Diana Adriano
La Diócesis de Ciudad Juárez se vistió de gozo en la noche del sábado 30 de marzo.
Tras haber conmemorado la Pasión y Muerte de Cristo durante la Semana Santa, ese día se vivió la Noche de las noches: la Vigilia Pascual.
La Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe atestiguió el encendido del Fuego Nuevo y el canto del Gloria con los que se proclama que Jesús venció a la muerte.
El obispo don J. Guadalupe Torres campos encabezó la solemne fiesta, en la que concelebraron sacerdotes de Catedral, comenzando con la bendición del Fuego Nuevo y el encendido del Cirio que representa la Resurrección de Cristo.
«Cristo ayer y hoy, principio y fin. Alfa y Omega, suyo es el tiempo y la eternidad. A Él la gloria por los siglos de los siglos», pronunció el obispo al momento de consagrar el Cirio, marcando así el inicio de la celebración que conmemora la victoria de la vida sobre la muerte.
¡Cristo resucitó!
En medio de la oscuridad que envolvía el pasillo central de la Catedral de Ciudad Juárez, la procesión avanzó lentamente liderada por el obispo y los sacerdotes, quienes compartieron con los fieles la luz de Cristo.
Con la tenue llama de las candelas iluminando el templo, Israel Hernández Romero entonó el Pregón Pascual, anunciando la Noche Santa de la Resurrección de Jesús.
A medida que avanzaba el Pregón, las velas se iluminaron paulatinamente, llenando el recinto de una alegría renovada.
En la liturgia de la Palabra se meditó sobre la salvación del pueblo en la Antigua Alianza y la redención de la humanidad a través de Cristo.
Tras las lecturas del Antiguo Testamento, la congregación, rebosante de gozo, entonó el Gloria, mientras la luz de la Resurrección inundaba el recinto en su totalidad, simbolizando la victoria de la vida sobre la muerte.
¡Aleluya!
Antes de la proclamación del Evangelio resonó en la Catedral el jubiloso Aleluya, anunciando la alegría y la esperanza que trae consigo la Resurrección del Señor.
En este momento de celebración, los fieles se unieron en un solo corazón para proclamar la victoria de Cristo sobre la muerte y el pecado, renovando así su esperanza en la vida eterna.
Alegría por la resurrección
En su homilía, el obispo proclamó con alegría la Buena Nueva de la Resurrección de Cristo.
Tras destacar la belleza de los signos con que se inicia la celebración, el obispo enfatizó la importancia de regocijarse y sentirse felices, recordando las palabras del Pregón Pascual.
«¡Alégrense los Cielos y la Tierra! ¿Cómo no alegrarnos, cómo no cantar y ser felices y dichosos en esta noche hermosa?”, planteó.
El obispo invitó a los presentes a unirse en un cántico de alabanza y gratitud por la vida.
“Cristo, Luz del mundo, ha iluminado esta noche con este hermoso resplandor”, dijo para
inspirar a los fieles a renovar su fe y compromiso con los valores del Evangelio.
Renovación promesas bautismales
Luego, el obispo invitó a los presentes a renovar su compromiso bautismal en un momento que simboliza un renacimiento espiritual.
Monseñor Torres bendijo el agua, y con sus velas encendidas, el pueblo renunció al mal y renovó sus promesas bautismales, reafirmando su compromiso de seguir los pasos de Cristo en la vida cotidiana.
Luego, obispo y sacerdotes realizaron la aspersión del agua bendita sobre los fieles, otorgándoles la gracia y la bendición divina para continuar su camino de fe con renovado vigor y esperanza.
Así, en medio de una alegría renovada, concluyó la más bella noche para los cristianos.