El testimonio de Diana sobre su devoción a los Sagrados Corazones muestra el completo e incondicional Amor que Dios ofrece a sus hijos…
Ana María Ibarra
Después de vivir una juventud desordenada, y en esa búsqueda por la felicidad y la plenitud, Diana Padilla se encontró con el amor de Dios por medio de la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y de María encontrando su sanación y un apostolado para llevar almas a Dios.
Ahora, Diana, quien radica en Aguascalientes, es misionera laica en el Apostolado de la Alianza de la Sagrada Familia Internacional, también conocida como Alianza de los Dos Corazones, entronizando hogares a los Dos Corazones, promoviendo la Comunión reparadora y siendo testigo del triunfo del amor de Dios sobre el pecado.
Tengo sed
Mientras cursaba sus últimos años de universidad, Diana vivía de una manera desordenada entre bares y alcohol, sin embargo, sentía que caminaba vacía, sola y sin razón de vivir.
Al mismo tiempo sus padres entronizaron su hogar al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María.
“Parte de la entronización era asistir a las vigilias de reparación el primer viernes y primer sábado. Ellos me invitaban siempre y como yo estaba en mi rollo no les hacía caso. Un jueves mi papá me llevó al Santísimo. Recuerdo que le comenté que mis amigos nunca me llevarían a un lugar así”, compartió Diana.
Ya delante del Santísimo, recordó la entrevistada, su papá le prestó un libro llamado «Las Últimas 7 Palabras de Jesús».
“Leer el capítulo titulado: «Tengo Sed», donde el autor dice que Nuestro Señor tenía sed de almas, me tocó muy profundamente. Fue como si Jesús estuviera mendigando amor de parte de nosotros, que somos tan fríos”, expresó Diana.
Al conocer el amor de Dios por medio de su Sagrado Corazón, la joven se dio cuenta de su razón de ser, del amor tan grande de Dios hacia ella y de la necesidad de que dicha devoción fuera propagada a todas las almas del mundo.
En Confesión
“Eso me motivó a confesarme y finalmente accedí a ir a las vigilias en las que se practican cuatro elementos de reparación a los Dos Corazones: Confesión, Rosario, Eucaristía y Adoración (CREA)”.
Al momento de confesarse, Diana soltó todo lo que pesaba en su alma.
“Fue una Confesión muy larga y reconozco que pensé que el sacerdote, amigo de la familia, me iba a regañar por tanta barbaridad que cometí. Pero no, solo volteo al cielo y me dijo: bienvenida a casa, Dios ya te estaba esperando”.
Diana compartió que al momento de recibir la absolución, un calor muy fuerte entró por sus manos recorriendo todo su cuerpo.
“Salí como nueva. Sentí que veía más claro todo. Yo, que solo iba a confesarme, terminé quedándome a toda la vigilia y desde entonces la devoción del primer viernes y primer sábado a Nuestra señora no me la pierdo”.
Promesas cumplidas
Desde ese día, la joven -ahora de 31 años- fue palpando como se fueron cumpliendo algunas de las promesas del Sagrado Corazón, tanto en su familia y en su vida personal.
“No digo todas porque hay algunas que solo hasta el momento de la muerte se verán cumplidas. Desde el 2015 y en cada primer viernes me fui enamorando más y más del amor que el Sagrado Corazón nos ofrece”.
Diana compartió dos de las promesas que el Sagrado Corazón de Jesús ha hecho palpables.
Una de estas promesas es “Daré paz a las familias” y esta paz, señaló la entrevistada, llegó a su familia cuando sus papas entronizaron su hogar y consagraron su familia.
«Siempre peleábamos entre hermanos y nuestra relación no era la mejor con nuestros padres. Gracias al Sagrado Corazón y al Inmaculado Corazón nos pedimos perdón y nuestra familia desde ese momento ha tenido una paz inexplicable. Hay problemas como en todas las familias, pero nuestra relación es como nunca había sido antes”.
La segunda promesa, añadió, es en su vida personal: «a las almas consagradas a mi corazón les daré las gracias necesarias para su estado de vida”.
“Ahora que estoy casada lo noto mucho. Si no fuera por todo lo que he aprendido en la escuela de amor del Sagrado Corazón, estaría perdida. Él me ha dado la gracia para soportar pérdidas de bebés, para aprender sobre el santo abandono a la voluntad de Dios y que el amor y sacrificio van mano a mano”.
Reconoció que ser un matrimonio cristiano es difícil hoy en día por los ataques e ideologías que van en contra de la familia, sin embargo, reiteró que con la ayuda del Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María todo es posible y llevadero.
Un corazón completamente nuevo
Fue tanta la gracia que Diana recibió al iniciar su apostolado que cambió completamente su vida.
“Cambié mi forma de ser, mi forma de vestir, comencé a buscar las virtudes o cualquier cosa que me acercara más a Él ya que era mi prioridad. Recuerdo que un día llegué a mi casa y tomé toda mi ropa inmodesta, la rompí y la tiré a la basura. Borré mis fotos indecentes de mis redes sociales, cambié la manera de hablar, todo cambié”.
Tanto fue el cambio de Diana que aquellos que consideraba sus amigos se fueron retirando de su vida.
“No me importó. Nuestro Señor Jesús me sanó el corazón de una manera que nunca pensé. Él hizo mi corazón completamente nuevo. Al practicar la comunión reparadora del primer viernes y primer sábado, pude sanar todas las heridas de mi corazón y encontrar un camino hacia la santidad”.
Y añadió: “Aunque nosotros somos los que hacemos reparación a su corazón y al de su madre, en realidad lo que se reparaba son nuestros corazones, nuestra relación con Dios. Solo hasta que conocí ese amor, el verdadero amor, fue que mi vida se sintió plena”.
Diana se convirtió en misionera laica con el Apostolado de la Alianza de los Dos Corazones, entronizando hogares a los Dos Corazones, promoviendo la comunión reparadora y siendo testigo del triunfo del amor de Dios sobre el pecado.
Presencia en México
La Alianza de la Sagrada Familia Internacional o Alianza de los Dos Corazones está en algunos estados de México.
Diana exhortó a la comunidad de Ciudad Juárez a redescubrir esta devoción que definió como hermosa y que demuestra la totalidad del amor de Dios representada en su corazón.
“Hoy en día el corazón del hombre esta tan frío y pareciera que la maldad y el pecado va a ganar esta batalla, pero no es así. Dios nos llama a ser devotos a su corazón y al de su madre y juntos vivir esta devoción y comunión de reparación como un estilo de vida lleno de gracia. Y si lo llevamos a cabo, encenderá de amor nuestro corazón, nuestra familia, nuestra nación y el mundo entero”, finalizó.
Para saber…
Quienes estén interesados en promover esta devoción se pueden contactar con la secretaría del apostolado en asfilatinamerica@aol.com o bien con Diana Padilla al correo dpadilla.jmj@gmail.com