«Entonces trajeron a Jesús algunos niños para que les impusiera las manos y rezara por ellos. Pero los discípulos los recibían muy mal. Jesús les dijo: «Dejen a esos niños y no les impidan que vengan a mí: el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos.». Jesús les impuso las manos y continuó su camino.» (Mt 19, 13-15)
Este pasaje nos recuerda que debemos llevar a los niños a Jesús, cada día. ¿cómo podemos hacerlo? ¿Cómo podemos guiarlos a Cristo?
Una forma es enseñarles a orar. Por ello aquí presentamos consejos para hacer que nuestros hijos aprendan la virtud de la oración.
- Crea la necesidad en ellos para hablar con Dios por medio de la oración. Sí, una necesidad. Porque, por medio de la oración, les enseñamos que dependemos de Dios totalmente; nosotros no logramos nada por nuestra cuenta. Escoge una hora del día en la que puedas tener un tiempo de quietud para que puedan orar en familia.
- Enséñales, por medio de ejemplos, que la cercanía o la relación que tengamos con Dios crece por medio de la oración. Puedes mencionar a una amiga de tu hija con la siempre habla, por lo que cada vez serán más unidas; de la misma manera funciona la oración. Estamos más cerca de Dios por medio de la conversación que tenemos con Él.
- Habla de lo cercano que está Dios para nosotros. Dios está disponible todo el tiempo, no solo durante el tiempo que dedicamos a orar como familia. Por medio de esto, menciónales la posibilidad de que tus hijos pueden orar mientras están en la escuela, por ejemplo, antes de tener una prueba o examen.
- Pídeles que digan algunas frases que sean espontáneas, pueden citar si alguna persona de la familia está enferma o un amiguito de la escuela se cayó o no fue a clases.
- Guía su oración para que siempre busquen la sabiduría de Dios. Une esta parte de tu enseñanza con historias bíblicas. Por ejemplo, la del rey Salomón, el hombre más sabio, para que tus hijos puedan anhelar esto para sus vidas.
- Diles a tus hijos que, a veces, Dios tiene otros planes. Así, ellos van a crecer sabiendo que Dios va a darnos lo mejor para nuestras vidas. No siempre es lo que pedimos, pero confiamos en que es algo superior a nuestros pensamientos.
- Fomenta su seguridad diciéndoles que Dios está siempre con nosotros, es una promesa escrita en Su Palabra; Su Omnipresencia es algo maravilloso y real.
- Pregúntales a tus hijos cuál es su porción bíblica favorita y ayúdales a memorizar uno o dos versículos de ese texto. Me encanta el Salmo 23; puedes comenzar con este y explicarles un versículo por día. Estarás feliz cuando los escuches recitarlo.
- Nunca dejes de lado la gratitud mientras oras. Agradece por todo, aunque sea pequeño: por la cama calientita donde se van a acostar, por la fruta que comieron en la tarde y por la golosina que mandaste en sus loncheras. La gratitud convierte en lo que tenemos en suficiente.
- Puedes comenzar hablando sobre Dios a tus hijos en cada oportunidad que tengas, mientras los dejas en la escuela, mientras se ponen pijama o mientras preparas la comida. Aprovecha estos tiempos para acercarles al Creador de sus vidas.