El asesinato y la desaparición de mujeres ha marcado de manera definitiva el rostro de nuestra ciudad. Esas marcas imborrables han de ser curadas por todos los actores sociales de Juárez, afirma sacerdote que acompaña a víctimas de este tipo de violencia social.
Ana María Ibarra
Ante el dolor que viven por la desaparición o el asesinato de sus hijas, madres exigen justicia y, en su caso, las siguen buscando, siempre sostenidas en la fe y esperanza. Sin embargo, para el padre Francisco García Salinas, se requiere que la Iglesia ofrezca mayor atención a estas familias.
El fenómeno de violencia social que se ha presentado desde hace más de 20 años en Ciudad Juárez con las desapariciones y feminicidios, ha impactado profundamente a la sociedad juarense, la iglesia local no es ajena a este impacto.
“Sabemos que la mayoría de las jóvenes desaparecidas son de lugares y condiciones económicas muy específicos de la ciudad, la pobreza ha sido un factor común en las jóvenes desaparecidas”, compartió en entrevista el padre Francisco García, párroco de San Juan Apóstol y evangelista.
Dijo que el impacto en la Iglesia es grande, ya que muchas de las familias que enfrentan este fenómeno buscan ayuda en sus parroquias, sin embargo aún no contamos con las estructuras que faciliten este acompañamiento. “Este impacto en la Iglesia debe desencadenar un compromiso que, desgraciadamente, ha sido poco o casi nulo hasta este momento” Aunque el padre Francisco reconoció que algunos sacerdotes tienen pequeños grupos en sus parroquias y acompañan en algunas actividades a madres de mujeres desaparecidas y de mujeres asesinadas, dijo que “la necesidad de acompañamiento es cada vez mayor”.
“El padre Oscar Enríquez, del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, acompaña a familias de personas desaparecidas y llevan investigación con relación a estas desapariciones. Sin embargo, nos ha faltado mucho, creo yo… tenemos que involucrarnos toda la Iglesia, todos los católicos”, afirmó.
Movidas por la fe
El sacerdote, quien fue invitado a acompañar un grupo de madres en esta situación, dijo que, “…hay algo profundo para estas familias que las anima a seguir buscando a sus hijas: la fe que cada una de ellas tiene. En la fe encuentran fuerzas y motivos para seguir buscando”.
Reconoció que su participación va creciendo poco a poco. “En un primer momento nos reunimos para celebrar la fe, celebramos la misa cada mes por las jóvenes desaparecidas junto con sus madres y padres, con sus hermanos, con sus hijos, porque algunas jóvenes desaparecidas son madres de familia”, compartió. Agregó que con esta actitud se reúnen para suplicarle a Dios que estas mujeres desaparecidas regresen a sus casas y que sus madres tengan la certidumbre de saber dónde están y qué ha sido de ellas.
“La segunda intención es que toda celebración que hacemos y toda acción que las madres de desaparecidas realizan, cobre un sentido de exigencia de justicia, de que las investigaciones no se detengan. Es una exigencia constante hacia las autoridades para que den respuesta a esta cantidad de familias que han perdido a sus hijas y que no logran encontrarlas”, afirmó.
Misa que el obispo don J. Guadalupe Torres celebró por personas desaparecidas. (Promovida por el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte).
Es acompañamiento fruto de la visita del Papa
El sacerdote compartió que el grupo de madres se acercó a propósito de la visita del Papa Francisco a Ciudad Juárez, y a raíz de ello inició el acompañamiento.
“Como parte del equipo organizador de la misa muchos grupos de la ciudad se pusieron en contacto conmigo y uno de ellos fue el de madres de jóvenes desaparecidas”, dijo.
Desde entonces, una vez al mes, en la Catedral se celebra una misa para conmemorar el aniversario de su desaparición y la fecha de cumpleaños de las jóvenes.
“Estamos en el proceso de conocernos, de escuchar sus historias, de estar con ellas. Quiero entrar como un invitado al que se le va mostrando lo que se le quiera mostrar y corresponder de alguna manera, desde mi servicio, a lo que ellas me vayan solicitando”, afirmó.
Conocer y atender
El sacerdote lamentó que Ciudad Juárez ha sido atacada por muchos frentes, no sólo los feminicidios, sino también las narco ejecuciones, la pobreza, la separación de las familias, los bajos salarios que, afirmó, también son acciones de violencia.
“Todo esto ha sido un campo muy vasto y muy minado para la acción de la Iglesia. Las situaciones que nuestra gente vive en la ciudad deben ser conocidas y, de formas diferentes, atendidas pastoralmente. Todos los grupos católicos han de sumarse a esta tarea, hasta que lleguemos también a concretizar verdaderas acciones en la búsqueda de justicia”, dijo el sacerdote.
Agregó que debe de darse la apertura de espacios para acompañar de manera integral a las familias de las jóvenes desaparecidas y asesinadas, incluyendo el acompañamiento a los hijos que estas jóvenes han dejado.
Misión de la Iglesia
“Invito a los sacerdotes y comunidad en general a acompañar desde los barrios y las comunidades a las familias y a las madres sin estigmatizarlas, ni generar prejuicios en contra de las jóvenes desaparecidas”.
“Una cosa tan sencilla que las madres nos han solicitado es que en nuestras parroquias pudiéramos tener papeletas de intenciones con la leyenda de “desaparecidos” y “víctimas de la violencia” y ellas poder anotar allí sus intenciones. Una madre de una joven desaparecida no quiere anotar el nombre de su hija en una papeleta de difuntos”, dijo.
Y añadió: “El deseo profundo de toda madre es recuperar a su hija viva y hay que sumarnos a ese gran deseo y preocupación. En la medida en que las conozcamos y conozcamos su sufrimiento, podremos acompañarlas”.