Diana Adriano
En el marco del Domingo Mundial de las Misiones, que se celebra este 22 de octubre, es loable destacar el trabajo que realiza la Infancia y Adolescencia Misionera, un grupo cuyo servicio pastoral en la parroquia El Señor de la Misericordia ha dejado una huella significativa en la vida de niños y adolescentes.
Desde su implementación en la diócesis local, la Infancia y Adolescencia Misionera se ha dedicado a fomentar entre los más jóvenes un encuentro personal con Cristo.
En la parroquia El Señor de la Misericordia, este grupo misionero ha desplegado una labor ejemplar, logrando que los ojos de niños y adolescentes se abran a una dimensión espiritual más profunda, impulsándolos hacia la acción solidaria y el servicio a los demás.
El DOMUND adquiere un significado especial para este grupo, cuya labor va más allá de la enseñanza religiosa convencional, pues se centra en llevar a los más jóvenes a experimentar un encuentro personal con Cristo que transforma sus vidas y puede transformar la de otros.
“El DOMUND es especial para nosotros porque nos recuerda la importancia de llevar la luz de la fe a cada rincón del mundo”, dijo Claudia Lugo Rodríguez, coordinadora de IAM,
Fundado hace 15 años
La coordinadora compartió la historia de este grupo, presente hace años en El Señor de la Misericordia.
“Comenzó con el trabajo de la religiosa Sor Flora Carrillo, Dominica de la Doctrina Cristiana», dijo.
Con una profunda inquietud por el crecimiento espiritual de los niños después de que completaran el Catecismo, sor Flora decidió indagar sobre este grupo perteneciente a las Obras Misionales Pontificio Episcopales de México. (OMPE)
Así decidió que sería una buena opción implementar un grupo parroquial para enseñar a los niños a seguir caminando en este mundo con Jesús, más allá de sólo realizar su primera Comunión.
“Queremos que los niños no solo aprendan sobre la fe, sino que la vivan de manera activa en su día a día», comentó Claudia.
Dijo que el grupo ha implementado enfoques innovadores para lograr este objetivo, creando un ambiente en el que los más jóvenes no solo absorban conocimientos, sino que también sientan la llamada a la acción y al servicio desinteresado.
Una gran misión
El trabajo del grupo IAM en la parroquia ha tenido excelentes logros, destacando la participación activa de quienes participaron en el grupo siendo niños y ahora, siendo jóvenes, asesoran y comparten su fe con otros niños.
“Tenemos jóvenes que comenzaron muy pequeños y que ahora ya están asesorando al grupo, les dan clases a los niños y están con ellos todos los sábados”, afirmó Claudia.
Este es el caso de María Fernanda Díaz, quien se integró al grupo a los cuatro años de edad gracias a que sus papás ya habían tenido la experiencia con sus hermanos, y ahora ella ayuda a Claudia en el asesoramiento al grupo de niños.
Cuatro pilares
Por otra parte, Claudia explicó que en el grupo enseñan a los niños valores fundamentales a través de cuatro pilares: sacrificio, ayuda económica, testimonio y oración.
“Con esos cuatro aspectos les enseñamos que tenemos que compartir con los más necesitados, no lo que nos sobre, sino lo que tenemos”, agregó.
La Infancia y Adolescencia Misionera lleva a cabo acciones concretas de solidaridad, misionando en lugares con necesidades apremiantes.
«Vamos a misionar a lugares donde nos necesitan: asilos de ancianos, orfanatos, etcétera», señaló Claudia. Así llevan la fe a la acción, dijo.
Y aunque la pandemia afectó las actividades del grupo, Claudia destacó la resiliencia de los niños.
“Los niños han crecido mucho, algunos vienen muy serios. En ocasiones vienen con ganas de no hacer nada, pero aquí se les vuelve a inyectar el amor a Dios. El Señor nunca se equivoca en poner la semillita de la misión», expresó.
Por ello, instó a los padres a continuar apoyando el desarrollo espiritual de sus hijos, especialmente después de haber completado la primera Comunión.
«Los invitamos a que sigan viniendo a la Iglesia con sus niños, porque ellos son su reflejo «, convocó.
Amor a la misión
Alan Gabriel Dávila, un niño de 8 años, lleva cinco meses siendo parte activa de la IAM.
Compartió su experiencia con una sonrisa radiante y palabras llenas de entusiasmo:
“Me gusta poder servir a la Iglesia”, dijo.
A pesar de su corta edad, Alan ya ha encontrado una profunda satisfacción en contribuir al servicio de la iglesia local, demostrando el impacto positivo que la Infancia y Adolescencia Misionera tiene en los corazones más jóvenes.