El sacerdote encargado del área de filosofía en el Seminario Conciliar de Ciudad Juárez invita a tomar a José como modelo de padre y custodio, así como de nuestra vocación cristiana en general.
Ana María Ibarra
Ordenado sacerdote un 19 de marzo, día de san José, el padre Alberto Castillo ha estrechado su relación con quien es custodio de su consagración. Como formador en el Seminario Conciliar de Ciudad Juárez, el padre Alberto impulsa en los estudiantes de todas las etapas, junto con todos los formadores, la devoción al padre adoptivo de Jesús.
El encargado del área de filosofía en la casa de formación, invita a través de la siguiente entrevista, a tomar a José como modelo de padre y custodio, así como de obediencia a Dios.
¿Por qué el papa nos pide reflexionar en San José como padre amado? ¿A qué se refiere?
Cuando el Papa Francisco escribe acerca de San José como padre que ha sido amado por Dios, por Jesús, por María y por la Iglesia, reflexiona sobre la razón de que sea para nosotros tan amado, tan especial, y dice que la base, la raíz de ese amor que le tenemos es porque se ha dedicado tan completa y profundamente a cuidar a Jesús y a María. Nosotros, la Iglesia, que somos la familia de Jesús y de María, nos sentimos amados y protegidos por él. Al experimentar esa paternidad suya, le devolvemos ese amor que nos tiene, por eso es un padre amado para la Iglesia.
¿Cómo podemos adoptar esa cualidad desde nuestro ser, es decir, como sacerdotes, como religiosas, como laicos?
En José todo comienza al experimentarse él mismo amado por Dios. José en su humanidad será un reflejo del amor que, en su divinidad, el Padre le tiene al Hijo. Dios elige como padre humano para su hijo a alguien que con la pureza de su humanidad y con la fuerza de su amor, pueda traslucir e irradiar al máximo humano posible, el amor que el Padre eternamente le tiene al hijo. Podemos adquirir un amor paternal con la fuerza, con la valentía, con la pasión y la entrega de José, haciendo experiencia de que Dios es Padre y contemplando a José como padre, y pidiendo que esa gracia se active en nuestra vida.
¿Qué es lo más significativo de la misión encomendada a José?
La presencia paternal en el sentido más amplio para Jesús, y esponsal para María.
La presencia paternal para Jesús en el sentido que, a la humanidad de Jesús, le trasmite íntegramente la figura de un padre. Le trasmite a Jesús encarnado, toda la fuerza de la figura de un padre que lo educa en la fe. En Israel son los padres los encargados en trasmitir la herencia religiosa de ser pueblo de Dios y de enseñar la relación con Dios que los hijos han de tener.
El papel de José es importantísimo como enseñanza, si lo alargamos, como enseñanza de trabajo y de responsabilidad. Dice el papa Francisco, me gusta pensar que Jesús vio en José la figura del padre misericordioso que nos presentó en la parábola del hijo prodigo.
Lo más importante de José es ser la presencia paternal para Jesús con muchas cosas que eso implica; José lo acoge como hijo suyo desde el vientre de María, en todas las peripecias, en el peregrinaje a Egipto. José es un custodio, protector de Jesús, y en ese sentido podemos acudir a él cuando sentimos nuestra propia fragilidad, y como ha sido padre para Jesús, será padre para nosotros.
En su carta dedicada a san José, el papa habla de la dedicación de muchas obras a san José y su espiritualidad. Es el caso del Seminario de Ciudad Juárez, ¿puede hablarnos de ello?
El Seminario Menor, la preparatoria, está consagrada a san José, por eso los seminaristas menores llevan una banda verde que evoca la iconografía cristiana que pinta a José siempre en manto verde. Lo hemos hecho así en el Seminario porque San José es protector y custodio de Cristo niño y Cristo Joven. Para nuestros adolescentes es muy importante que en la etapa en la que están madurando su masculinidad y su masculinidad cristiana, tomen como padre y modelo a José, modelo de varón cristiano, de varón consagrado a Cristo, por eso es consagrada esa etapa, aunque es modelo para toda ocasión: de seminaristas mayores, de sacerdotes, de religiosas; Santa Teresa le tiene una grandísima devoción, por ejemplo, lo menciona el papa mismo.
José nos enseña a crecer como varones de Dios y nos hace las veces de padre en la fe.
¿Cómo en el Seminario se promueve la devoción a san José o la vivencia de su espiritualidad?
Desde febrero 15 en la etapa de filosofía y teología empezamos una consagración a san José, voluntaria, no es obligación, pero se ha promovido la consagración, y el 19 de marzo varios seminaristas la harán. Los miércoles, semanalmente, la Iglesia recuerda a san José y tratamos nosotros de poner el acento en que no se olvide esta figura. Llegó la carta del papa Francisco y la hemos estado meditando en las facultades. Hay una invitación constante a contemplar a san José como modelo de hombre consagrado a Dios en todas las etapas del Seminario.
Normalmente, la consagración se realiza en el Seminario Menor porque es su santo patrono, y en el Mayor se promueve, por devoción personal, un triduo o la novena; siempre celebramos la fiesta de san José con alguna preparación, pero en la etapa de filosofía que a mí me toca dirigir, dedicar 33 días a la figura de san José para prepararnos a la consagración, este es el primer año que lo hacemos. Ojalá no sea el último, pero sí nos sentimos muy exhortados cuando el papa convocó al año josefino.
¿Qué nos dicen los Padres de la Iglesia sobre san José? ¿Alguna enseñanza en particular para destacar en este año especial?
Habría tanto qué decir, pero hay algo que me llama la atención en un teólogo cristiano antiguo, no padre de la Iglesia propiamente. Orígenes dice que cuando José duda, según nos presenta el evangelio de san Mateo, si recibir a María en su casa o denunciarla en secreto, José piensa en abandonar a María porque él no se siente indispensable para una obra que Dios comenzó en María, donde él no ve que sea necesario. Tradicionalmente pensamos que José no quería denunciar a María para no ponerla en mal, porque dudaba de ella, y Orígenes nos dice que José no dudaba de María, sino que sabe que la obra de Dios en María es que esté engendrando por la potencia del Espíritu Santo, José de lo que duda es de si él es necesario, por eso se quiere retirar, porque piensa que él no hace falta ahí donde Dios está haciendo una obra tan grande en María. Esta es una reflexión importante porque tantas veces creemos que si Dios actúa, nosotros no hacemos falta, que Él puede hacerlo todo y nosotros nos podemos quedar sin asumir responsabilidad, sin cuidar al otro, sin dar la vida por el otro. Orígenes nos invita a ver a José que escucha el llamado de Dios, protege, se cansa, usa su creatividad, su imaginación para ver cómo hacer con el niño que no encuentra lugar en Belén, lo custodia en país extranjero, lo enseña a trabajar con sus propias manos. José se desgasta aun cuando es para él entendido que Dios actúa de manera fuertísima en María; se implica en la obra aún con su limitación propia de ser humano. Esta es una enseñanza grande para nosotros, si confiamos en Dios, atrevernos e implicarnos porque si Dios nos está eligiendo y llamando, es porque confía en nosotros. Escuchemos su voz y dejémonos guiar por él.
¿Tiene usted alguna anécdota persona con san José?
Lo más hondo del cariño y la confianza que le tengo a san José y que puedo compartir es que no elegí el día de mi ordenación, me llamaron a ser ordenado sacerdote un 19 de marzo, día de san José. Desde entonces he asumido una relación muy profunda y personal con san José porque obviamente pienso que es providencial y no casualidad que Dios lo haya elegido para ser el patrono, el custodio de mi consagración.
¿Alguna jaculatoria u oración especial a san José que nos sugiera rezar en este año?
La Iglesia siempre ha invitado a que invoquemos a José con esta frase que encontramos en la historia de José, hijo de Jacob, en el antiguo testamento, en el Génesis: “Ir a José”, cuando el pueblo de Israel estaba muriendo de hambre y en Egipto había trigo. “Vayan a José”, “Ir a José” ha resonado siempre, aunque se refiere al del Antiguo Testamento, pero evoca esta confianza muy fuerte que se nos invita a tener. Si se les invitaba a los israelitas a tener confianza en José, hijo de Jacob, cuanto más nosotros se nos invita a acudir a san José que supo cuidar de Jesús y de María, ante todas nuestras necesidades.
Tenemos jaculatorias clásicas, pero les recomiendo mucho conocer más a José en este año e invocarlo para que el corazón se abra a su intercesión, meditar los pasajes bíblicos que hablan de san José, leer la carta del papa en ambiente de meditación, es un mensaje hermosísimo el que nos trasmite para este año josefino.
¿Algo más que desee agregar?
Para mí ha sido muy enriquecedor en mi relación con Dios descubrir a José como modelo, me despierta una sensibilidad a la paternidad espiritual. En medio de nuestro mundo tan necesitado de compasión, de arrojo y valentía evangélica, tomemos más a José como modelo e inspiración y así como él se entregó con todo su corazón y con todo su ser a Jesús y a María, así podamos vivir cada uno nuestra vocación cristiana.