A Elizabeth Dios le ha concedido la gracia de conocer a su ángel custodio. Desde que era pequeña lo invocaba a través de la oración del “Ángel de la guarda” que le enseñó su mamá y siempre ha confiado en que la acompaña y protege.
Ella aprendió a hablar con su ángel y a tratarlo como un amigo. Y aunque ha habido épocas de su vida en que no lo ha tenido tan presente, ha recibido signos de su presencia permanente. En una ocasión pudo constatar la protección que le brinda y otra más, incluso pudo verlo y conocer su nombre.
Protegida por su ángel
Elizabeth es dentista. Cuenta que cuando aún estudiaba comenzó a trabajar en un consultorio de la avenida 16 de septiembre que se ubicaba en un segundo piso.
Hubo una temporada en que un hombre atacó a varias dentistas mujeres y llegó a violar a algunas de ellas, algunas conocidas de Elizabeth.
“En una ocasión me había quedado sola en el consultorio y ya era tarde. Llegó un hombre a preguntar si teníamos el servicio de blanqueamiento dental. Lo recuerdo muy bien. Miró alrededor del consultorio mientras yo le contesté que sí”, recordó Elizabeth.
En esa época, puesto que en los medios de comunicación se había publicado sobre los ataques de este hombre a los consultorios dentales, “Elizabeth” invocaba todos los días la protección de la Virgen María y pedía ayuda de su ángel de la guarda. Más cuando se quedaba sola.
Ese día no fue la excepción. La entrevistada recuerda que luego de hacerle la pregunta, aquel hombre se quedó pensando por un momento y ya no hizo más preguntas, solamente dijo “gracias” y se retiró.
“Tiempo después encontré en un periódico un retrato hablado del hombre que atacaba los consultorios. No era foto, era un dibujo, pero claramente ví que era el hombre que había llegado aquel día”, compartió.
Elizabeth agradeció a Dios, a la Virgen María y por supuesto a su ángel la protección que en ese día le brindaron.
“Estoy segura que mi ángel se mostró de alguna forma para que ese hombre viera que yo no estaba sola”, dijo.
Lo conoció
Elizabeth conoció más acerca de los ángeles custodios en varios retiros de evangelización y en una pequeña comunidad de la que formó parte. Estaba muy familiarizada con su ángel de la guarda y siguió hablándole.
Años más tarde, ya casada, Elizabeth vivió une pena muy grande pues su esposo enfermó y lamentablemente falleció por un defecto en su corazón.
Cuando estaba más grave en el hospital, Elizabeth acudió en una ocasión a orar ante el Santísimo.
“Estaba llorando, recuerdo que estaba muy triste porque mi esposo no mejoraba y estaba postrada ante el Santísimo. En cierto momento ví la imagen de María a mi lado derecho y pude ver a mi ángel al lado izquierdo. Recuerdo que en mi angustia, tuve la sensación que jalaba el manto de María y ví que mi ángel hacía un gesto como para decirme que no lo hiciera”, recordó.
La entrevistada dijo que ella “jaló” nuevamente el manto de María, como queriendo arroparse con él, pero de nuevo vio el gesto de su ángel de la guarda diciendo que no.
“Se veía pequeño, recuerdo haberle visto algo así como un cuello de tortuga, no recuerdo que fuera una túnica, pero se veía muy tranquilo y muy formal”, compartió.
En esa ocasión, Elizabeth tuvo la sensación de que su ángel le dijo su nombre: “Abel”.
“Después de eso dejé de llorar. Estaba más tranquila”, recordó la mujer cuyo esposo falleció unos días después.
Y aunque fue una prueba difícil de superar, de la mano de Dios y de María, Elizabeth pudo salir adelante y hoy recuerda con agradecimiento esas experiencias con su ángel protector.
“Ya después alguien me explicó que no debemos llamar al ángel por un nombre y ya no lo llamo así, pero sigo hablándole y pidiendo su protección”, finalizó.
Para saber…
Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro. Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está cerquísima de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos. Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos y deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios conoce exactamente lo que hay dentro de nuestro corazón.