La joven Amada Selene Montoya Martínez profesó Votos perpetuos con Clarisas capuchinas…
Ana María Ibarra
En el marco del Año Jubilar 2025 y de los 800 años del Cántico de las Creaturas escrito por San Francisco de Asís, la familia franciscana se reunió el pasado 8 de marzo para celebrar el amor de Dios expresado en la hermana Amada Selene Montoya Martínez, quien ese día realizó sus votos perpetuos en la congregación de Clarisas Capuchinas.
Corazón dispuesto
Acompañada de sus padres, hermanos, de la comunidad de la parroquia La Virgen de la Luz y de sus hermanas de congregación, así como de sacerdotes diocesanos y frailes franciscanos, la hermana Amada Selene vivió ese momento visiblemente contenta y conmovida al saberse desposada por Cristo.
La celebración fue presidida por el obispo diocesano, monseñor J. Guadalupe Torres Campos, quien, ante quien la hermana Amada expresó su disponibilidad y entrega voluntaria como religiosa clarisa para toda la vida.
El obispo reflexionó a la luz de la liturgia que se eligió para ese día, resaltando la respuesta de la hermana Amada Selene ha dado al Señor, preparada con un corazón dispuesto.
“Para conocer al Amado, que es Cristo, se requiere un proceso, creciendo en gracia, en amor, en fortaleza hasta llegar a este momento de consagrarse al Señor. La hermana Amada ha querido profesar de manera perpetua en esta parroquia, en su comunidad, donde están sus raíces”, expresó el obispo.
Invitó a la religiosa a estar siempre preparada, con actitud de amor y con los brazos abiertos.
“Querida hermana, no es fácil, por eso es necesaria la oración, la vida de convivencia, la perseverancia y estar firme en la fe. El Señor te ayude y te fortalezca”, motivó.
Profesión perpetua
El obispo interrogó a la hermana Amada sobre su disponibilidad de consagrarse a Dios de manera más íntima con la profesión perpetua.
La religiosa confirmó su deseo de abrazar los votos de pobreza, castidad y obediencia; abrazar la vida de las Clarisas Capuchinas y vivir solo para Dios en la oración y en silencio.
Amada Selene recibió la bendición de sus padres y enseguida se puso de rodillas. Así, ante la abadesa, hermana Clara, hizo sus votos perpetuos.
Sus votos fueron recibidos y se llevó a cabo la firma del acta de pertenencia total a la comunidad.
En un momento emotivo, la hermana Amada recibió del obispo las insignias de su profesión perpetua: el anillo, símbolo del desposorio con Cristo; la corona de espinas, señal de que seguirá a su esposo Jesucristo, pobre, humilde y crucificado; y el crucifijo, a quien abraza y nadie la apartará de Él.
Después de la profesión, su familia, la comunidad de Clarisas Capuchinas y los sacerdotes presentes le dieron un abrazo de felicitación.
Cabe mencionar que en la celebración estuvieron presentes Clarisas Capuchinas de monasterios de Casas Grandes, Ciudad Madera, en Chihuahua, y de Guadalupe, Zacatecas; así como frailes franciscanos de El Paso, Texas.
Su camino vocacional
La hermana Amada Selene Montoya Martínez es originaria de Ciudad Juárez. Su vocación nació en la parroquia La Virgen de la Luz, a donde acudía a prestar un servicio, a pesar de que su familia no era allegada a la iglesia.
“Asistí a las Jornadas Vocacionales. En la primera, Dios me impactó. Yo ya tenía mi proyecto de vida, quería terminar mi licenciatura y estudios de posgrado. Una religiosa me preguntó cuál era el lema de mi vida y le contesté: como San Agustín: ama y haz lo que quieras. Ella dijo: cómo nosotras, a las que Dios nos llama”, recordó Sor Selene.
Dijo que en ese momento se sintió mirada por Dios, sin embargo, se negó a ese llamado, pues tenía una pareja formal, con planes de matrimonio.
No obstante, decidió a acudir a la siguiente jornada, donde manifestó su negativa. Ahí se le sugirió entrar a una experiencia, sembrando nuevamente en ella la semilla de la vocación.
“En la tercera jornada, por un video del Papa Francisco, Dios me muestra la necesidad de que hubiera jóvenes que oraran siempre, y pensé en que quería ser de ese grupo. En esa jornada hubo un turibus y nos llevaron a distintas casas de religiosas y en todas entramos, pero aquí, las Clarisas no nos dejaron entrar y me cayeron mal”, afirmó.
En esa búsqueda descubrió que el carisma de las Clarisas podría ser la respuesta a su inquietud e inició un proceso con la congregación.
“Lo viví sola, porque sentí que no daba testimonio, pues seguía con mi novio, me iba de antro, me gustaba bailar, y sentí que no era congruente. Pero sentía en mi corazón que algo ardía cuando venía al monasterio. Mis papás no me creían que quería ser religiosa”, dijo.
Finalmente, al concluir su licenciatura, estando en un buen trabajo, la religiosa anunció a su novio y a su familia que ingresaría en el mes de marzo de 2016.
“Dejé el trabajo un mes antes de ingresar, mi novio no me detuvo, pero mi familia aún no me creía. En marzo me acompañaron al monasterio y fue cuando entendieron que era en serio”.
Después de dos años de postulantado, dos de noviciado, en el 2020 hizo su primera profesión.
“Viendo la realidad del mundo, y sintiéndome enamorada del carisma, de Cristo y de su proyecto, decidí que quiero estar aquí, inmolando mi vida en oblación. Agradezco a mi parroquia el cariño que me brindó a pesar de que tenía nueve años de que no iba”, mencionó.
En frase…
“Vale la pena dejar lo temporal por eterno. Chicas, atrévanse a dejarse mirar por Cristo y a dejarse querer por Él. Ayúdenme a amarlo, porque sola no puedo. Esta es una vida muy feliz, de entrega y de amor”.
Sor Amada Selene, CCR