Diana Adriano
Con motivo de que el sumo pontífice anunció que las mujeres pueden participar en los ministerios laicales de acolitado y lectorado en la Iglesia universal, ministras extraordinarias de la Sagrada Comunión de la diócesis, que además han ayudado al sacerdote en el altar, comparten su testimonio de cómo ha sido servir de esta forma al Señor.
Bendición de Dios
“Servir al Señor en el altar para mi es una bendición. Cada que el sacerdote consagra el vino y el pan, para mí es uno de los momentos más hermosos en la fe, pues sabemos que es Dios mismo el que está consagrando, que nos trae a su Hijo”.
Esto dijo Carmelita Pedroza, servidora de la parroquia La Sagrada Familia, al explicar su sentir al ser ministra extraordinaria de la Sagrada Comunión.
“El ser ministra ha cambiado mi vida. Cada que voy a la misa a servir, para mí es una fiesta que me llena de alegría y de paz, pues sé que es Cristo mismo al que le presto mis servicios”, dijo Carmelita.
“Son muchas cosas que nos pasan a nosotros los ministros, es una maravilla y un regalo de Dios. Yo ya tengo 12 años en el servicio y el simple hecho de estar en el presbiterio, un lugar sagrado, no me siento una mujer digna, pero sé que Dios es tan grande que nos acepta aún con nuestros defectos”, compartió.
Una buena noticia
Carmelita aseguró que la noticia de que el Papa Francisco autoriza oficialmente que las mujeres sean instituídas formalmente como lectoras y acólitas en el altar, le trae mucha alegría, pues a pesar de que ella no se animaría a formarse como acólita, debido a lo agitado de su día a día, piensa que es una muy buena oportunidad para las mujeres de seguir creciendo en la espiritualidad, en el amor y la entrega a Cristo.
“Estoy muy contenta por esta acción del Santo Padre, pues sabemos que él está a favor de crear un mayor espacio para los laicos dentro de la Iglesia y en este caso particular para las mujeres”.
“Sabemos que las mujeres que tomen este camino deben prepararse de manera adecuada y recordar la voluntad firme de servir a Dios y al pueblo cristiano”, explicó.
Y agregó: “Estoy enamorada del Señor, completamente. Yo le pido al Señor que abra más mi entendimiento y mi sabiduría para realizar mi servicio como ministro de una manera adecuada, siempre siendo un reflejo de Él”.
Buena oportunidad para las mujeres
Debido a un gran amor por Dios que nació gracias a su participación en el ministerio de caridad, María Teresa Captain Elizerio, tomó la decisión de unirse al grupo de los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión de la capilla San Luis Rey de Francia.
“Yo quedé completamente atrapada y enamorada del Señor cuando estaba en el ministerio de caridad. Un día el padre Apodaca me mandó la invitación de si quería formar parte de los ministros extraordinarios y acepté, esto ya tiene más de nueve años”.
“Gracias a este ministerio, mi amor por Cristo y el hermano crece cada día más. Siempre son experiencias nuevas las que nos permite vivir y a pesar de no ser digna, es Dios el que me hace digna para servirle”, compartió.
Teresita, como es bien conocida en su comunidad, mencionó que para ella estar en este servicio ha sido una bendición enorme en su vida y que, a pesar de ser una persona de la tercera edad, esto no le ha impedido entregarse por completo al Señor.
Experiencia de fe
De la misma forma, expresó que para ella es de gran alegría que las mujeres puedan ser reconocidas dentro de la Iglesia con este nuevo decreto del Papa Francisco.
“Dentro de todo el tiempo que he prestado mi servicio como ministra, he tenido la oportunidad de apoyar al padre en algunas celebraciones donde por alguna u otra razón, él o el diácono no logran llegar al templo, y me ha solicitado ayuda en la celebración religiosa”.
“Y es una experiencia totalmente diferente en la fe. Entonces, esta es una buena oportunidad para que las mujeres puedan de cierta manera tener esa igualdad con el hombre, en cuestión del acolitado, ya que Jesús no hizo diferencia entre hombres y mujeres”, explicó.
Con esta experiencia personal, Teresita invitó a todas las mujeres a tomar esta oportunidad de servir al Señor, pues si bien sabe que es una gran responsabilidad, también está segura de que que fue el mismo Cristo quien puso esa decisión en el corazón del Papa Francisco.