El Verano ofrece a los jóvenes seminaristas de la diócesis, la gran oportunidad de vivir una experiencia transformadora en las comunidades parroquiales a las que son enviados para realizar apostolado…Estos son algunos testimonios que reflejan la alegría y la entrega en tal encomienda.
Ana María Ibarra
Cumpliendo con su misión de suscitar, promover y cuidar el nacimiento, discernimiento y acompañamiento de las vocaciones sacerdotales, como lo indica el documento Pastores dabo vobis, el Seminario Conciliar de Ciudad Juárez envía a sus seminaristas a una formación pastoral en las distintas comunidades parroquiales de la diócesis mediante apostolados.
Caridad pastoral
El padre Francisco Sánchez, responsable de la Dimensión pastoral del Seminario
y prefecto de disciplina del Curso Introductorio, explicó los objetivos del apostolado en cada una de las facultades del Seminario.
Redactó un documento en donde explica que es necesario comprender que la caridad pastoral es esencial para el sacerdote diocesano y que su espiritualidad y santificación está en ello.
“La valoración adecuada de la caridad es clave para la comprensión de la formación inicial y aunque hay diversas formas de espiritualidad que enriquecen al seminarista en su proceso del Seminario, la caridad pastoral debe ser la nota distintiva y configuradora de su vida y futura acción sacerdotal”, explica el padre Francisco en el documento.
Así pues, la finalidad del Seminario es la de formar pastores con una clara espiritualidad diocesana.
“El Seminario es el espacio ideal para discernir esta vocación y donde el futuro pastor responde al llamado y a la misión en el mundo, porque el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común”, añade.
Con base en lo anterior, se envía a los jóvenes en formación sacerdotal, a realizar apostolados en distintas parroquias.
“Cada destino pastoral al que es enviado el seminarista está circunscrito a la Diócesis de Ciudad Juárez, sin embargo, ya es algo realizado en favor del mundo, ya que la Iglesia Universal se hace presente en la realidad concreta de nuestra diócesis”, dijo el padre Francisco.
Objetivos específicos
Explicó que el apostolado de cada una de las etapas formativas del Seminario cuenta con objetivo específico.
“El Seminario menor o Preparatoria, junto al Curso Introductorio, estarían en la fase de comprensión de la misión de la Iglesia, de lo que es la Diócesis de Ciudad Juárez y de la comunidad como elemento que enriquece el corazón de un candidato al sacerdocio”, explica en su escrito.
Por lo tanto, es importante que el joven manifieste interés y amor por el servicio y por la misión apostólica de la Iglesia.
Por otra parte la etapa del discipulado o de los estudios filosóficos, está en la fase de valoración en el amor, pues los apostolados en esta etapa quieren que el seminarista se encuentre con sus cualidades y limitaciones para que la decisión de entregarse a la causa del Reino sea en libertad.
Seminaristas en acción
Alejandro Samaniego, quien pasó a segundo de Filosofía, realiza su apostolado en Catedral. Dijo que este servicio es muy distinto a otros apostolados ya que el párroco Eduardo Hayen organizó las actividades que realizarían él y su compañero cada día de la semana.
«El lunes nos dedicamos a los migrantes, ayudando en el comedor. Los martes fuimos al mercado a platicar con la gente y ofrecerles el servicio de la bendición de los locales. Los jueves los dedicamos a las horas santas y los viernes vamos al Hospital de la Familia a dar palabras de aliento y esperanza. Los sábados realizamos catequesis sobre el beato Carlo Acutis a los grupos de la parroquia”, dijo Alejandro, quien, junto a su compañero finaliza la semana con su servicio en las misas.
Gran aprendizaje
El seminarista dijo que este apostolado le ayudó mucho a sensibilizarse con la comunidad.
“Ver como los migrantes sufren diariamente me sensibilizó para hacer las cosas con amor sin esperar nada a cambio. Me quedó el corazón lleno. En el caso del mercado, las personas viven al día y eso sensibiliza. Con los enfermos tuve experiencias muy fuertes al ver a las personas que lucha por su vida con esperanza”, dijo el joven.
Todo lo anterior, añadió el seminarista, le ayudó a entender el sentido de la caridad y la empatía.
Alejandro reconoció que se enfrentó a una de sus limitaciones que es la pena o vergüenza de hablar con la gente.
“Pero al ver a Cristo en las personas, esas limitaciones se convirtieron en fortalezas. El amor a mi prójimo y ver la realidad de la ciudad, de la diócesis fue el aprendizaje más grande que me llevo de este apostolado, además de sentirme acogido por la gente que confía en que Cristo se hace presente a través de nosotros”.
Un corazón abierto para pastorear
Por otra parte, la etapa configurativa, donde se estudia la teología, es la fase de la apropiación existencial de la caridad pastoral como distintivo de su obrar, sentir, amar y pensar.
“En esta última etapa del Seminario los apostolados exigen mayor tiempo y disponibilidad del seminarista, pues estarían aprendiendo a ser pastores al estilo de Jesús”.
Teólogo en el centro
Álvaro Morales ingresará a segundo de teología y, encaminado al final de su formación, vivió este apostolado con mucha alegría al conocer otras realidades.
“Este es un sector que no conocía. Vine a ofrecer lo poco o mucho que tengo para darles, pero también a tomar sus experiencias, sus almas y corazones para aprender de ellos”, compartió el joven que anteriormente sirvió en el poniente de la ciudad.
El estudiante de teología dijo que este año ha logrado desarrollar cualidades que le ayudarán a forjarse como pastor, una de ellas la vida de oración, aspecto importante para la vida del sacerdote.
“La oración es para uno mismo, pero también para el pueblo, para las realidades que voy tocando, las personas que he ido conociendo, sus problemas y alegrías; todo eso lo voy llevando a la oración y se enriquece el panorama”.
Otra cualidad es la cercanía con el pueblo.
“Todos los días, después de misa de ocho de la mañana, los padres de Catedral salen a despedirse de la gente dándoles la mano, incluso la gente se despedía de nosotros, se aprendieron nuestros nombres y en esa cercanía de conocernos y conocerlos llevé sus necesidades a la oración, a Jesús”.
Corazón abierto
Álvaro descubrió que voltear a ver a la humanidad es algo con lo que se lucha en este tiempo incluso en la Iglesia, por lo que experimentó una exigencia como futuro pastor.
“La zona centro tiene mucha miseria humana, hay gente que no tiene donde vivir, personas inmersas en el alcohol y las drogas, incluso pierden el deseo de una vida. Esta realidad me invita a voltear a ver al hombre que muchas veces no es libre. Sigue habiendo hombres necesitados del mensaje de Dios, que los llama a la felicidad”.
Entre todo lo que Álvaro se lleva de este apostolado, la parte más importante es tener un corazón abierto para no permanecer indiferente.
“Me voy con una actitud de un corazón abierto hacia la vida, aunque muchas veces toque sufrir, toque llorar o enojarse, pero es parte de la vida y si vivimos en la monotonía, cerrados a esas emociones, nos daremos cuenta de que no estamos construyendo el Reino que Cristo quiere”, finalizó.