Diana Adriano
El pasado domingo 17 de noviembre, en una solemne misa celebrada en la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, los seminaristas Martín García, Javier Álvarez y Gustavo Valenzuela fueron admitidos como candidatos a las Órdenes Sagradas, un paso crucial en su formación hacia vocacional.
Cómo se sabe, la admisión a ser candidato las Órdenes Sagradas es uno de los momentos más significativos en el camino hacia el sacerdocio, siendo el último paso antes de la recepción de los ministerios mayores.
Este rito realizado por el obispo don José Guadalupe Torres Campos, marcó el deseo y disposición firme de los tres jóvenes varones, para servir a Dios, primero en el diaconado y luego en el presbiterado.
Los jóvenes estuvieron acompañados por sus familiares, amigos y el equipo formador del Seminario, quienes compartieron este importante momento en su camino hacia el sacerdocio.
Camino de la vida
Durante la homilía el obispo reflexionó sobre la importancia de dejarse guiar por el Señor y
destacó la importancia de orar al Padre por intercesión de Jesucristo y el Espíritu Santo, pidiendo que se nos enseñe siempre el camino hacia la vida cristiana y la santidad.
El obispo dijo a los seminaristas que serían admitidos a las Órdenes Sagradas:
“Pidan al Señor: enséñame el camino para la vida, el camino de la vida cristiana, vocacional y en santidad, de la vida en gracia del servicio, porque todos, cada uno, estamos llamados a rendirle cuentas a Dios”.
Admitidos
Al finalizar la homilía, el padre Jesús Manríquez, rector del Seminario, llamó uno por uno a los jóvenes para que, frente al obispo, confirmaran su disposición para continuar con su preparación al sacerdocio.
“¿Quieren, respondiendo al llamado de Dios, continuar preparándose debidamente de tal manera que se hagan aptos para recibir, en el momento oportuno, el ministerio de la Iglesia, por medio del orden sagrado?”, preguntó el obispo.
Los tres seminaristas respondieron con firmeza y convicción: “Sí, quiero”.
Al escuchar sus respuestas el obispo continuó con el rito y al final dijo: “Que Dios lleve a término esta obra nueva que en ustedes ha comenzado”.
Los seminaristas se mostraron visiblemente contentos y agradecidos por este paso tan importante en su formación sacerdotal.
Al concluir la ceremonia, la comunidad se unió para ofrecerles un fuerte aplauso en señal de reconocimiento y cariño, felicitándolos por su disposición y compromiso con la vocación.
Con gran entusiasmo, los jóvenes fueron rodeados por familiares, amigos y compañeros, quienes expresaron sus mejores deseos para su futuro sacerdotal.