Ana María Ibarra
La experiencia de haber nacido, crecido y madurado en una familia cristiana, con un padre lleno de amor a Dios y al servicio parroquial, motivó al padre Eliseo Ramírez descubrir y responder al llamado de Dios a la vida sacerdotal.
Hoy, Día del padre, el sacerdote agradece a Dios por permitirle seguir contando con la presencia de su padre, de quien, dijo, aún sigue aprendiendo grandes cosas que fortalecen su vida.
Educación en la fe
La educación que el padre Eliseo y sus hermanos y hermanas recibieron de su padre, al lado de su madre, fue un factor importante y decisivo para cada uno de ellos en cuanto a la participación activa en las comunidades católicas.
“La educación que ellos nos dieron ha sido muy bonita cristianamente hablando. No nada más en cuanto a enseñanzas doctrinales y de fe, sino también en la participación activa en las comunidades donde hemos dejado parte de nuestro tiempo y de nuestras capacidades”, expresó el padre Eliseo.
Un ejemplo de ello es que durante muchos años don Filemón Ramírez, padre del sacerdote, sirvió en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, y en ese tiempo, el padre Eliseo fue monaguillo.
Esa y otras experiencias vividas en las diferentes etapas de su vida ayudaron mucho para que el padre Eliseo fuera teniendo una visión clara y generosa sobre el servicio en la Iglesia.
“Su ejemplo me marcó, humanamente hablando. Lo considero un ser humano bueno, extraordinario, lleno de amigos, lo estiman por el ser humano que es, ese también fue un elemento clave para mi vocación”, compartió el padre Eliseo.
Vocación anhelada
Al hablar de su vocación al sacerdocio y de cómo su padre lo encauzó en ella, el padre Eliseo compartió:
“Sé que, junto con mi madre, tuvo un espacio para la oración, él me lo decía. Durante el Seminario, los fines de semana platicaba con él y siempre estuvo interesado por mí, por cómo me iba, que había hecho, cómo me sentía, y lo sigue haciendo”, dijo el sacerdote.
Don Fili, por su parte, relató:
“Un día le pregunté al Señor: ¿Tantos hijos que me diste y ninguno llamaste para tu servicio?”.
“Al poco tiempo, mis hijas nos dijeron que Eliseo se iba al Seminario. ¡Lloré de gusto! Siguió mi hijo en el Seminario y le pedí a Dios que me concediera ver a mi hijo ordenarse sacerdote y si al otro día me quería llevar, encantado de la vida. Bendito sea Dios todavía me tiene aquí, junto con mi familia y con mi hijo de 17 años de ordenado”, dijo conmovido.
Una vida llena de Dios
Hoy, cuando don Fili está a una semana de cumplir 90 años de edad, el padre Eliseo asegura que sigue aprendiendo mucho de él, principalmente de su amor a Dios, a la Virgen María y a la Iglesia. Y su admiración hacia él también crece cada día.
“De todo lo vivido lo que más me ha marcado es el amor a Dios, su compromiso, su cariño y su generosidad. Él fue adorador nocturno por más de 70 años, ya no va porque sus fuerzas físicas se lo impiden. Recuerdo que nos llevaba a un hermano y a mí de niños. Mi hermano todavía es adorador nocturno”, compartió.
“Estoy muy agradecido con Dios porque todavía lo tengo. Sigo admirándolo y mientras Dios me permita seguirlo viendo y amarlo, estaré agradecido”, dijo.
frase…
“Estoy agradecido con Dios por todo lo bueno que ha sido con nosotros a través de la figura de mi padre. Quiero felicitar a todos los papás de los sacerdotes y desearles que el Señor siga derramando sus bendiciones y que, a través de ellos, nos sigan llegando a nosotros como hijos”.
Pbro. Eliseo Ramírez, párroco de Nuestra Señora de Guadalupe