- La parroquia San Juan Apóstol y Evangelista tiene más de un año con un albergue para migrantes, en el que decidió dar prioridad a mujeres en gestación y víctimas de la violencia.
Ana María Ibarra
Isabel y Gloria se encuentran en su última semana de gestación, ellas son migrantes, de Honduras y El Salvador, respectivamente. Víctimas de la violencia en su país, ambas mujeres llegaron a Ciudad Juárez con la intención de cruzar a Estados Unidos, buscando una mejor vida.
Ante la imposibilidad de cumplir su meta en esta cuarentena, las mujeres se encuentran hospedadas en el albergue de la parroquia San Juan Apóstol y Evangelista, que desde hace más de un año recibe mujeres migrantes y hace algunas semanas decidió dar prioridad a mujeres en gestación y víctimas de la violencia.
Mejor servicio
Karina Breceda, coordinadora del Albergue San Juan Apóstol y Evangelista compartió que después de trabajar durante un año al servicio de mujeres migrantes, se decidió buscar una mejor manera de apoyarles.
“Vimos que había muchas mujeres en embarazo y que necesitaban apoyo para ir a sus citas médicas, cuidados postparto y era difícil cuidarlas en las zonas donde se encontraban. Descubrimos que aquí se les puede dar ese cuidado”, explicó Karina.
Agregó que aun se encuentran equipando el albergue para ofrecer a las mujeres todos los cuidados necesarios, antes y después del parto.
“Queremos que tengan sus cunas, que sea un lugar seguro para los niños, y que ellas reciban terapia”, agregó sobre el albergue en el que actualmente se encuentran 21 personas, cuatro de ellas mujeres embarazadas.
“Queremos darles un espacio donde tengan opciones de vida. El migrante es el más necesitado en la ciudad, y entre ellos, los bebés”, añadió.
Atendidas por la comunidad
Las mujeres migrantes que recibe este albergue parroquial son canalizadas del “hotel filtro”, habilitado por el gobierno para recibir a migrantes recién llegados, ya sea deportados o provenientes de Centroamérica, México y otros lugares.
“Ahí pasan su cuarentena y al verificar que están sanas, las trasladan aquí. Todas las mujeres embarazadas serán canalizadas aquí”, informó Karina.
Refirió que además cuentan con un monitoreo para identificar a mujeres migrantes que ya se encuentran en Ciudad Juárez, que son víctimas de violencia o están en gestación.
El albergue San Juan Apóstol funciona totalmente gracias al apoyo de la comunidad parroquial, y ahora se está expandiendo para recibir a 35 personas.
“Siempre ha sido la comunidad que ha sostenido todo esto. A veces el Gobierno Federal ha traído despensas, otras organizaciones apoyan con comida para mamás, pero es la comunidad quien sostiene”, reiteró Karina.
Los parroquianos también se acercan a convivir con mujeres y algunos se ofrecen para llevarlas a sus citas médicas y trasladarlas al hospital en el momento del alumbramiento.
“Invitamos a la comunidad en general a que sigan abiertos a la vida también en los hermanos migrantes, recibirlos, apoyarlos, reconocer la dignidad y el valor que ellos tienen”, finalizó Karina.
Acogida compensa su difícil trayecto
En agosto del 2019, Isabel salió de Honduras acompañada de su hijo de cuatro años de edad, huyendo de su pareja que comenzó a violentarla y amenazarla.
“Allá tenía mi trabajo, estaba limitada, pero no me hacía falta nada. Me dio miedo y tomé la decisión de venirme, mi hermano me apoyó porque se gasta mucho dinero. Dejé familia y muchas cosas”, compartió.
La mujer llegó a esta frontera hace un año, con la finalidad de cruzar a Estados Unidos, en un trayecto nada fácil.
“En el camino uno sufre mucho. Estuvimos cinco días aquí en Juárez encerrados, no nos daban de comer ni teníamos dónde hacer las necesidades, la persona que nos trajo nos mantenía encerradas y no nos trataban bien”, relató.
“El grupo Beta nos llevó al albergue Leona Vicario, nos tomaron datos, nos dieron de comer. Estuvimos ahí de septiembre 2019 a mayo de este año. El trato no fue tan bueno, mi hijo lloraba porque quería más comida y no nos dejaban salir a comprar”, relató la entrevistada.
En su estadía en ese albergue, la mujer quedó embarazada. Luego fue llevada al “filtro”, donde su hijo salió positivo a Covid-19, por lo que tuvieron que pasar ahí dos meses. Después los canalizaron al albergue de la parroquia San Juan Apóstol y Evangelista.
“Es lo mejor donde hemos estado, nos han tratado bien en todos los aspectos, es algo diferente para todo lo que hemos vivido. Vamos a una buena clínica, nos hacen exámenes, me trata muy bien el doctor. Me siento afortunada. La gente esta al pendiente de nosotros”, expresó.
Isabel, no pierde la esperanza de poder ingresar a los Estados Unidos, pues dice, ese es su destino.
“Estoy triste porque no avanzamos y me da miedo irme ilegal porque muchos han muerto, solo esperamos que un milagro pase”, dijo la mujer, cuya petición de asilo ha sido rechazada en tres ocasiones.
Por lo pronto, Isabel espera, agradecida, el nacimiento de su niña y acude a misa para dar gracias a Dios, a pesar de confesarse cristiana evangélica.
“Al final es el mismo Dios y la fe mueve montañas. Pido a Dios que sigan llegando bendiciones a este albergue, que la gente de buen corazón apoye a esta parroquia que es solidaria con nosotros”, finalizó.