Economía, riqueza, pobreza, distribución de los bienes son términos que aparentemente nada tiene qué ver con la Iglesia, pero se deben estudiar y asumir desde una perspectiva cristiana, como la que plantea la Doctrina Social de la Iglesia.
Diana Adriano
Para la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), la economía es una dimensión muy importante de la vida social, la cual no puede ser guiada solo por una suerte de racionalidad instrumental, sino que debe estar sujeta a determinada ética.
Así lo explica Guillermo Veytia de la Vega, integrante de la Unión Social de Empresarios de México (USEM), quien en esta entrevista expone cómo entre los principios de la DSI se destaca el campo de la economía y el cómo sus fines deben estar sujetos al Bien Común y a la dignidad de la persona humana.
Comprensión de la economía.
El señor Veytia explicó que la economía es la actividad humana que se realiza para satisfacer las necesidades materiales del ser humano, desde la detección de estas; la localización de materias primas, así como de necesidades de producción, de satisfactores y distribución a quien lo necesita para su consumo.
“El objetivo es estudiar esta actividad del hombre para servirse de ella”, resaltó el entrevistado.
Recordó que esta actividad comenzó a complicarse a partir de la Revolución Industrial, en la que se produce para mercados vírgenes, no explotados, con un ansia desmedida de producir sin límites, utilizando (explotando) sin temor al hombre (niños, ancianos, mujeres embarazadas, lisiados.) con horarios de trabajo de 10, 12 y hasta 14 horas, sin ley ni control, solo producir más con menos.
“Aquí empieza e incluye la explotación y abuso de la naturaleza, a finales del siglo XVIII, ahora empezamos a ver y sentir las consecuencias”, agregó el señor Veytia.
Presencia de la Iglesia
Anterior a la Revolución Industrial, explicó, existía una economía agrícola y un sometimiento con tintes de esclavitud a reyes y señores feudales, que a cambio y por beneficio propio, se defendían del exterior de sus territorios.
Estos dos acontecimientos en que salta a la vista el abuso y la injusticia, hacen germinar los pensamientos de Federico Engels y Carl Marx, a mediados del siglo XIX, que culminan con la instauración del Comunismo en la URSS, derramando ese pensamiento en todo el mundo y que, en nuestros días, todavía es un peligro, aseguró.
“Ante estos acontecimientos, la Iglesia se hace presente y prácticamente a finales del Siglo XIX inicia la Doctrina Social de la Iglesia, que aborda el tema de la propiedad y los obreros”, indicó el señor Veytia.
En estos acontecimientos sociales llegó luego la Revolución Francesa, el engendro del individualismo, el cambio de Dios por la persona e inicia el Liberalismo aplicado a la persona en todas sus dimensiones, espirituales y materiales. Se gesta el Capitalismo, que de inicio es salvaje, sin límites y la respuesta no se hace esperar, viene el comunismo y con ello, un sin fin de Encíclicas Papales, que abordan el tema magistralmente, afirmó el entrevistado.
Principios de la economía
Por otra parte, el empresario compartió que la DSI se basa y orienta en los siguientes principios que guían y orientan al hombre, para una economía sana y justa, para todas las personas que participan: La persona humana y su inalienable dignidad, su libertad, la búsqueda del Bien Común, la solidaridad, la subsidiariedad, la Justicia y los bienes terrenales del hombre.
“Cuando se tienen presentes estos principios, se pueden augurar relaciones claras y justas entre las partes involucradas. El abuso del capital, o más bien, de los empresarios que buscan las utilidades por encima de principios como los ya señalados, promueven prácticas perversas que son toleradas por la corrupción”, aseveró.
También mencionó a parte de los empresarios que abusan al pagar salarios mínimos o inferiores, con lo que el trabajador sólo sobrevive. “Desde luego hay una gran cantidad de empresarios que sí se preocupan del salario de sus trabajadores y de su bienestar”, dijo el entrevistado.
Un libre mercado
El señor Veytia manifestó que actualmente se considera a la Economía Neoliberal como aquella cuyo beneficio principal es para el empresario, no así, la nueva tendencia de la Economía con Responsabilidad Social, con la que se busca exista más equilibrio entre los que aportan a la empresa, capital, intelecto y mano de obra.
“Con esto se pretende que el trabajador pueda desarrollarse integralmente en todas sus capacidades de ser humano; en lo físico y en lo espiritual”, dijo.
Explicó que que considerar que los bienes terrenales, en forma genérica, son del hombre, sin embargo, siendo iguales como personas, no poseemos materialmente lo mismo.
“Esto no se opone a la propiedad privada, que de inicio era de los que la cultivaban, y con los sobrantes se intercambiaban otros bienes”, añadió el entrevistado.
Asimismo, reflexionó en que el cuidado y trabajo dedicado a la tierra, que dio frutos en exceso a las necesidades, permitió que se fueran formando capitales.
“La Iglesia no se opone a la riqueza, sino cómo se sirve de ella quien la tiene, el avaro o el generoso, que buscan aliviar la pobreza de sus semejantes, es como el capitalismo con responsabilidad social, que tiene como centro y objeto la persona humana”, dijo.
El libre mercado es una expresión de la libertad, que en teoría debe lograr los mejores productos a los mejores precios. Desde luego, en este sistema el Estado debe regular para que no se den prácticas abusivas o engañosas, que lleven a la creación de monopolios, concluyó el entrevistado.
Ni comunismo, ni neoliberalismo,
Economía con responsabilidad social
De acuerdo al entrevistado, es muy clara la tendencia a nivel mundial y en México que se da en la economía: “El pez grande se come al chico”, con lo que unas cuantas empresas se adueñaron de los mercados, propiciando la concentración de la riqueza, mucho más de lo que ya está.
Esto, dijo el señor Veytia, lastima la libertad de los individuos al restringirles las opciones, y se ve con impotencia y en la mayoría de la población pasivamente, cómo los capitales dictan los caminos de la sociedad y de las naciones, ya sea en función de sus ingresos o de las ideologías, que, lamentablemente “no contemplan el Bien Común, por ser opuestos a su bienestar particular”, aseguró.
“Me presumo un defensor de la propiedad privada, de la libre empresa y de la economía del mercado con responsabilidad social, cuyo centro y objeto y fin sea la persona humana, con su dignidad y su libertad congénitas e inalienables de aquella economía que sirva al hombre, no de la que se sirve del hombre”, sentenció.
Dijo que defiende la propiedad privada – otro término que explica la DSI- “que se regula buscando la equidad, la justicia”, pero no aquella que propicia desigualdad con monopolios, bipolios u oligopolios.
“De aquella en que la distribución de la carga del Estado es equitativa, es general y al mismo tiempo proporcional, que acepta como principio la justicia conmutativa como justa retribución y premio al ingenio y al trabajo, pero también que se apoya en el principio de la justicia distributiva”.
El entrevistado se declaró defensor de la economía “que equilibre las desigualdades de la naturaleza, del hombre y del sistema, que promueva el principio de la solidaridad con quien menos tiene o menos puede, más no el paternalismo que adormece y permite la manipulación de la sociedad”.
“Aquella que aplica el principio de la subsidiaridad, ayudar a una entidad menor solo cuando lo necesite y suspender la ayuda cuando ya no sea necesario, de tal modo que la ayuda no se vuelva perversa para las dos partes”, finalizó.