MC Luis Alfredo Romero/ Comunicólogo
Siempre me pregunté por qué desde niño San José despertó en mí, admiración y simpatía. La maestra Soledad López en clase de historia en la primaria, nos dijo que el nombre colonial de Parral había sido “El Real de minas de San Joseph del Parral”. Mi padre se llamaba Josemaría y mi segundo hermano José Aurelio. Mi familia pertenecía a la parroquia de San José y dos días antes de la fiesta patronal de San José, el 19 de Marzo, mi casa se alistaba para recibir algún miembro foráneo de la Adoración Nocturna Mexicana a la que pertencia mi papá, y que venía como delegado de otra ciudad del estado a la vigilia solemne en honor del patrono de la ciudad.
Después de la cinco de la tarde del mismo 19, mi casa se vestía de fiesta para festejar a mi papá. Mi madre preparaba con anticipación bocadillos y alguna ensalada fría y pastel, con lo que obsequiaba a parientes y amistades que acudían a felicitar a Josemaría. Mi papa descorchaba un Santo Tomás y mi hermano mayor ofrecía charola en mano copitas de brandy. Entrada la noche cuando se iban los últimos invitados, en una mesita rinconera había pequeños regalos para hombre. El 19 de Marzo era entonces, un día de festejos prolongados desde la víspera.
La imagen de San José presidía el altar mayor de la parroquia que lleva su nombre. Todavía está igual. La imagen destaca desde la entrada al templo por el gran ábside que enmarca el presbiterio y una hornacina con rayos dorados que entronizan a San José. Se trata de un hombre joven con un niño en brazos, que pasa un tanto inadvertido ante la imponente presencia de su padre adoptivo. Su rostro era tranquilo y amable y cualquiera diría que casi esbozaba una sonrisa, o tal vez eso me parecía a mí, pues los domingos cuando mi mamá nos llevaba a misa de niños a las nueve de la mañana, me le quedaba mirando desde el comulgatorio cuando no llegábamos a tiempo para conseguir lugar en una de las primeras bancas.
Tal vez eso hubiera sido suficiente para que San José despertara mí simpatía, pero no, poco a poco fui recibiendo más información sobre él.
Sueño de José
San José fue el esposo de María, fue su prometido, la amaba y tanto, que cuando advirtió su embarazo, sin que aún vivieran juntos, para no dañarla, ya que el castigo era la lapidación, quiso abandonarla en secreto. José en un primer sueño recibe el mensaje del ángel que le comunica que no debe temer llevar a su casa a María “porque la criatura que espera es obra del Espíritu Santo” (Mt. 1-20)
El estudioso de San José, Regino Navarro dice “creyó que Dios estaba actuando en la Vida de María y en la suya propia” Algunos autores consideran ésta la causa del pretendido abandono secreto de José hacia María, cuando advierte el embarazo de la Virgen y no tanto el posible adulterio. La fe de José fue puesta a prueba y libró la prueba, su fe fue más grande que la ley o los prejuicios sociales.
Seguramente José como judío observante de su fe, había leído en los profetas “he aquí que una doncella (virgen) concebirá y dará a luz un hijo” Las escrituras se cumplían en María. Primero fue el temor en José después la admiración de la obra de Dios, la obediencia y la valentía.
José fue el padre adoptivo de Jesús. ¿Qué cualidades, qué virtudes vería Dios en José para encomendarle el cuidado y protección de sus dos grandes tesoros María y Jesús?
Hombre bueno y justo
Los evangelios no mencionan mucho sobre la vida de José que permaneció en silencio cumpliendo su misión, simplemente lo mencionan como un hombre bueno y justo. La palabra, justo, tenía en la antigüedad hebrea el sinónimo de piadoso. Descendiente de David, su linaje era de nobleza y su trabajo sencillo, manual, artesanal.
Sin una actitud de obediencia y mucha valentía, sustentada por su fe, San José difícilmente hubiera sido copartícipe de la redención. Y aunque Dios todo lo puede, la presencia de José fue fundamental en la vida de la Sagrada Familia para que el niño creciera en sabiduría, estatura y gracia.
José tuvo a Jesús en sus brazos y su ternura hacia el pequeñito debió ser la de todo padre ante su hijo recién nacido. José lo cuidó, lo alimentó, lo protegió, lo dirigió, le enseño el trabajo y la responsabilidad y lo orientó en los valores humanos de su cultura. Cuánto le habrá enseñado José a su hijo durante sus años escolares, asistiendo con Él a la sinagoga o como aprendiz en el taller. Sin duda que José hizo de Jesús una persona más humana.
El portento de santidad de San José se manifiesta en la acogida, “San José fue dócil para recibir y adherirse al misterio. Acoge planes, personas y circunstancias que llevan los planes de Dios” (Navarro Regino)
Los sueños de José
Fueron cuatro sueños en los que José encuentra su función en la vida y su vocación en la historia de la salvación como cabeza de la Sagrada Familia. Además del anuncio del ángel para que no abandone a María en su embarazo, José recibe en sueños otro mensaje, huir a Egipto, “porque Herodes buscará al niño para matarlo” (Mt.2-13) El tercero es el aviso de que Herodes ha muerto, ahora gobierna Arquelao, y es posible el regreso a Israel. El cuarto encierra la sugerencia de establecerse en Nazaret y no en Belén. En las escrituras seguro leyó José, “le llamarán nazareno” (Mt.2-23)
Las imágenes de José dormido no eran de mi agrado, siempre lo reconocí de pie, atento, juvenil, bien parecido y con un niño como de un año de edad en los brazos. Así era la imagen de San José en mi parroquia. Ahora, reflexionados los sueños y sus mensajes como planes de Dios, admiro y bendigo a San José en completo reposo y profundo sueño.
Virtudes de José fueron muchas, la fe, la obediencia, la humildad, la oración, la acogida, el trabajo, la ternura, la castidad y la valentía creativa. Esta última conviene destacarla pues retrata por completo al San José que tácitamente admiramos.
Recibidos los mensajes José no se detiene a medir los riesgos ni las consecuencias, las penurias ni las distancias. Decidido lleva a María, embarazada, de Nazaret a Belén que distan 158 kilómetros y al no haber lugar para ellos en la posada, improvisa un cuarto de maternidad en un establo. No es tardo para salir de noche con su familia huyendo a Egipto, atravesando el desierto con todos sus peligros, clima extremoso, saltadores de caminos, caravanas ya completas, fieras y sabandijas. ¿Cuánto tardaría ese viaje realizado con pocos recursos de transporte, que en la actualidad es de 854 kilómetros y para desandarlo tiempo después? ¿Qué problemas tuvo que resolver José al vivir con su familia como inmigrantes extranjeros en Egipto, con otro idioma, otra cultura, otra moneda y otras leyes? ¿Cómo le hizo San José para sobrevivir con su familia en tierra extraña? Solamente con valentía y creatividad, con fuerza, fe y juventud.
Santo amado de Dios
A José nos lo han descrito como carpintero, hay traducciones de que era artesano. San Justino le atribuye también la hechura de yugos y arados. Polifacético pues, y con capacidades manuales, San José ejercía un oficio de la época sencillo y popular. Con trabajo y alguna habilidad creativa pudo ganarse el pan para su familia tanto en Egipto como en Nazaret.
Mucho se ha escrito sobre el gran santo del silencio, patrono de la iglesia universal, de los padres de familia, del trabajo y de la buena muerte. La devoción popular lo pinta con una vara florida como símbolo de haber sido seleccionado entre otros hombres para esposo de María. La creencia de haber sido llevado en cuerpo y alma al cielo es también recurrente. De lo que podemos estar seguros es que José es el santo más amado de Dios ya que fue el padre terrenal y legal de su hijo en la tierra. Proveedor custodio y guía de la sagrada familia. Jesús como hombre, seguramente tendría mucho de José.