Presentamos el testimonio de una joven adulta soltera, que nos comparte por qué no se ha querido casar…
Ana María Ibarra
Con 35 años de edad y consciente de que el matrimonio es una vocación que implica una donación hacia la otra persona y una decisión para toda la vida, Alondra no contempla dentro de su proyecto de vida la vida matrimonial pues, aunque se encuentra abierta al plan de Dios, en este momento se siente plena y realizada.
Aunque no es su caso, Alondra (quien prefirió reservar su verdadera identidad) considera que en la actualidad los jóvenes permanecen solteros por miedo al compromiso que implica el matrimonio.
Matrimonio como vocación
Alondra es la tercera de 5 hijos y viene de una familia creyente y un matrimonio estable, por lo que define el matrimonio como una vocación, una donación total hacia la otra persona y una decisión para toda la vida.
“Es una vocación a la cual Dios mismo llama, y que nos debe de llevar a la completa felicidad y realización plena, personal y de la otra persona. Es una donación porque tanto el esposo o la esposa reciben como regalo a la otra persona, a la cual hay que cuidar y hacer feliz”, reflexionó.
“En eso se resume el amor: en buscar el bien de la otra persona. Una decisión para toda la vida, que cambia y transforma tu manera de vivir”, abundó la entrevistada, servidora en una de las comunidades parroquiales de la diócesis.
Para la entrevistada, permanecer soltera a sus 35 años tiene qué ver con la vocación, pues dijo, en este momento se siente plena, realizada y feliz en su estado. Sin embargo, como persona de fe está abierta a lo que Dios tenga preparado para ella.
“En mi último noviazgo hubo planes serios de matrimonio, fueron 5 años de noviazgo, sin embargo no llegamos al matrimonio por situaciones de infidelidad de parte de él”, compartió.
A pesar de esta experiencia, la joven adulta no se ha cerrado a la posibilidad del matrimonio.
Abierta al regalo de Dios
Alondra es licenciada en Administración de Empresas y hoy realiza su sueño en lo profesional, pues siempre soñó con tener una carrera profesional y poderse desarrollar en el mundo laboral de manera exitosa.
“Eso me hizo una persona sumamente independiente, libre y con ideales en los cuales el matrimonio no está incluído. Me he esforzado para poder cumplirlos y por la gracia de Dios lo he logrado, así que la cuestión matrimonial se va haciendo una opción cada vez mas lejana como prioridad en mi vida”, afirmó.
En estos momentos la entrevistada no tiene pareja y está enfocada en su profesión y su trabajo, pero nunca cerrada al matrimonio.
“Aunque no soy una jovencita de 15 años aún sigo pensando que la persona indicada llega sin pensarlo a nuestra vida. Si es así, bienvenido, acepto ese regalo de Dios con mucho amor, y si no, también le agradezco a Dios por permitirme ser feliz y plena en el estado de soltería en el cual me encuentro en estos momentos. Porque soy una persona feliz”, afirmó.
Jóvenes sin compromiso
La servidora parroquial ha convivido de cerca con otros jóvenes y se ha percatado de que para la juventud actual, la palabra compromiso causa miedo.
“En estos tiempos ya nadie quiere comprometerse, y cuando se habla de compartir toda una vida con otra persona, pues agudiza más miedo. Además, estas últimas generaciones vienen muchos de padres divorciados y de una imagen de familia muy deteriorada. Tanto mujeres como hombres ya no creen necesario tener a alguien a su lado como compañero o compañera de vida y la sustituyen con otras cosas”, lamentó la entrevistada.
Para concluir, Alondra dijo que el matrimonio, instituido por el mismo Dios, es una bendición.
“Quien esté llamado a esta hermosa vocación está llamado a ser feliz. Sin embargo la soltería también es una vocación en la cual Dios también te hace feliz. No todos ni todas estamos llamados a la vocación del matrimonio, hay que ser felices en la vocación a la que cada uno de nosotros ha sido llamado”, finalizó.