Hoy, Domingo de la Divina Misericordia, te presentamos 35 ideas para vivir la misericordia en el día a día.
Poner la misericordia en acción no es una opción de la devoción a la Divina Misericordia, ¡sino un requisito!
Nuestro Señor le habla estrictamente de esto a Santa Faustina: Exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. (Diario 742).
Por medio de nuestras acciones, palabras y oraciones. «En estas tres formas» –Jesús le dice a Sor Faustina- «está contenida la plenitud de la misericordia» (Diario 742).
Por eso te presentamos estas 35 formas de practicar la misericordia.
Resiste al sarcasmo, lo opuesto a la misericordia.
- Comparte tus bienes con los más necesitados.
- Llama a una persona sola, sobre todo si conoces la razón de su soledad.
- Escribe y envía una carta de perdón a una persona.
- Planifica una mini-peregrinación.
- Adopta un comportamiento responsable en Internet.
- Sé lo bastante generoso como para permitirle a alguien que te ayude. La gente necesita sentirse útil.
- Propón tus servicios como cuidador de niños o en la cocina a una madre sobrecargada para que pueda dedicarse a ella durante unas horas.
- Contén tu lengua.
- Propón hacerle la compra a alguien que no pueda salir.
- Si te resulta difícil sentarte al lado de un indigente, envía al menos un donativo a una asociación.
- Si compartes la comida, quédate la parte más pequeña.
- Propón llevar en coche a una persona mayor a misa.
- Apaga tu teléfono e intenta escuchar atentamente a los que te rodean.
- Aprovecha las rebajas para comprar algunas cosas útiles, artículos de baño por ejemplo, y ofréceselo a las personas de tu entorno.
- Lee la encíclica Dives in Misericordia de Juan Pablo II.
- Organiza un pequeño ritual al final de la jornada para pedir perdón a las personas con las que vives.
- Escribe una lista de tus “enemigos” y reza cada día por ellos.
- Decide sonreír, decir buenos días, conversar con gente que no forma parte de tu círculo cotidiano.
- Ofrece algo que te guste verdaderamente a alguien que sabes que lo va a apreciar.
- Responde a la provocación con el respeto que te gustaría testimoniar.
- Dedica unos minutos de tu semana a ir a la Iglesia, a recogerte o sencillamente estar con Cristo misericordioso.
- Cuando una conversación baje el nivel, intenta cambiar de tema.
- ¿Tocas un instrumento de música? ¿Recitas poesía? Ofrece “conciertos” gratuitos a los olvidados de la residencia de ancianos.
- Ve a recogerte ante la tumba de un ser querido y mientras te diriges allí reza un Rosario por todos los difuntos inhumados en ese lugar.
- Haz un retiro. Si eso no es posible, intenta al menos dedicar un día, o una tarde, al recogimiento.
- Reconoce tus celos, ante ti mismo y ante tu confessor.
- Poponte rezar con otro y ¿por qué no? con alguien que te encuentres en la calle y que parezca sentir necesidad de ello.
- Guarda tus imágenes piadosas o medallas bendecidas a mano y ofréceselas a las personas que te encuentres como signo de bendición.
- Organiza una fiesta con otros parroquianos e invita a todos los que estén en el “cruce de caminos”.
- Si uno de tus conocidos parece no tener fe, comparte un poco de la tuya, dile hasta qué punto Cristo ha cambiado tu vida.
- Ofrece tu hospitalidad a personas a las que nunca invitarías espontáneamente.
- Paga el parking o el peaje a alguien que esté detrás de ti.
- Lee al papa Benedicto XVI, te sorprenderá.
- Reza cada día por las almas del Purgatorio, reza por tus difuntos.
(Publicado en Aleteia)