Diana Adriano
En el mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo 2023, se nos hace ver que el acompañamiento durante la enfermedad ha de suponer un encuentro fraterno con el prójimo, en el que se manifieste de manera auténtica el amor de Dios, así como el anhelo de servir y un genuino interés y preocupación por la persona.
Así lo ha descubierto Martha Rodríguez de Soto, quien desde el momento en el que a su hijo menor le fue diagnosticado Autismo Severo, se ha dedicado en cuerpo y alma a brindarle el cuidado físico y espiritual que requiere.
Sin reproche
Sin reprochar a Dios por la condición de su hijo, sino asumiendo su cuidado con alegría, , Martita se siente siempre guiada por el Espíritu Santo en su misión.
Ella recordó que sus tres embarazos fueron muy ‘normales’ y bellos. Sin embargo, cuando Lalo cumplió dos años de edad, su esposo, Jesús Alfredo Soto González (qepd), y ella, comenzaron a detectar pequeñas actitudes que llamaban la atención en su hijo pequeño.
“El doctor nos dijo que solo estaba con un poco de retraso, que no nos preocupamos. Pero nosotros no estábamos conformes con ese diagnóstico, porque cada vez lo veíamos diferente, nunca nos veía a los ojos, nunca nos atendía cuando le hablábamos, pensamos que quizá tenía sordera”, explicó Martha.
Por ello decidieron llevar al pequeño Lalo con un especialista en sordera, sin embargo, su sorpresa fue cuando salió muy bien en todos los estudios.
“Entonces, lo llevamos al hospital en El Paso, y nos dijeron que probablemente tenía autismo, pero aún no estaba confirmado. Lo canalizaron con distintos doctores y cuando lo diagnosticaron, nos dijeron que era autismo severo”, compartió.
Diagnóstico y cuidados
Según informes Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) El autismo podría ser consecuencia de la interrupción del desarrollo normal del cerebro en una etapa temprana del desarrollo fetal, causado por defectos en los genes que controlan el crecimiento del cerebro y que regulan el modo en que las neuronas se comunican entre ellas.
“Cuando nos dieron el diagnóstico, mi esposo tenía la esperanza en que se pudiera operar pero el doctor nos explicó que se trata de una enfermedad que nunca iba a superar”, recordó.
“Mi esposo lloró mucho y yo con él, porque no sabíamos de la enfermedad, pero como matrimonio cristiano dijimos: ‘Dios nos lo mandó y así lo vamos a querer’”, recordó.
“Comenzamos a darle más atenciones médicas, hasta hoy en día lo hemos atendido lo más que se puede. Realmente, para nosotros es un regalo de Dios muy grande, todos lo han querido mucho, lo han aceptado y nunca ha sentido el rechazo de ningún familiar.
Reconocimos que fue al que más dimos atención, pero mis otros dos hijos nunca se sintieron celosos, ellos lo han querido mucho y entendieron desde el primer momento”, agregó la entrevistada.
Cuidadora sola
Tiempo después, el esposo de Martita falleció. Ella recordó que en sus últimos momentos, su esposo le decía que no quería dejarla sola, pues sabía el trabajo que era atender a su hijo. “Le dijimos que no se preocupara, que Dios sabría guiarlos”. Y así fue. Hoy por hoy, Lalo tiene 37 años, y su mamá, al igual que sus hermanos, siguen cuidándolo con mucha alegría y amor ejemplar.
“Nosotros nos hemos dejado llevar por Dios. Fuimos creciendo y aprendiendo de su enfermedad junto con él. Yo no tengo la libertad de salir a divertirme, a tomar un café porque Lalo necesita atención las 24 horas, pero no lo extraño, porque sé lo que estoy haciendo por mi hijo, que me necesita”, compartió la entrevistada.
Con su testimonio, Martita y su familia nos hacen reflexionar en que las palabras de Jesucristo respecto a los enfermos, deben hacer a todos los fieles protagonistas en la acción católica de la Iglesia por el enfermo y desvalido.