Ana María Ibarra
Con gran regocijo y alegría porque Dios sigue llamando trabajadores a su viña, la comunidad diocesana participó entusiasta en la celebración eucarística del pasado 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción de María, donde el diácono Carlos Velásquez fue ordenado sacerdote por manos del señor obispo don José Guadalupe Torres Campos.
Pastor al estilo de Jesús
En la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, donde se realizó la ordenación, el elegido fue llamado por un diácono y, después de recibir la bendición de su padre y abuela, se levantó y contestó presente, se acercó al obispo, y el rector del seminario, padre Juan Manuel Orona, lo presentó y pidió, en nombre de la Iglesia, fuese ordenado para el servicio del pueblo. El obispo pidió el testimonio de la comunidad y lo aceptó pidiendo el auxilio de Dios.
En su homilía, el obispo agradeció a Dios por el don del sacerdocio y resaltó el llamado que Dios hace a todos los presbíteros, en ese día especial, a Carlos Velásquez, a ser pastores al estilo de Jesús.
“Se te ha llamado Carlos a apacentar al pueblo de Dios, sobre todo a aquellas ovejas perdidas. Dios te elige a este ministerio porque te ama, porque ha puesto su mirada de amor en ti y cada día renovará en ti ese llamado”, expresó el obispo.
Don Guadalupe resaltó el llamado que Dios hizo a María, a quien eligió para una misión: ser la madre del Salvador.
“Así es el llamado que Dios hace a todos, a algunos para ser sacerdotes, a ti Carlos esta tarde Dios te elige, te llama a una misión, te configura con Cristo sacerdote y pastor a través del orden sacerdotal…Él espera de ti, como María, esa respuesta de fidelidad, de entrega total”, expresó el obispo.
Rito de ordenación
Antes de adentrar al candidato en el orden presbiteral, el obispo lo interrogó sobre su plena y libre voluntad de recibir el ministerio y desempeñarlo para la salvación de los hombres.
Enseguida, lo tomó de las manos y le pidió su promesa de obediencia y respeto a él y a sus sucesores como signo de comunión con la Iglesia.
Unidos en oración con el obispo, el pueblo pidió por Carlos quien se postró rostro en tierra en signo de humildad y apertura al plan de Dios para su vida.
Al concluir tan emotivo acto, el obispo impuso las manos en silencio sobre el diácono y después todos los presbíteros hicieron lo mismo como signo de la comunión del presbiterado.
Posteriormente, el obispo invocó al Padre celestial en la plegaria de ordenación para que con la gracia divina se le concediera a Carlos la dignidad del sacerdocio en segundo grado. Carlos fue revestido con los ornamentos de presbítero por su familia y su padrino, el padre Alejandro Martínez, para luego subir al presbiterio y arrodillarse delante del obispo, quien le ungió las manos y las cubrió con un lienzo blanco, signo de su configuración con Cristo Sumo y Eterno Sacerdote. Así la Iglesia recibió un nuevo sacerdote.
Las manos del joven sacerdote fueron lavadas por su familia y su padrino.
Carlos Velásquez y María del Refugio Pérez, padre y abuela del sacerdote llevaron el pan y el vino, ofrenda que el obispo entregó al nuevo sacerdote, como ofrenda del pueblo de Dios.
Los sacerdotes besaron las manos de su nuevo hermano, como signo de recepción al colegio de los presbíteros, dándole también un abrazo de fraternidad.
Al final de la misa, familiares y amigos se acercaron al nuevo sacerdote para besar sus manos y felicitarlo.
frases..
“Me siento muy contenta en que ya mi nietecito está en servicio de la Iglesia y espero en Dios que siga con ese don hasta el día del fin que Dios nuestro Señor lo disponga”
María del Refugio Pérez Ríos de Velásquez, abuela del padre Carlos.
“Me siento muy orgulloso por mi hijo, pido muchas bendiciones para él, es un orgullo para mi verlo convertido en sacerdote”.
Carlos Velásquez, papá de Carlos