Y sobre la Iglesia maronita …
Pbro. José de Jesús Aguilar/ Agencias
En los últimos años se ha hecho muy popular el culto a san Charbel por los favores que la gente dice recibir por su intercesión. Su imagen lo muestra con barba blanca, túnica negra, y brazos extendidos en actitud de oración. En sus estampas también lo acompañan un cedro de Líbano, un cáliz y la imagen de la Virgen María. En las parroquias es muy común ver la imagen de este santo colmada de listones de colores en donde los fieles escriben sus peticiones. Pero, ¿quién es san Charbel?
- Un santo libanés
El Líbano es el hogar principal de los Maronitas y sede de sus Patriarcas; forma parte de la llamada Tierra Santa. San Charbel nació dentro de una familia campesina el 8 de mayo de 1828 en el pueblo de Beqakafra, a 140 km. del Líbano. Era el quinto hijo de Antun Makhlouf y Brigitte Chidiac, y fue bautizado con el nombre de Yusef (José).
El padre de Yusef murió cuando éste era todavía un niño, por lo que su madre se encargó de la familia; a todos los hijos les dio ejemplo de virtud y fe. Pasado un tiempo, ella se casó de nuevo con un hombre devoto, quien después fue ordenado sacerdote. Cabe señalar que en el rito maronita, los hombres casados pueden ser sacerdotes.
- Un hombre de oración
Yusef estudió en la pequeña escuela parroquial del pueblo, y ayudó a su padrastro en el ministerio sacerdotal. De él aprendió a llevar una vida de oración. A la edad de 14 años, era pastor de ovejas y descubrió una cueva, a la que con frecuencia se retiraba para hacer oración. Además del buen ejemplo de su padrastro sacerdote, dos de sus tíos maternos eran ermitaños pertenecientes a la Orden Libanesa Maronita, por lo que Yusef los visitaba con frecuencia para aprender sobre la vida de los monjes.
- Cambio de nombre y de vida
A los 20 años de edad, Yusef era el sostén de su familia. Tres años después, en 1851, eligió ingresar al convento de Nuestra Señora de Mayfouq. Ahí renunció a su nombre bautismal de Yusef y escogió como nombre de consagración: Charbel. Dos años después profesó los votos perpetuos como monje en el Convento de Annaya, y posteriormente realizó sus estudios de filosofía y teología en el Monasterio de San Cypriano de Kfifen.
- Monje-sacerdote-ermitaño
Fue ordenado sacerdote el 23 de julio de 1859, y al poco tiempo regresó al Monasterio de Annaya, donde pasó muchos años de vida al cuidado de los enfermos, la ayuda a los semejantes y el trabajo manual. Tuvo mucho amor a la Eucaristía y a la Virgen María. A los 47 años solicitó permiso para vivir como ermitaño, en soledad y oración en la ermita de San Pedro y San Pablo. Comía una sola vez al día, y así vivió hasta los 70 años, en que Dios lo llamó a su presencia.
- Muerte y milagros
Aunque san Charbel tuvo una vida alejado del mundo, después de su muerte se hizo muy popular porque Dios quiso señalarlo con numerosos prodigios. Su cuerpo se mantuvo incorrupto por décadas. Suda un líquido rojizo semejante a la sangre, y ocurren prodigios de luz constatados por muchas personas. En 1950, al pasarle un lienzo por la cara, quedó impreso en la prenda el rostro de Cristo como en el Sudario de Turín. Estos acontecimientos hicieron que el pueblo lo venerara como santo, aunque la jerarquía y sus mismos superiores prohibieron su culto formal, en tanto que la Iglesia no pronunciara su veredicto.
- Beatificación y canonización
En 1925, debido al constante culto del pueblo, el Padre Superior de la Orden solicitó al papa Pío XI la apertura del proceso de estudio para la beatificación del P. Charbel. Fue beatificado el 5 de diciembre de 1965 por el papa Pablo VI, quien dijo en ese momento: “Un ermitaño puede hacernos entender, en un mundo fascinado por las comodidades y la riqueza, el gran valor de la pobreza, de la penitencia y del ascetismo, para liberar el alma en su ascensión a Dios”. El 9 de octubre de 1977 fue canonizado, convirtiéndose en el primer santo oriental desde el siglo XIII.
- Su llegada a México
A inicios del siglo XX, frente a las hostilidades de las fuerzas otomanas contra los cristianos de Líbano, las migraciones libanesas a México comenzaron a darse de forma masiva: la gente venía en barcos portando, a manera de protección, imágenes de Charbel Makhlouf (san Charbel), quien, aunque aún no había sido canonizado, tenía fama de santidad entre libaneses, rusos, cristianos y musulmanes, por su testimonio de vida.
“Fueron esos migrantes quienes introdujeron a México la imagen de aquel monje asceta maronita”. Así lo explica el padre Yaacoub Badaoui, de la iglesia de Nuestra Señora de Líbano en CDMX, quien agregó que en México su figura comenzó a difundirse ampliamente a partir del último cuarto del siglo XX, tras su canonización, gracias a la labor del grupo de Las Damas de San Charbel, quienes propagaron su devoción.
“Sobre todo, la fama de san Charbel fue creciendo en México con singular rapidez debido a que es un gran intercesor, por el que el Señor concede a los fieles numerosos milagros, como lo ha dicho el Papa Francisco”.
¿Qué es la Iglesia maronita?
La Iglesia Maronita nació en la diócesis de Antioquía, que desde el siglo IV, abarcaba Fenicia, Siria y Palestina. La liturgia de esta diócesis era la “liturgia antioqueña”. Llamada así, debido a que las lenguas usadas por los fieles de Antioquía en sus ceremonias religiosas y en sus oraciones comunitarias, eran el siríaco o el arameo.
El siríaco era pues, la lengua litúrgica de la región; Cristo mismo la usó y las palabras de la consagración que canta el sacerdote maronita en la misa, son casi las mismas que pronunció Cristo en la última Cena, la víspera de su Pasión.
Los maronitas hablaron el siríaco hasta los últimos siglos, actualmente esta lengua solo se habla en algunas regiones del Medio Oriente.
Ritual maronita
A partir del siglo XVI se trató de latinizar la liturgia maronita. Esta latinización, afectó sobre todo el Ritual y la Misa. Sin duda, el objetivo era digno de alabanza, pues se buscaba hacer pública su adhesión indefectible a la Sede Apostólica de Roma.
Pero las consecuencias fueron que, en cierta forma, la liturgia maronita perdió su sello oriental. Por esta misma época, los maronitas empezaron a traducir las oraciones de la misa y sus oficios a la lengua árabe que se impuso desde la edad media, declarada lengua oficial del Líbano en 1943.
Actualmente la liturgia maronita conserva el siríaco como lengua litúrgica, pero la gran mayoría de textos litúrgicos se leen o se cantan en árabe o en la lengua del país donde se oficia, lo que hizo perder a la Iglesia Maronita uno de sus rasgos tradicionales, sobre todo, porque la liturgia para los maronitas es el centro de su vida eclesial.
La arabización fue pues, tan lamentable como la latinización.
En el Maronismo ser cristiano es recibir el sacramento del Bautismo y creer en Jesucristo. Fue ahí, en Antioquía, donde los discípulos de Cristo, recibieron por primera vez el nombre de Cristianos.