La comunidad juarense se ha conmocionado con la muerte y desapariciones de mujeres en los últimos días…Madres de jóvenes desaparecidas comparten el calvario que viven y piden la solidaridad de los católicos…
Ana María Ibarra
A más de 20 años de las primeras desapariciones de jóvenes mujeres y feminicidios en Ciudad Juárez, madres de quienes llevan años ausentes compartieron su testimonio como una forma de decir a la comunidad que el fenómeno es real y sigue presente, como se ha visto en las últimas semanas en que han desaparecido una docena de adultas jóvenes.
Muchas de estas madres de familia, que se convirtieron en investigadoras por la deficiente procuración de justicia, hoy perseveran y aseguran que seguirán buscando a sus hijas hasta el último aliento.
En la búsqueda con esperanza
A punto de cumplirse 5 años de la desaparición de su hija Nancy Iveth, Luz Elena Muñoz Ruiz no pierde la esperanza de encontrarla y sigue en la búsqueda, que, dijo, no terminará hasta el último día de su vida.
Los hechos
Nancy Iveth Navarro Muñoz desapareció el 13 de julio del 2011 a la edad de 18 años. Como muchas otras jovencitas Nancy se dirigía a la zona centro en busca de empleo y fue en ese trayecto cuando desapareció.
“Un día antes vimos que estaban contratando personal en el lugar al que ella iba. Me quedé confiada en que le habían dado el trabajo. A las 4 o 5 de la tarde, al ver que no llegaba, fue cuando me preocupé”, compartió en entrevista Luz Elena.
En su preocupación, Luz llamó a su hermano y a su mamá. Juntos salieron a buscarla ya que al marcarle a su celular Nancy ya no contestó.
“Desde ese momento supe que mi hija estaba desaparecida, que no se había ido por su propia voluntad, ella tiene una hija, ahorita ya tiene seis años, y la quería mucho, no la hubiera abandonado, alguien se la llevó”, afirmó la entrevistada.
Búsqueda sin descanso
Desde ese 13 de julio, la familia de Nancy no ha parado de buscarla ni de pegar volantes en las calles con la esperanza de que algún día alguien les informe de su paradero
“Ya no dormimos. Salimos a buscarla a las estaciones (de policía), a los hospitales, a poner la denuncia pero no pudimos hasta pasadas las 24 horas. Se tardan en atender y en activar el Protocolo Alba de búsqueda. Fue mucho tiempo perdido. Salimos a pegar pesquisas y toda la comunidad de mi barrio se unió para ayudarnos”, agradeció Luz Elena.
En el Puente al revés y otros sitios con mucha circulación, la mujer colocó una manta con la foto de Nancy en sus XV Años.
“Quería que la ciudadanía se diera cuenta que mi hija había desaparecido. Es en la ciudadanía en quien puedo confiar. Así como hay gente mala, también hay gente buena que me puede decir dónde está mi hija. Desde ese día que desapareció no hemos parado. Nos cambió la vida totalmente”, compartió Luz.
Nueva esperanza
Aunque el proceso de búsqueda por parte de las autoridades va muy lento, Luz sigue en la lucha y su esperanza no muere y desde hace tres meses se reúne con otras madres de jóvenes desaparecidas y víctimas de feminicidios, grupo en el que ha encontrado consuelo.
“Cuando uno va y pone la denuncia cree que rápidamente la van a localizar, pero van pasando los años y vemos que en realidad no hacen su trabajo como debe de ser, hay muchas cosas que quedan inconclusas”, afirmó.
“Antes de que viniera el Papa Francisco, el padre Francisco García nos apoyó. Él nos hace las misas en Catedral una vez al mes. Este grupo nos ayuda a fortalecernos al saber que personas de la Iglesia están interesadas en lo que estamos pasando. Como personas del mismo dolor nos sirve estar unidas. Mientras tengamos vida, tenemos esperanza”.
“Recuerdo a mi hija como si hoy fuera ese día en que salió de la casa. Recuerdo lo que llevaba puesto, no se me olvida nada. La voy a seguir esperando y buscando hasta el último día de mi vida. A la comunidad, si ven algo informen, denuncien, no se queden callados, queremos saber algo de ellas y no estar con esta incertidumbre”.
Luz Elena Muñoz, mamá de Nancy
Para ella, su hija no ha muerto
Aunque hace dos años recibió una osamenta que las autoridades identificaron como Fabiola Janeth Valenzuela, Silvia Banda Pedroza, madre de la joven desaparecida el 23 de agosto del 2010, no está conforme con el resultado, pues asegura hay muchas irregularidades en caso.
Además del dolor de no estar segura del paradero de su hija, ya que no acepta que esté muerta, Silvia vive también con el dolor de que el caso de Fabiola no se haya esclarecido a pesar de que ella misma ha proporcionado pruebas de que su hija fue víctima de trata de personas, e incluso ha señalado a los probables culpables.
El suceso
Después de haberse ido con su novio a los 13 años, Fabiola regresó con su madre a los 18 años con un hijo y planes de estudiar y salir adelante.
Al poco tiempo, Fabiola comenzó a tener actitudes extrañas y nuevamente dejó el hogar materno. Le entregó su hijo al padre biológico sin dar más explicaciones, lo que hace a Silvia creer que su hija fue manipulada por alguien.
“Mi hija comenzó a visitarme cada semana o cada quince días pero había una persona que me llamaba para contactarse con ella, nunca me puse a investigar, nunca conocí a las personas con las que vivía”, compartió Silvia.
Un día Fabiola comentó que tenía planes de recuperar a su hijo e independizarse, por lo que acudió a la casa de su ex pareja a pedirle documentos para inscribir al niño en preescolar.
Pero después de ese 23 de agosto del 2010 , Fabiola no regresó con su familia.
Trata de personas
Silvia inició la búsqueda de su hija e inconforme con el trabajo de las autoridades inició su propia investigación, en la que dedujo que su hija fue víctima de trata de personas.
“Hay personas que dicen que la vieron en un antro, pero son estrategias de la red de personas involucradas. Las autoridades no me han dicho nada nuevo del caso, solo han confirmado lo que les he mostrado. Identifiqué y señalé a una persona que se encarga de reclutar niñas”, afirmó lamentando que las autoridades no siguieron su línea de investigación.
Irregularidades en el caso
Silvia acudía a fiscalía cada vez que encontraban cuerpos de mujeres y ninguna daba las características de su hija.
“En enero 2012 me hicieron la prueba de ADN y a mi nieto. Al medio año me avisaron que las muestras habían coincidido con las de una osamenta que acababan de encontrar”.
En el expediente que le entregaron, Silvia encontró irregularidades y contradicciones entre las autoridades, médicos, químicos y la antropóloga forense.
“Cuando me hablaron me dijeron que esa misma semana habían encontrado los restos y en el expediente decía que fue un año atrás. Al preguntar a la química, me dijo que los restos se encontraron en septiembre del 2010, un mes después de su desaparición”, dijo Silvia mientras un llanto doloroso salió de su interior.
La busca viva
Aunque dio sepultura a la osamenta que le entregaron, Silvia duda que sea su hija e inició el proceso para solicitar la exhumación y enviarlos a un laboratorio confiable, de preferencia extranjero, pero no se lo han autorizado.
“Nunca voy aceptar esos restos como de mi hija, no la vi. No tengo el oficio, ni certificado del ADN, ni de lo que encontraron”, dijo quien ha sido víctima de amenazas, intimidaciones, asaltos e incluso han intentado asesinarla.
Pero ella no desistirá en su lucha.
“Estoy haciendo unos abanicos con la imagen de mi hija y calendarios con fotos de las niñas desaparecidas que voy a vender. Invito a la comunidad a que nos apoyen, no nos critiquen, no quieran vernos siempre llorando, tenemos hijos por quien vivir, para nosotras reír duele”, compartió.
“Padres de familia convivan con sus hijos, platiquen con sus hijas, no queremos que más familias pierdan a sus hijas. Ayúdenos a difundir las fotos de nuestras hijas, en las manifestaciones. Yo seguiré buscando a mi hija como desaparecida hasta que Dios me dé el último aliento”.
Silvia, madre de Fabiola