Ana María Ibarra
Separados por un río, pero unidos en una misma fe, las comunidades de las diócesis de Ciudad Juárez, El Paso, Texas y Las Cruces, Nuevo México, se reunieron el pasado sábado 5 de noviembre en el Río Bravo, debajo del Puente Negro, para celebrar una misa en honor a los migrantes fallecidos en su intento por alcanzar una mejor vida.
La misa fue presidida por monseñor Mark Seitz, obispo de El Paso, y concelebrada por sacerdotes de aquella ciudad y de Ciudad Juárez, cuyo presbiterio fue encabezado por monseñor René Blanco, vicario general, en representación del obispo don José Guadalupe.
La celebración
Bajo el cielo nublado, fieles de ambos lados de la frontera, prepararon su corazón y se gozaron en el Señor, danzando y alabando.
La celebración inició con la procesión de los signos de los migrantes: la cruz, la imagen de la Virgen de Guadalupe, mochila, huaraches y agua, banderas y manta.
De ambos lados estuvieron presentes invitados especiales. De lado americano, migrantes procedentes de Haiti, y del lado mexicano, migrantes africanos.
También estuvieron presentes en el lado norteamericano la hermana María de Guadalupe, y el obispo Yousif Habash, eparca de la Iglesia Siria en Estados Unidos quienes ese fin de semana dieron su testimonio en ambas diócesis sobre su experiencia en la persecución religiosa en países de medio oriente.
Bienvenida

Monseñor Seitz dio la bienvenida a los asistentes a quienes se dirigió como hermanos.
“Nos reunimos en el lugar de la frontera para pedir por nuestros hermanos migrantes, en particular por los que han fallecido en su camino. Nos congregamos para rezar por ellos y para pedir que podamos construir puentes de paz”, expresó.
Cruzar las fronteras

En su homilía, el obispo de El Paso reflexionó sobre las fronteras de la vida, de la naturaleza, algunas de ellas necesarias para poner orden en la vida del ser humano. Sin embargo, dijo, es importante descubrir qué significado se le da a cada frontera, pues Dios mismo cruzó la frontera entre lo divino y lo humano.
“En la encarnación Dios ha cruzado la frontera. El Señor nos dice que necesitamos encontrar la manera para que los que viven separados puedan unirse de nuevo y por su misericordia, encontrar una manera de compartir la vida”, expresó el celebrante.
Invitó a los fieles a pedir al Señor muestre un camino para lograr que las leyes humanas puedan representar las acciones de Cristo.
“En esta misa, signo de reconciliación y de unidad, podemos comenzar unidos en la Palabra de Dios, en su Cuerpo y sangre, y vamos a esperar por ese día que viene donde podremos congregarnos en una tierra que no tiene fronteras”, agregó.

Al finalizar la celebración, los fieles de ambas fronteras se despidieron a la distancia, separados por el río pero con un mismo compromiso: servirle a Dios en el amor por los hermanos migrantes.
Como un signo en honor a los migrantes fallecidos, del lado mexicano, lanzaron flores de cempazúchitl al río.