Mons. Felipe Arizmendi/ Obispo de San Cristóbal de las Casas
El Papa Francisco está en Cuba desde el sábado pasado; el martes próximo llegará a Estados Unidos, donde visitará al Presidente Barak Obama en Washington; después irá a Nueva York, para dirigir un mensaje a la Organización de Naciones Unidas, en que hay representantes de 190 países. Posteriormente, llegará a Filadelfia, para el Encuentro Mundial de la Familia. Regresará a Roma el domingo 27 por la noche.
¿Por qué hace estos viajes, tan extenuantes y comprometedores? Porque el Evangelio no se puede encerrar en las iglesias, en los apartamentos papales, en Roma. No viaja por hacer turismo, por ganar popularidad, ni porque tenga intereses políticos o económicos. Lo que le importa es que la luz del Evangelio ilumine las realidades temporales, como la política y la economía, para que sean factores que den vida a las personas, no estructuras que generen muerte, exclusión y guerras. Si se entrevista con líderes mundiales, no es para hacer pactos de intereses ocultos, sino para promover la paz, la justicia y la fraternidad, en bien de todo el mundo.
En Cuba, quiere apoyar el proceso liberador que está viviendo la isla, pasando de una situación de aislamiento y de limitaciones en muchos aspectos, a una convivencia ciudadana en mayor libertad y democracia. De alguna manera, influirá para que termine el bloqueo que ha sufrido ese país.
En los Estados Unidos, quiere seguir defendiendo el valor de la vida y de la familia, frente a un sistema que todo lo valora con criterios económicos. Defenderá el derecho de los migrantes. Canonizará a Fray Junípero Serra, un franciscano incansable, evangelizador de varias partes de nuestro país y, sobre todo, de las diferentes Californias. Invitará a invertir en la construcción de la paz, no en armamento que genera muerte, guerras y destrucción, sólo por la ambición de ganar más dinero. La economía de Estados Unidos depende en buena medida de la producción de armas, lo cual es contradictorio con la lucha por la paz. Promoverá la defensa del medio ambiente, frente a un sistema destructor de la naturaleza, por su enorme gasto de energía no renovable y por la contaminación que produce. A muchos norteamericanos no les gusta que el Papa aborde estos temas. Lo tachan de marxista y contrario al desarrollo económico, pero él lucha por la vida, por la verdad y la justicia, sobre todo de quienes no se pueden defender ante un sistema injusto y excluyente. La inspiración del Papa es sólo el Evangelio, no ideologías políticas o económicas, ni la ambición de poder.
Finalmente, en Filadelfia, participará en el Encuentro Mundial de la Familia, donde invitará a defender este valor tan fundamental para la sociedad. Ante un mundo que sacraliza el individualismo, donde cada quien hace lo que quiere y le gusta, donde se menosprecia la fidelidad e indisolubilidad conyugal, donde se rechaza la hermosura de nuevas vidas, el Papa insistirá en estos valores del Evangelio, aunque tenga que ir contracorriente.
Acompañémoslo con nuestra oración, para que el Espíritu Santo le ilumine y fortalezca, le conceda salud y sabiduría. Sigamos con atención sus actividades, a través de los medios informativos, fijándonos sobre todo en los contenidos de sus mensajes, en sus detalles al acercarse a las personas, sin distraernos en notas amarillistas de algunos medios, que quieren disminuir el impacto de los mensajes del Papa, porque cuestionan sus estilos de vida contrarios al Evangelio. El Papa es un misionero del Evangelio. Ojalá sus palabras nos lleguen al corazón y no sigamos su viaje sólo por curiosidad informativa.