A propósito de la intención de oración del papa Francisco para este mes de enero, presentamos el testimonio de educadores que son realmente testigos creíbles en su misión de instruir a los más vulnerables.
Diana Adriano
La comunidad Marista siempre se ha caracterizado por sus iniciativas de acciones que reflejan su fraternidad y solidaridad, este es el caso de la maestra Abigaíl Fernanda Ruiz Cuevas, quien durante 31 años se ha entregado a la misión Marista y durante 15 se ha enfocado en apoyar en sus estudios a los jóvenes y adolescentes de las comunidades más vulnerables de la ciudad,
Amor a la docencia
La maestra Aby, como es conocida, trajo a su memoria que fue cuando tenía 12 años cuando descubrió su amor por la docencia, mientras participaba como auxiliar de catequista con los niños pequeños en la parroquia Cristo Rey.
“A partir de ahí nació un interés muy hermoso. Me gustaba mucho poder compartir lo que sabía hasta ese momento con los más pequeños”, expresó la maestra.
Este interés por la docencia siguió creciendo hasta llegar a la hora de decidir qué carrera estudiar. Sin pensarlo, optó por la Licenciatura en Educación.
“Al acabar la universidad comencé a laborar con los hermanos Maristas en el año 1991. Mi primer trabajo con ellos fue acompañar un salón de 5to de primaria en la escuela Isabel M. Talamás. Posteriormente, me hablaron del Instituto México y comencé a dar materias de preparatoria, tiempo después me tocó ser la subdirectora”, compartió.
Con el pasar del tiempo, la maestra tenía la necesidad de seguir formándose, por lo que los hermanos Maristas le dieron la oportunidad de realizar una Maestría en Educación, lo cual le permitió dar clases en todos los niveles académicos, desde preescolar, hasta la universidad.
Trabajo por la educación
La maestra Aby compartió que en su deseo de mejorar su servicio, los Maristas la enviaron a Guatemala a vivir una capacitación durante 4 meses, experiencia en la que descubrió que el llamado que Dios le hacía, era hacia los más vulnerables
“Dentro de la capacitación, teníamos que elegir un servicio en una asociación, por lo que elegí una en la que atendían niños con VIH-SIDA. Un trabajo que me impactó mucho porque acompañamos la muerte”, dijo.
Expuso que cuando estaba a punto de terminar esa capacitación la invitaron a quedarse en Guatemala
“Pero hice una reflexión al ver que en Juárez también hay necesidad muy grande, así que decidí que todo lo que aprendí en ese curso, lo aplicaría en Juárez. Vine con la firme intención de irme a servir en la periferia”, indicó la entrevistada.
“Al regresar a Juárez hablé con mis autoridades maristas, y como ellos ya tenían escuelas en la periferia, fue muy sencillo realizar mi cambio y me apoyaron en todo momento”, agregó la docente.
Fue así como la docente formó parte de la familia de la Escuela Secundaria Montesinos, institución que se encuentra en la colonia Tarahumara.
“Agradezco a Dios que en estos más de 30 años de ser maestra marista. La mitad de estos años ofrecí mi servicio a gente con recursos, a través del Instituto México, pero desde hace 15 años he dado mis servicios a la gente de escasos recursos que está en la zona Poniente de nuestra ciudad”, dijo.
“Puedo decir que la diferencia más notable es la económica, pero no hay diferencia en la formación y el acompañamiento que se ofrece”, aclaró la entrevistada.
Fomentar oportunidades
La misión de la maestra Aby no sólo consiste en ser maestra, sino que es realmente una educadora que acompaña muy cercana y fraternalmente la misión de cientos de muchachos en el poniente de Ciudad Juárez.
Ella, junto con algunos de sus exalumnos, crearon la asociación “Compañeros de Camino A.C.” que ofrece becas a estudiantes para que puedan continuar su educación media superior y luego la universidad.
“A través de esta asociación, los exalumnos maristas otorgan cada semestre un promedio de 37 a 40 becas en la preparatoria Agustín Pro. El compromiso es acompañarlos cuando salgan de la secundaria, caminar con ellos los tres años de prepa y ponerlos en el primer semestre de la Universidad”, expuso la entrevistada.
Asimismo, explicó que la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez tiene un convenio con ellos desde el 2009, en el que se señala que mientras los jóvenes pasen el examen de admisión, solo se les cobrarán 54 pesos el primer semestre.
Un mejor futuro
Este programa de apoyo ha tenido muchos beneficiarios, uno de ellos es Cinthia Jacqueline Vega Ávila, joven de 27 años que recibió el apoyo desde que se encontraba en la secundaria y llegó a terminar la carrera de Ingeniería en Mecatrónica, y posteriormente una Licenciatura en Ciencias Religiosas con los hermanos maristas.
“Estoy muy agradecida con la comunidad marista por esta oportunidad que nos han otorgado a tantos niños y jóvenes de este sector de la ciudad. Sabemos las carencias que hay, pero ellos nos han ayudado a salir adelante y construir no solo un mejor futuro para nosotros, sino que también para nuestras familias”, compartió Jacqueline.
Hoy por hoy, Jacqueline se ha convertido en misionera Marista.
“Ha sido un proceso largo, pero muy bonito. Sin duda nunca me cansaré de agradecer a la maestra Aby y a todos los que nos han apoyado, pues muchas veces en esta zonas de la ciudad no se tienen las posibilidades de seguir con nuestros estudios, pero gracias a ellos lo hemos logrado”, agregó.
Norma Guadalupe Gaitán, y las gemelas Katia Rebeca y Sarah Marlene Torres Gómez son otras de las beneficiarias de esta asociación, quienes se han esforzado por sacar buenas calificaciones y hacer que esta labor que realizan los exalumnos maristas, no sea en vano.
Intención de oración del Papa Francisco. Enero 2023
Por los educadores: Oremos para que los educadores sean testigos creíbles, enseñando la fraternidad en lugar de la competencia y ayudando especialmente a los jóvenes más vulnerables.