Ana María Ibarra
Efusivas muestras de cariño recibió el padre René Acosta el pasado sábado 29 de junio de parte de la comunidad de La Sagrada Familia, al despedirse después de dos años de ejercer su ministerio como vicario parroquial.
Con una misa de acción de gracias, el padre René dijo adiós a la comunidad que lo hizo sentirse en una gran familia y de la que se retira tras de haber sido nombrado parte del equipo formador del Seminario, misión que comenzará desde finales del mes de julio.
Agradecido
Al inicio de la celebración, el padre René agradeció a Dios por los dos años y medio que le concedió estar en dicha comunidad y por todas las experiencias vividas. Asimismo, pidió la bendición del Señor para su nueva experiencia.
En su homilía, el sacerdote, quien estuvo acompañado del padre Mario Manríquez, párroco de La Sagrada Familia; y el padre Gustavo Balderas.
“Mi historia no comenzó hace dos años y medio, sino hace más. Hace tres años ingresé al hospital y mi papá partía de este mundo. Sentí que la vida se me iba. Lo único que pude hacer fue arrojarme a los pies de Jesús pidiendo fortaleza y sabiduría para afrontar lo que estaba viviendo. Cómo la hemorroisa, busqué arrancarle el milagro a Jesús y sucedió”, compartió el sacerdote.
Recordó que después de pasar por el tratamiento contra el cáncer y por la espera, finalmente fue enviado a la parroquia La Sagrada Familia.
“Llegué con mucha emoción, muchos nervios, y encontré muchas sorpresas, una de ellas el párroco. Me encontré un sacerdote de carácter fuerte, pero que sonríe mucho. Gracias, padre Mario, por la confianza y este tiempo de aprendizaje”, expresó.
Y añadió: “Me encontré con una comunidad con mucha historia, desde el primer momento me sentí acogido, y aunque creían que era el monaguillo, siempre hubo mucho respeto.
Fueron tantas experiencias y tiempo compartido”.
Será formador de seminaristas
El padre René ahora vivirá su servicio en el Seminario Conciliar.
“Hoy el Señor me llama a ir a compartir con jóvenes que quieren ser sacerdotes. Ustedes fueron ese manto que pude tocar de Jesús. Cuenten con mi oración y recen por mí, que lo necesito mucho”, dijo.
En un gesto de humildad, el pare René ofreció disculpas por aquello que no haya hecho bien y pidió a la comunidad recibir al nuevo vicario con alegría y amor, y a hacerlo sentir en familia como lo hicieron con él.
“Infinitas gracias a todos ustedes por ser rostro de Dios en este tiempo”.
Después de la celebración, el padre fue apapachado con un bello convivio donde compartieron los alimentos y recibió varios obsequios, además de palabras de buenos deseos, que reiteraron el cariño de la comunidad hacia él.