la virtud, practicar la contemplación antes de actuar. La magnanimidad, según Alexandre Dianine-Havard, también se adquiere a través del esfuerzo de una vida regular: todos los días, Juana iba a misa y se arrodillaba a la hora de las completas.
«Es la regularidad, no la emoción del momento, lo que construye el carácter y educa el corazón».
Finalmente, desarrollar tu grandeza de alma significa no dejar pasar la oportunidad de actuar. Juana se mantuvo firme para convencer a Robert de Baudricourt de que la llevara ante el rey. «Debo estar ante el rey», declaró a Jean de Metz, «porque él no tiene más ayuda que la mía».
Del mismo modo, Alexandre Dianine-Harvard nos invita a actuar siempre como si «no hubiera más ayuda que uno mismo».
3 No buscar honores
«Nunca busqué ser aplaudida. Me bastaba saber que Dios me amaba. Cualquiera que tenga un profundo sentido de su dignidad no necesita ser aplaudido», dice Juana en el libro de Alexandre Dianine-Havard.
Llegar a ser mejor pasa por la purificación de las propias intenciones. Es vivir no para ser aclamado sino para hacer la voluntad de Dios. Lo que hizo Juana. Completamente. Podría haber esperado legítimamente un gesto de los franceses para tratar de liberarla cuando estaba prisionera de los ingleses, pero no se hizo nada. «Así que no te preocupes si los que iban a aclamarte te olvidan o te calumnian. Busca sólo agradar a Dios.»
Frase
“(Juana de Arco) sigue siendo, con diferencia, la personalidad más extraordinaria jamás producida por la raza humana».
(Mark Twain)