En entrevista, sacerdote filósofo habla de las heridas espirituales que puede recibir el corazón y sugerencias para sanarlas.
Un análisis multidisciplinario sobre las heridas que sufre el corazón realizaron médicos y un sacerdote a través de una reflexión sobre los aspectos espiritual, físico y emocional del órgano humano. Esto, en el Congreso de Cardiología realizado hace unos días en Ciudad Juárez.
En su reflexión, los ponentes resaltaron que el estrés es una de las causas que puede provocar que un corazón aparentemente sano se infarte.
Por otra parte, el padre Francisco García, licenciado en filosofía y párroco de san Juan Apóstol y Evangelista, habló del aspecto espiritual del corazón, el cual, dijo, es instrumento para que Dios hable al ser humano.
En entrevista con Presencia, el sacerdote amplió su reflexión y explicó que aunque la finalidad de la espiritualidad no es el cuidado del corazón, sino la relación con Dios, escuchar la palabra de Dios es un camino que, en segundo término, sana el corazón.
Aquí la entrevista:
1¿Podemos decir que un corazón puede estar herido espiritualmente?
Sí, por supuesto. En una investigación el doctor Cadena descubrió que el síndrome de corazón roto tiene características que no se identifican como propias de un infarto.
En la forma de ver al hombre en la cultura hebrea, en el centro está el corazón, que aparece como un lugar de su contacto con Dios.
El hombre es una unidad, la persona es una unidad, entonces una herida en el corazón también es herida espiritual. Cualquier aspecto de la vida que nos afecte, nos afecta también en sentido espiritual porque somos una unidad.
2 ¿Cómo podemos reconocer que nuestro corazón está herido espiritualmente?
San Agustín hablaba de un corazón inquieto. Ese corazón del que habla San Agustín es el herido que requiere ser sanado: Mi corazón está inquieto y no descansará hasta que descanse en ti.
La inquietud del corazón, un corazón que no está en paz, que se siente agobiado, cansado, que esté intranquilo. El mismo Jesús dijo que las cosas malas son las que salen del corazón, y él habla de los resentimientos, de los odios, es decir, todo estos elementos que salen del corazón y dan cuenta de un corazón lastimado espiritualmente y que requiere ser sanado.
Jesús insiste en tener cuidado no con lo que entra, sino con lo que sale del corazón.
De ahí vienen las envidias, las intolerancias, la intranquilidad, males en el espíritu que se manifiestan en el corazón humano.
3 ¿Puede una herida espiritual transformarse en una herida física del corazón?
Sí. Hay aspectos de la vida no atendidos que se pueden presentar como enfermedades físicas. Toda la psicopatología que aparece en muchas personas, situaciones como apegos, duelos, rupturas amorosas, van generando en la persona un problema de salud física. Esto es real, la espiritualidad tiene qué ver mucho con la salud y con la libertad humana, pero no porque sea su finalidad. La finalidad es este encuentro con Dios que te lleva a una relación como hermano, pero que por otro lado te da la serenidad al corazón y da una estabilidad emocional y física en la vida también.
4 ¿Cómo se restaura un corazón herido espiritualmente?
El corazón se sana con la escucha, y esta es una gran tradición hebrea: escucha Israel. Jesús mismo insiste mucho en la escucha. Este encuentro con Dios que sana el corazón, sana la vida.
En ese sentido la espiritualidad no es una terapia, es el camino de encuentro con Dios y con el hermano para formar una comunidad nueva que se da desde el corazón. Este corazón herido, inquieto o cansado se puede sanar a la escucha de la Palabra del Señor.
No estoy de acuerdo cuando se habla de las terapias de la fe o las cristoterapias. La finalidad siempre será la relación con Dios. La escucha de la Palabra de Dios, que habla al corazón, nos da la posibilidad de un camino espiritual, y ahí aparecen cantidad de textos, como el salmo 94: ojala escuchen hoy su voz y no endurezcan el corazón. O el otro salmo, creo que es el 24: El corazón me dice que te busque y buscándote estoy.
La Iglesia tiene muchos medios en ese sentido: el sacramento de la reconciliación es un sacramento sanador; el silencio, los sacramentos en general, y algo muy particular es la escucha de la Palabra, la meditación de la Palabra en silencio, y luego también en comunidad, donde Dios nos hable, nos vaya sanando las heridas del corazón.
5. ¿Qué aconseja en este sentido?
Invitaría a que nos diéramos nuestro espacio cada día en el silencio, para reconciliarnos en la Confesión, para escuchar al hermano y descansarlo, y descansar nosotros colaborando con él. Participar en la Eucaristía, disfrutar de los silencios de la misa, una pequeña comunidad para escuchar la Palabra. En realidad la Palabra de Dios sana, es la escucha la que nos va a sanar, la escucha constante.