Ana María Ibarra
Unos cuantos meses de haber iniciado un proceso vocacional han sido suficientes para que Paulina experimente el gozo de sentirse llamada a la vida religiosa.
Con 17 años de edad, Paulina Chávez Serrano se encuentra en un proceso de acompañamiento vocacional con el fin de discernir sobre su vocación a la vida consagrada, la cual nació en ella a la corta edad de 7 años.
Inquietud en la niñez
“Estaba en el Instituto Teresa de Ávila y veía a las madres que estaban ahí. Ellas me invitaban a orar con ellas. Me llamaba mucho la atención y pensaba: qué padre ha de ser llevar una vida para nada más estar con Dios, estarlo sirviendo. Me emocionaba el hecho de estar con ellas y quería saber que más hacían. Así fue como empezó mi llamado de querer ser religiosa”, compartió Paulina.
La inquietud de Paulina siguió, aunque en su inocencia no sabía que las religiosas no se casaban, y otro sueño que tenía era vestirse de blanco y casarse.
“Me quería aferrar a la idea de vestirme de blanco el día de mi boda, pero siguió esa inquietud de la vida religiosa”, dijo.
Paulina platicaba con su mamá sobre su inquietud, pues fue ella quien le inculcó el amor a Dios. “Ella siempre decía que sí me imaginaba como religiosa. Siento ese amor que tú lo vas a hacer, me decía. Mi mamá, mi papa y mi hermana siempre me han apoyado”, dijo contenta.
Inicio de un proceso
Paulina vivió un retiro vocacional, pero no aceptaba del todo el llamado. Ahí le explicaron que el encuentro vocacional es para discernir sobre su vocación con las opciones de religiosa, laica o vida matrimonial.
“Surgió la semillita de querer saber más acerca de la congregación. Viví el encuentro el verano pasado y me apunté para una experiencia de acompañamiento y saber si estoy llamada la vida religiosa. Después me llamó la madre Carmen”, compartió.
A partir de ese verano, Paulina inició su acompañamiento de manera personal cada dos semanas con la hermana Carmen Zubía.
“Con el acompañamiento me di cuenta, en el área personal, que todas mis cualidades las había encerrado, eso me ayudó a liberarme, me ha hecho más libre. En el área vocacional no encuentro ninguna dificultad para mi vocación. Ahora me siento más llamada para ser religiosa porque en este proceso ha ido aumentando mi gozo”, dijo emotiva.
Y agregó: “Esa semillita ya se ha plantado, ya echó raíces, quiere dar fruto en la vida religiosa y cada vez va creciendo más”.
Quiere ser Misionera de María Dolorosas.
Un llamado especial a ser Misionera de María Dolorosa es lo que Paulina está experimentando, por lo que ha iniciado a conocer la congregación más de cerca.
“En diciembre me quedé unos días en la Ciudad del Niño. Estuve conviviendo con los niños, dándoles de comer, me tocó limpiar y ordenar luego de una fiesta. Me invitaron para descubrir si esto me hace feliz y hasta el momento sí me ha hecho feliz”, dijo esbozando una sonrisa.
La joven ingresará a su último semestre de preparatoria y planea, al terminar, hacer una experiencia de seis meses en Guadalajara, aunque dijo, tiene una “carrera de repuesto”.
“Si mi llamado es definitivo, ingresaré a la congregación”, aseguró.
frase…
“Las invito a ir a las jornadas vocacionales para aclarar las dudas. Aunque sientas miedo, se siente también ese gozo que es imparable y que sigue creciendo. No tengan miedo a lo que diga la gente, a veces los papás, los amigos no ayudan mucho, pero es decisión personal. Vocación es servir a Dios y en cualquier vocación, Dios es lo principal”.
Paulina Chávez