Párrocos comparten su testimonio tras un año y medio de pandemia, así como algunas claves para animar el retorno de los fieles a los templos…
Ana María Ibarra/ Diana Adriano
El miedo, la comodidad y el mensaje subliminal que dieron las autoridades al cerrar los templos por “no ser una actividad primordial para la vida”, son algunos de los factores que han impedido el regreso total de los fieles a los templos.
Sin embargo, en este tiempo de crisis muchas parroquias lograron mantener a sus fieles unidos en comunidad, e incluso atraer a nuevos.
Aquí algunos testimonios de párrocos, tras un año y medio de pandemia y muchos meses de templos cerrados, quienes comparten algunas claves para el retorno a los templos.
San Martín Obispo: Valorar la Eucaristía
Después del anuncio del cierre de templos, el padre Héctor Miguel Aguilar mantuvo la conciencia de no perder el contacto con los fieles y optó por mantener el templo parroquial abierto con el Santísimo Sacramento expuesto.
“Hubo respuesta muy bella de parte de los servidores para sanitizar a la gente que llegaba, e indicarles el lugar para sentarse y después higienizar ese lugar”, compartió el padre Héctor.
Pero luego de que la pandemia hizo crecer el pánico en la gente, decidió cerrar la capilla de adoración del Santísimo y quedarse con la misa, el rezo del Rosario, la Coronilla de la Misericordia y bendición con el Santísimo vía Facebook.
Para el sacerdote, el encuentro vía Facebook abrió nuevas posibilidades, como impartir retiros virtuales de reavivamiento, presentación de temas con predicadores, contacto con las pequeñas comunidades y catequesis por parte de los cuatro sacerdotes en la parroquia, tambíen vía Zoom.
Con esto, los servidores pudieron estar listos para continuar en el trabajo a la hora de la reapertura de templos.
“Bendito Dios nos pegó muy poco el Covid en los servidores. Tuvimos, lamentablemente, dos decesos”, compartió.
Amar la Eucaristía
En el segundo semáforo rojo y cierre de templos, otro espacio que abrió la comunidad, también en Facebook, fue recibir llamadas de los fieles para escuchar sus vivencias y que se sintieran unidos, viviendo la fe.
Y ya cuando se pudo reabrir el templo, se comenzó a hacer registro y entrega de boletos para asistir a misa.
“Eso generó conciencia en la gente de valorar la asistencia al templo, la presencia de Cristo en la Eucaristía, y la necesidad de comulgarlo”, dijo el padre Héctor.
Expuso que también han ayudado los protocolos de higiene que se han implementado en la parroquia, pues hacen que la gente se sienta segura.
Esto a pesar de que los medios de comunicación han infundido temor en la gente, opinó.
Pero para el sacerdote, aún falta hacer que la gente descubra que Cristo se encuentra real y verdaderamente presente en el sacramento del altar.
“Necesitamos volver a enamorarnos de la Eucaristía y saber que es el alimento que da la vida”, dijo.
En resumen, el párroco de San Martín Obispo consideró clave permanecer cercanos y atentos a los fieles “con el anuncio de que Jesús está cerca de nosotros y no hay que temer. La presencia del sacerdote es la presencia de Cristo que acompaña en medio de las dificultades”, puntualizó.
Lo que no ayuda al retorno a misa presencial
Pánico
Falta de catequesis
Comodidad de estar en casa
Claves para animar a volver a misa presencial
Respetar los protocolos de higiene
Acompañamiento previo
Opciones para encontrarse con la comunidad.
Crecer en la conciencia de la presencia real de Jesús en la Eucaristía.
Catequesis sobre Comunión, Adoración, Confesión
Volver al encuentro con Cristo, verdadero templo espiritual
Dios Padre: La fuerza de las pequeñas Comunidades
Al igual que a todo el presbiterio, al padre Jorge Iglesias, párroco de Dios Padre, el cierre de templos por la pandemia lo tomó por sorpresa.
“Un mes se convirtió en un año y todavía estamos en medio de esta situación que no termina”, dijo.
En este tiempo, el sacerdote tuvo que buscar formas de comunicación y comunión con el pueblo de Dios. Las redes sociales: Facebook y Whatsapp fueron medio para el contacto con los fieles y la transmisión de la Eucaristía, pero también para preguntar cómo estaban pasando esta situación.
“Las redes sociales se convirtieron en gran bendición de evangelización y de comunión con las personas. En mi parroquia fue una gran ventaja contar con las pequeñas comunidades”, expuso, pues esto facilitó un contacto más cercano, directo con los fieles “para mantener viva la fe y también para el sostenimiento de nuestra parroquia”.
Gracias a esto, en la parroquia -ubicada en el poniente de la ciudad- nunca faltó nada.
Mensaje subliminal
No obstante, el sacerdote reconoció que fue difícil acercar de nuevo a la gente a todos a las actividades presenciales.
“Uno de los factores más grandes fue el miedo de infectarnos y también de infectar”, dijo el sacerdote.
Como segundo factor citó la comodidad que dio a los fieles la actividad virtual.
“Fieles y pastores corrimos el riesgo y la tentación de caer en una comodidad espiritual y pastoral. Era más cómodo ver la misa a través de las redes sociales que venir al templo, y algunos ni en las redes sociales vivían la Eucaristía”.
Un tercer factor fue no considerar la vida espiritual como algo esencial.
“Al cerrar los templos y mantener abierto lo ‘esencial para la vida’, se lanzó un mensaje subliminal: fue como decir que la vida espiritual no es esencial para las personas, que se puede vivir sin Dios, sin comunidad y sin una vida espiritual”, dijo el sacerdote.
Expuso que esto surtió un efecto muy negativo en los fieles, sobre todo en aquellos que estaban fríos o que no estaban tan convencidos de la fe y del seguimiento a Dios.
Dios nos volverá a llamar
“En mi comunidad hubo personas que ya no quisieron regresar, personas muy concretas con rostro, con nombre. Me di a la tarea de platicar con ellos personalmente y de alguna manera vislumbraba esto, que se dejó de considerar la Iglesia como prioridad en la vida. Se le dio importancia a las actividades del mundo y a la familia, que es importante, pero nunca por encima de Dios”.
No obstante, dijo que también ahora hay gente que antes no estaba, que se acercó en medio de la pandemia, gracias a que contemplaron la mano de Dios en esta situación tan difícil.
Así, para el sacerdote no se trata tanto de que la gente regrese al templo sin más, sino que regrese a Cristo, que es el fundamento de estar en la Iglesia.
“ Tener a Jesucristo como principio y fin de la vida y por consecuencia regresen a las actividades presenciales, a seguir trabajando por el reino de Dios”.
En frase…
“Seguimos en la lucha para restablecer la vida espiritual, la vida parroquial. Es una tarea difícil que nos ha dejado la pandemia, pero no imposible. Confío en Dios que nos volverá a llamar por nuestros nombres”.
Pbro. Jorge Iglesias/ Párroco de Dios Padre