Presencia
Somos seres que aprenden, pero también que enseñan. Bajo esta premisa, la educadora Fátima Anaya Ramírez aborda la situación que guarda actualmente el sistema educativo en México, tras haber atravesado el mundo entero por una pandemia.
Ofrece luces sobre el tema a propósito de la intención de oración del Papa Francisco, que en este mes de enero llama a todos los católicos a elevar oraciones por los educadores: para que sean testigos creíbles, enseñando la fraternidad en lugar de la competencia y ayudando especialmente a los jóvenes más vulnerables.
Aquí la entrevista:
¿Cómo funciona el actual sistema educativo en México? ¿Cuál es su objetivo?
La institución rectora de la educación en México es la Secretaría de Educación Pública (SEP) es el organismo por el cual toda la educación, tanto privada, como pública, se organiza. Y en esta hay diferentes niveles, de la educación inicial hasta los posgrados, pero todos ellos, tanto privada como pública, dependen de la SEP.
Su principal función es realmente que todas las mexicanas y los mexicanos tengan acceso a la educación, independientemente del nivel y en cualquier lugar. Por mucho tiempo, el objetivo de la secretaría fue precisamente eso, una cobertura total del territorio nacional, para que todos los mexicanos tuvieran acceso a educación, y obviamente, que esa educación debería de ser de calidad, en algunos aspectos no es, pero ese es el objetivo principal de la secretaria, que haya cobertura a nivel nacional.
¿Cree que es un modelo adecuado a las necesidades de la sociedad, hoy? ¿Por qué?
“Cada tiempo o cada época tiene sus retos. Sin duda, después de la pandemia hubo mucha deserción escolar en los diferentes niveles, estamos hablando de educación básica, al menos ahí hay algunos indicadores qué nos hablan de una deserción significativa en la cuestión de la matrícula. Creo que ahorita nuevamente se tendrían que retomar los programas para poder, otra vez, captar a esos alumnos que han desertado y ver las posibles causas.
Hay muchos casos en los que se perdió algún familiar o al padre de familia que era quien aportaba el soporte económico, y entonces, esa es una de las causas por las cuales los niños han dejado la escuela, y algunas otras razones, como puede ser la violencia.
Es tan complicado el Sistema Educativo que también estamos viendo un reajuste en la forma en que los docentes ingresan al servicio, esa logística que actualmente la tiene la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros (USICAMM) es muy complicada y en algunas Zonas Escolares no se cubren los espacios escolares con docentes.
¿Responde a las necesidades?, pues no, porque siempre habrá espacios en los que no se esté atendiendo, ya sea porque los niños han desertado o porque las condiciones de las escuelas y el número de los docentes, no satisfacen las necesidades de las zonas.
El papa Francisco ha pedido rezar por los educadores, para que sean testigos creíbles. ¿Qué le dice esto?
En lo personal me conmueve. Me parece que el Papa Francisco, siendo de Latinoamérica, es consciente de las necesidades educativas de estos países, en especial él está muy cercano a este organismo llamado “Scholas Occurrentes”, yo creo que eso lo aproxima más a las necesidades educativas de todo el mundo.
Me conmueve como docente que la primera intención de este año sea orar por los educadores. Me conmueve porque también él sabe que tenemos un gran reto que es el llevar a los niños y adolescentes a una cultura del encuentro, pues somos una sociedad pospandemia, en la que el encuentro con el otro conllevaba un riesgo.
Yo lo veo en educación preescolar e inicial, la mitad de su vida se la pasaron encerrados, por así decirlo. El poder generar nuevamente en ello una cultura del encuentro y de fraternidad se me hace muy importante.
Que el Santo Padre piense en nosotros como educadores y con la asistencia de la Iglesia en la oración me parece todavía aún más conmovedor porque en esto se necesita vocación, entrega, ciertamente también se necesita conocimiento, puesto que para ello nos especializamos.
También pide rezar para que se enseñe fraternidad en lugar de la competencia ¿A qué se refiere esto? y desde su experiencia, ¿Por qué cree que esto es importante?
A partir del año 2000 muchos de los programas en Latinoamérica estaban basados en competencias, entendiendo en competencias como esta integración de habilidades, conocimientos, destrezas, no tanto como de competición; sin embargo, me parece que al interior de los centros escolares, aún hay ciertas prácticas que conlleva al individualismo o a destacar, por ejemplo, en cuestiones de premios que se otorgan. Entonces, sí hay prácticas que nos invitan al individualismo del desarrollo.
Pero hoy me parece que el programa actual tiene cuatro elementos, y uno de ellos es la relación con la comunidad, creo que eso es un acierto. Este programa va en línea a nivel mundial, de poder encontrarnos como comunidad, y de no ver a la escuela como un ente aislado de la sociedad, sino como parte de la sociedad, y como un vínculo con ella. En especial, el programa que se está gestando -porque todavía no está en implementado- que es la Nueva Escuela Mexicana, tiene ese elemento voluntario en el que se nos exhorta a generar en los niños este sentido comunitario, de solidaridad y fraternidad, pero vamos saliendo de una pandemia, de un aislamiento en el que los niños tienen más relación con los dispositivos electrónicos que con las personas y eso tiene un impacto en el aprendizaje, pues tienen limitaciones en el desarrollo del lenguaje, en el desarrollo de diversas virtudes como la empatía y la solidaridad. Ese impacto que los niños tuvieron en la poca interacción con el otro, afecta en su desarrollo del aprendizaje, porque el aprendizaje es social. Esta visión comunitaria es necesaria en esta época, es importante que salgamos al encuentro del otro.
¿Cómo los consagrados y laicos en la Iglesia católica, podemos contribuir a que estos anhelos del papa sobre la educación y los educadores, se hagan realidad?
Si nosotros entendemos como educación solo lo que pasa dentro de las escuelas sería una visión limitada de la educación. La educación es muy amplia y aplica en todos los ámbitos de la vida; en la vida familiar, en la vida vecinal, en el grupo de amigos, hasta en los ambientes laborales. Todo sin duda, es un proceso de educación, en el que nos educamos unos a otros.
Yo creo que lo principal es el ejemplo, realmente hay una relación intergeneracional en la que sí es bueno cuestionarnos desde la generación en la que estamos, ¿qué estoy dejando a las generaciones que me siguen?, dentro del ambiente en el que me desarrollo debemos preguntarnos si estamos dejando un ejemplo de solidaridad, de ser buen ciudadano, de cuidar la naturaleza. En todo momento somos seres que aprenden, pero también que enseñan.