- Antonio Cerda CCR/ Capellán de la Pastoral Educativa
El historiador Dr. Thomas Woods, dice “La Iglesia católica moldeó el tipo de civilización en que vivimos y el tipo de personas que somos mucho más de lo que la gente es consciente…la Iglesia católica fue la indispensable constructora de la civilización occidental. La Iglesia católica no sólo eliminó costumbres repugnantes del mundo antiguo, como el infanticidio y los combates de los gladiadores, sino que, después de la caída de Roma, restauró y construyó la civilización”.
Sin la Iglesia no existiría la belleza de la arquitectura, de la música, del arte sacro, de las universidades, de los castillos, del derecho, de la economía, etc.
La Iglesia en la educación
La Iglesia al ser enviada por Cristo a predicar el Evangelio (Cf. Mc 16,15) cumple su misión evangelizadora, en su ministerio profético con la evangelización, catequesis, predicación etc. su ministerio sacerdotal en la celebración de los sacramentos y ministerio regio en su carácter jerárquico y organización en el magisterio de los Obispos y párrocos. En todo este ministerio podemos apreciar el trabajo educativo de la Iglesia.
En el sacramento del matrimonio, la Iglesia primitiva apreciaba la familia como fundamento de la sociedad y de la Iglesia, por ser un cuerpo unido a la cabeza, como Cristo está unido a su Iglesia (Cf. Ef. 5,24). Los padres de familia asumían la responsabilidad de educar a su familia en la fe cristiana. «Cada casa, un santuario», decía Juan Crisóstomo en el siglo IV.
La celebración de los sacramentos, con sus signos y símbolos, hacen presente la realidad sobrenatural que representan. Y de manera pedagógica enseñan en los principios de la fe.
La predicación cristiana en la tradición docente se realizó con un contenido expositivo y apologético en medio de la persecución. La enseñanza se realizó en las catacumbas, la simbología sirvió de material didáctico. Así surgen las primeras escuelas catequéticas, cuya finalidad es la «catekesis», de De catecúmenos, de Catequistas (S. II). Recibían este nombre por ser la base de instrucción el catecismo, llegó a estudiarse en ellas gramática y retórica. Se convirtieron, con el tiempo, en las escuelas teológicas de la Iglesia (Cesárea, Antioquía, Alejandría,.) y Catequéticas, cuya finalidad fue formar maestros. El estilo de vida de los primeros cristianos fue una herramienta de instrucción. La enseñanza de los apóstoles, la koinonía, las oraciones, la observancia de las ordenanzas, el cuidado mutuo y el amor fraternal.
La literatura del primer siglo del cristianismo tenía un propósito didáctico. Dos fuentes: las cartas de San Pablo y la Didaché o Enseñanza de los doce apóstoles
En el siglo VI San Cesareo de Arlés exponía en el Concilio de Vaison (529) la necesidad de crear escuelas; y de que los obispos se dedicaran a esto. Igualmente fue la Iglesia la que puso en pie para Carlomagno (†814) su política escolar; y retomó la tarea educadora en el siglo X tras el fin de su Imperio.
Diferentes escuelas
Las instituciones educativas pertenecientes a la Iglesia, eran las dependientes de monasterios: o Monacales, o de la Catedral (Catedralicias o Episcopales), dependientes del Obispo.
En las escuelas se enseñaba básicamente conocimientos humanísticos, los conocimientos técnicos y los oficios se aprendían en un taller con un profesional del gremio.
Las escuelas episcopales, aparecen después del II Concilio de Toledo en el año 525, donde se estipula que cada obispo debe crear escuelas en sus sedes para con ello garantizar la formación de los clérigos que han de vivir confiados a un magistrum doctrinae.
Constaban de dos niveles de enseñanza. El maestro tenía que ser alguien ejemplar, culto, que supiera transmitir conocimientos y estuviera bien preparado científicamente. Los alumnos podían ser los donados y los oblatos, niños ofrecidos al templo por sus padres que cuando cumplían los dieciocho años podían decidir abandonar el claustro o integrarse en la comunidad.
Las escuelas municipales se preocupaban de la enseñanza básica de la lectura, escritura y cálculo. No tenían carácter religioso y poco a poco desaparecieron porque fue la iglesia la que más impulsó la educación.
Los que no asistían a las escuelas pertenecientes al clero eran, en muchos casos, educados en casa dentro de la religión católica con pedagogos privados.
Las escuelas monacales y catedralicias, que eran el centro del saber, del arte, de la cultura y fueron sus bibliotecas las más importantes de la época. Las bibliotecas, cobraron gran importancia porque fueron el resguardo de la cultura a ser la fuente para poder leer y consultar libros. Las escuelas monásticas, tenían un espacio denominado scriptorium, como lugar para escribir. Aquí se copiaban los manuscritos por parte de los escribas, siendo así el lugar más importante para la transmisión del saber y el recinto donde su ubicaba la biblioteca, los monjes se ocupaban de copiar obras y de enriquecer sus bibliotecas, este trabajo era lento y minucioso. En los Monasterios la vida giraba en torno a la oración, la formación y el trabajo manual. Fueron famosos los monasterios de Samos (760), Sahagún (904) o San Millán de la Cogolla (923).
Las Universidades
También hay que tener en cuenta la reforma cluniacense en la iglesia hispánica o la llegada de la reforma de Gregorio VII impulsando una renovación espiritual, moral y religiosa en el seno de la iglesia, sustituyendo el rito mozárabe por el ritual romano.
A finales del siglo XI comienzan a fundarse las universidades, como continuidad de estudios después de las escuelas catedralicias y por eso nacen bajo la protección de estas. El III Concilio de Letrán (1179), en Roma, presidido por el Papa Alejandro III (1159-1181), ordenó al clero que abriese escuelas por todas partes para los niños, gratuitamente. Obligó que todas las diócesis tuvieran al menos una. Esas escuelas fueron las semillas de las Universidades que luego surgirían: Sorbona (Paris), Bolonia (Italia), Canterbury (Inglaterra), Toledo y Salamanca (España), Salerno, La Sapienza, Raviera en Italia; Coimbra en Portugal.
En el siglo XII se consolida la Universidad y aparece la legislación para unificar los estudios superiores, se exige para ser docente haber sido antes discípulo y tener aparte otras cualidades como hombre de buena fama y conocer la ciencia de la cual quiere ser maestro.
Se habla de dos tipos de universidades, la “universitates ex consuetudine”, cuando es un papa o rey quien las establece sobre una escuela catedralicia y, la “universitates ex privilegio”, cuando se fundan sin institución precedente. Los reyes serán los precursores de universidades (Universidad Regia) y protectores interviniendo en los niveles educativos superiores, La Universidades Pontificias (en manos del Papa), y la Universidades Episcopales en manos de obispos, municipios y particulares establecen escuelas de grados inferiores. Aparte de las universidades los reyes también se encargarán de proteger las residencias o casas de maestros y estudiantes. El rey Alfonso X en España es el gran impulsor de la universidad
La universidad medieval comienza a existir con maestros y alumnos que se agrupan a modo de asociación. Cada universidad es autónoma, tiene sus propias normas y cuenta con protección tanto pontificia como regia. La lengua en las universidades será el latín, para que adquiera un carácter de universalidad y facilite el movimiento entre eruditos y estudiosos de varios lugares, pudiéndose comunicar en una lengua común.