Las hermanas Palma Varela y Socorro Solís, Misioneras de María Dolorosa, celebraron juntas, como el primer día, sus Bodas de Oro como religiosas.
Diana Adriano
Las religiosas Palma Varela Reyes y Socorro Solís, Misioneras de María Dolorosa, celebraron el 50 aniversario de su consagración a la vida religiosa rodeadas de sus hermanas consagradas y amigos de la comunidad.
Con una celebración Eucarística, presidida por el padre Alberto Castillo, las religiosas que han dedicado la mayor parte de su vida a servir a sus hermanos por amor a Dios y a ejemplo de María, dieron gracias por su caminar.
En un ambiente de fraternidad y alegría, las religiosas se reunieron en la capilla San Antonio Senecú, el pasado sábado 4 de septiembre.
Durante su homilía, el padre Alberto Castillo hizo mención de la entrega y la confianza que han demostrado las religiosas en estos 50 años.
“Hace 50 años pusieron su vida en las manos de Dios y hoy, juntos, damos gracias por aquel sí”, expresó el presbítero.
Renovación de promesas
Al concluir la homilía, las hermanas Socorro y Palma reafirmaron sus votos como aquella primera vez, hace 50 años, cuando pidieron a Dios seguir creciendo en la adoración y en la esperanza.
Enseguida se pusieron de pie frente al altar ante el padre Alberto y, en presencia del pueblo de Dios y de sus hermanas de congregación, pronunciaron su entrega a esta familia religiosa.
“Con la firme voluntad de entregarme a Dios más íntimamente y de seguir a Cristo más de cerca por el resto de mi vida. Ante ustedes hermanas, aquí presentes…reafirmó los votos religiosos de castidad, pobreza y obediencia que hice hace 50 años”, expresó la hermana Palmita.
Recuerdos de alegría
Al concluir la misa de acción de gracias, la hermana Socorrito, como es conocida, dirigió un mensaje a la comunidad, en el cual resaltó la fidelidad de Dios en estos 50 años de vida consagrada.
“En primer lugar quiero agradecer a Dios la fidelidad para con Palmita y conmigo, y permitirnos llegar a estos 50 años. Sólo su fidelidad es la que nos ha permitido esta alegría tan grande”, expresó.
La religiosa compartió cómo aún tiene en su memoria la primera vez que llegó a la congregación. “Recuerdo que cuando llegué, Palmita ya estaba, tenía unos meses, y desde ese momento yo la miraba como una hermana mayor”, dijo.
Fue así que el 5 de septiembre de 1971, la hermana Palma y Socorrito realizaron juntas su primera profesión donde reafirmaron definitivamente su consagración a Dios.
“Nuestra primera profesión fue un domingo, que precisamente después de 50 años cae otra vez en domingo, porque mañana es el mero día de los 50 años. Lo recuerdo con mucha alegría. Recuerdo a nuestros padres en la misa junto a nosotras y ese deseo de servirle a Cristo”, mencionó la religiosa.
“Pero en general recuerdo todas las comunidades a las que me ha tocado pasar en este tiempo. Recuerdo a las hermanas con las que he compartido la vida, y agradezco a Dios porque él tiene sus planes y la homilía del padre me hace reafirmar ese recorrido.”, agregó.
Al finalizar, todas las misioneras se dispusieron a vivir un pequeño convivio en honor de las homenajeadas.