El sacerdote Aurelio Saldívar compartió en Congreso de cardiología su testimonio de vida al haber sufrido un infarto de los llamados fulminantes y vivir para contarlo…y para cuidarlo.
El milagro de vida que Dios le concedió hizo que el padre Aurelio Saldívar, párroco de Santa Cecilia, cambiara radicalmente su forma de vida y comenzara a darle a su corazón y a su vida misma, la importancia que merece.
Así lo compartió el sacerdote al presentar su testimonio ante el Congreso de Cardiología “Innovación y prevención”, realizado viernes 9 y sábado 10 de septiembre, organizado por la Sociedad de Cardiología y el Colegio de Médicos Familiares de Ciudad Juárez.
Suceso
Fue un domingo en la misa de las doce de medio día, cuando el sacerdote, mientras leía el evangelio, comenzó a sentirse extraño. Tuvo la sensación de que algo malo estaba pasando en su cuerpo.
“Cuando sentí que me iba a desvanecer me agarré fuerte del ambón con las dos manos y le pedí al Señor que todavía no me llevara. ‘Aún no he hecho lo que tengo que hacer. Mi consagración no ha sido al cien. Dame otra oportunidad’, le dije…”, compartió ante la audiencia.
“El Señor me escuchó”, sentenció enseguida.
Relató que al no querer asustar a la comunidad, concluyó la lectura y al terminar ya no pudo más, por lo que pidió ayuda a los servidores, quienes le ayudaron a sentarse.
Había sufrido un infarto al corazón.
Un milagro
“Antes de dar este testimonio me comuniqué con el doctor para preguntar qué tipo de infarto tuve, y aunque me dio los términos médicos, sólo me quedó claro que fue un infarto fulminante y que el 50 por ciento de quienes lo tienen ahí quedan, y al otro 50 por ciento hay que darle resucitación”, dijo.
“Pregunté, ¿yo qué soy? Y el médico me dijo: tú eres un milagro”, agregó el sacerdote.
Aprovechar la oportunidad
Consciente de que Dios le ha dado otra oportunidad, el padre Aurelio explicó que ahora tiene más conciencia de ello por lo que todo lo que hace es para gloria y alabanza a Dios, pero también ha aprendido a amarse a sí mismo.
“A partir de ese momento me llegó más conciencia. Le pedí a Dios esa oportunidad y el me la dio. Dios se manifiesta en mi vida. Me cuesta levantarme a las 4 de la mañana para ir a caminar, pero lo hago. Mis horarios de comida son sagrados. Cuando me siento cansado, descanso, no estoy para nadie. Eso es escucharse, amarse, valorarse, aprovechar la oportunidad que el Señor me dio”.
Cambió su vida
Después del suceso el padre Aurelio tuvo que hacer un cambio en su vida, desde en su alimentación, hasta en su rutina diaria, además de las consultas médicas y medicamentos que se le administraron.
“Inicié con consultas 2 veces por semana, después cada semana, cada quince días, cada mes…tomaba muchísimos medicamentos, pero no quise continuar así y con los cuidados ahora sólo tomo tres de ellos”, relató.
“Bendito sea Dios por ese infarto porque tuve que cambiar mi alimentación, me está costando pero sigo firme”, compartió el padre Aurelio.
Otro cambio que el sacerdote hizo es darse tiempo para él mismo, cuidarse más y descansar.
“Quizá para algunos estoy loco, pero ya me cuido, me escondo para darme tiempo para mí mismo. Me encanta estar conmigo, escuchar música, leer, escucharme y escuchar a Dios. El hombre prudente y maduro su mayor anhelo es escuchar. Saber escuchar lo que el cuerpo está pidiendo”, afirmó.
Cuidar cuerpo, mente y espíritu
Junto con todos los cuidados médicos y físicos que el sacerdote realiza, conjuga el cuidado emocional a través de terapias psicologías, pues, afirmó, el ser humano está compuesto de cuerpo, mente y espíritu.
“A veces solemos culpar nuestra historia, pero como adulto, me hago responsable de mí. Quiero sanar esta herida y voy a terapia. Esto me llevó a tener un diálogo con mi corazón, saber qué le duele, qué me quiso decir y fue difícil escuchar lo que me dijo”, compartió el sacerdote.
El sacerdote resaltó que Dios le dio otra oportunidad para conocerse y amarse, por lo que hoy ama más su vida y su vocación.
“Lo mucho que yo hago es nada en comparación de lo que Dios ha hecho por mí. Me ha dado la vida otra vez. El Señor me está sanando pero Él no hace lo que me corresponde hacer a mí. El milagro llega después, cuando hacemos lo que humanamente tenemos que hacer”, agregó.
Un mensaje
En su testimonio, el padre Aurelio invitó a médicos y pacientes presentes en la sala, a conocerse, a aprender a amarse y a escucharse a sí mismos.
“Siempre estamos ocupados y los días se van. A veces nos gustaría ir al cine o hacer cosas que parezcan ridículas, sin sentido, pero es lo que el corazón nos pide. A veces nos perdemos en el otro y nos olvidamos de nosotros mismos. Preocúpate por los demás, sí, pero también preocúpate por ti mismo”, motivó.