Claudia Iveth Robles
“¡Mi vida se acabó!”, pensó Víctor hace unos años en un momento de crisis cuando se complicó la enfermedad con la que nació y que hoy lo tiene postrado la mayor parte del día.
Pero gracias al acompañamiento del grupo “Camino al Cielo”, pudo recuperar la esperanza y hoy se dedica a dar consuelo y a orar por otros enfermos.
Víctor Manuel Bautista tiene 47 años de edad. Nació con Espina Bífida, una malformación de la columna que le impide caminar y le genera problemas con el líquido cefaloraquídeo.
Ha tenido varias cirugías desde recién nacido, y aunque pudo desenvolverse de manera más o menos normal, de unos años a la fecha debe permanecer acostado y por ello su cuerpo se llaga.
Camino difícil
A lo largo de su vida Víctor ha tenido dificultades, pero considera las más difíciles la falta de aceptación y sensibilización de la sociedad respecto a las personas con discapacidad.
Aún con todo ello, Víctor logró terminar una titularse como licenciado en Administración de empresas, aunque nunca pudo ejercer y sólo ha tenido otro tipo de trabajos no calificados.
Pero en el 2007 su condición se agravó, de tal manera que los médicos le recomendaron dejar de trabajar y permanecer en cama.
Para el 2012, víctor dufrió una infección en una llaga que le contaminó el hueso de la cadera, por lo que debieron cortar parte del fémur y colocarle una placa y tornillos
“Me enojé con Dios. Le pedía que me sanara, pero parecía que le decía: “mándame otra prueba”, relató.
Auxilio espiritual
En ese año Víctor estuvo hospitalizado cuatro meses seguidos, y más llagas llegaron a su cuerpo por la inmovilidad.
“Cuando salí del hospital pensé que había logrado la estabilidad en mi salud física, pero sentía que espiritualmente estaba enfermo, necesitaba ayuda espiritual”, dijo.
El entrevistado recuerda que un día su mamá le llevó un ejemplar del Periódico Presencia en donde vio una entrevista a Malena Calleros, la fundadora del grupo de enfermos en oración “Camino al Cielo” y se molestó mucho por lo que leyó en ella.
“Decía que cuando uno le pedía a Dios que lo sanara y no lo sanaba uno debía de resignarse a la voluntad de Dios y refugiarse en la oración para encontrar consuelo…critiqué a Malenita por sus comentarios”, reconoció.
Pero se animó a llamar al semanario para pedir el teléfono de Camino al Cielo. Los contactó y pidió que lo visitaran. Fue así como se reencontró con Dios.
“Logré reestablecer mi relación con Dios y comencé a orar por mí y por todos los demás enfermos”, dijo.
Paciencia y sanación
desde entonces Víctor tiene como misión orar por él y otros enfermos.
En sus plegarias, pide a Dios, si es su voluntad, ayudarlo a controlar sus llagas y una salud estable.
Y para los demás enfermos le pide paciencia, serenidad, sabiduría, fortaleza, para poder sobrellevar sus dolores, pues sabe lo que es el dolor.
Dijo que en este tiempo ha aprendido que Dios siempre escucha las oraciones, y si las cosas no suceden de acuerdo a lo que se pide, es porque Dios toma mejores decisiones para beneficio de las personas enfermas.
“Siento que Dios me ha dicho: háblale a los enfermos de tu entorno, solidarízate con ellos dales consuelo, esperanza, tu sabes lo que es el dolor, sufrimiento, quien mejor que tú para que estés al pendiente de ellos”, dijo Víctor.
Por ello, no ceja en su oración diaria, desde las 22 horas que permanece en cama, y desde donde también llama por teléfono a algunos enfermos de Camino al Cielo para darles consuelo o rezar con ellos el Rosario.