Fray Mauro Muñoz, OP, párroco de Santos Mártires Mexicanos
Con el final del año litúrgico, los textos evangélicos se acercan al final del ministerio público de Jesús.
El pasaje de hoy es el inicio del quinto sermón o discurso de Jesús que presenta Mateo. Es lo que se conoce como el discurso escatológico que invita a prepararnos para lasegunda venida de Jesús.
Frente al imponente templo que había construido el rey Herodes (ver Mt 24,1s), en este último discurso, Jesús mira hacia el futuro, enseña a sus discípulos sobre su regreso (su ‘parusía’) y sobre el fin del mundo (Mt 24, 3-25, 46). Los Evangelios para este y los dos siguientes domingos se toman de este discurso.
El discurso desarrolla ideas que no son fáciles de entender con nuestra comprensión actual del tiempo y la historia. Se habla de eventos aterradores como guerras y terremotos y de grandes penurias que son señales del fin del mundo.
Se profetiza el regreso de Jesús resucitado como juez en el juicio del fin del tiempo. Estas ideas son ajenas a muchos en nuestros días. Tienen sus raíces en el judaísmo del que viene Jesús.
El cristianismo primitivo adopta y varía este pensamiento teológico: una de las convicciones básicas de la Biblia en el Antiguo y Nuevo Testamento es que Dios está en la historia del pueblo de Israel y, desde una perspectiva cristiana, en la historia del hombre Jesús de Nazaret, mostró que Dios es el Señor de la historia y, en última instancia, determina su curso. Y porque Dios es el Señor de la historia, al final el mundo será justo, el Dios justo se encargará de él.
Las experiencias que tuvo la gente de Israel en los tiempos bíblicos son a menudo muy diferentes. Una y otra vez hay poderes dominantes extranjeros que impiden que el pueblo viva libremente en la tierra que Dios le ha dado y que explota esa tierra y sus habitantes.
En la vida de Jesús fueron los romanos. Una y otra vez es profundamente injusto, tanto grandes como pequeños sufren. Dios parece estar muy lejos. Muchos ya no son capaces de reconocer su voluntad de justicia y su poder para determinar el destino del mundo.
Es en el contexto de tales experiencias que algunas partes del judaísmo han puesto su fe y esperanza en Dios en el futuro. Dios restablecerá su dominio en el mundo. Establecerá un tribunal y llevará justicia a su propia casa, o enviará a alguien para que lo haga en su nombre. El mundo existente, experimentado negativamente, cambiará radicalmente, se volcará, se dará la vuelta (¡el significado literal de nuestra palabra «catástrofe»!) Para darle forma nueva y diferente.
Los acontecimientos de los que habla Jesús en el discurso de los capítulos 24 y 25 se mueven en este mundo de pensamientos. Los desastres como las guerras y los terremotos son signos de la caída del mundo existente y, por lo tanto, por mucho que traigan horror y sufrimiento a este mundo, también son signos de esperanza.
El Hijo del Hombre, de cuya venida se habla en Mt 24, 29, es una figura tan representativa de Dios. Sus orígenes se encuentran en las visiones del libro de Daniel que habla de la venida de «uno como un hijo de hombre» a quien se le dará dominio, dignidad y realeza (Dan 7, 13s). Los primeros cristianos creen que Jesús será el Hijo del Hombre. El juicio que llevará a cabo significa hacer cumplir la justicia de Dios contra la injusticia de este mundo.
Es importante para la comprensión que estamos en el campo del lenguaje simbólico. Aquí se toman experiencias y circunstancias del mundo humano para hablar de Dios y sus acciones. El juicio se convierte en la imagen para la aplicación de la justicia de Dios; se utilizan grandes catástrofes terrestres como guerras y terremotos para poder captar e imaginar lo que podría significar el derrocamiento de este mundo.
Al mismo tiempo, sin embargo, siempre debe quedar claro: hay metáforas, hay imágenes, hay “muletas” que deberían ayudar a comprender y usar el lenguaje.
El discurso del fin de los tiempos está dedicado en primer lugar a las preguntas de cuándo y bajo qué signos vendrá el fin del mundo.
En la sección intermedia, de Mt 24, 43, se enfoca un tema posterior: ¿Cómo debe uno vivir frente al juicio venidero, cuyo tiempo exacto nadie sabe? ¿Cómo es la vida cristiana que se extiende entre el ministerio terrenal de Jesús y su regreso como Juez del Hijo del Hombre?
Mateo hace que su Jesús discuta estas cuestiones, muy típicas del Evangelio, con la ayuda de varias parábolas (Mt 24, 43 – 25, 30). Todas las parábolas hablan de un personaje principal ausente que regresa o llega al final y responsabiliza a sus subordinados por su comportamiento durante su ausencia.
La referencia al tema del discurso de los últimos tiempos, el regreso de Jesús al juicio, es fácil de establecer.La conclusión del discurso es la descripción de este juicio, en el centro de la cual está la pregunta con que media juzgará Jesús (Mt 25, 31-46).